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Con Álvaro Vázquez como asesor, la Iglesia investiga presunto milagro
El hijo del presidente es el único médico en el tribunal que analiza si hubo una “curación inexplicable”
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Tres médicos dicen que tendría que haber muerto. Que no encuentran explicación para que el cáncer que aquejaba al paciente no lo hubiese matado. Ahora es la Iglesia católica uruguaya la que busca una justificación. Y la hipótesis principal es que Jacinto Vera, el primer obispo de Montevideo, fallecido hace 134 años, intercedió para que ocurriera el milagro que salvó la vida de un hombre.
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Con los testimonios de los tres doctores —dos católicos y uno judío— y otros documentos bajo el brazo, el cardenal uruguayo Daniel Sturla viajó a Roma y presentó el caso ante el sacerdote italiano, el “postulador” que trabaja en “la causa sobre las virtudes” de Jacinto Vera, proceso que podría terminar en su santificación.
A diferencia de lo que pasó en otras ocasiones en las que se desestimaron presuntas “curaciones por gracia” de Vera, el italiano dio su aval para que se investigue. Por eso, el domingo 2, en la Catedral de Montevideo, el cardenal Sturla instaló el tribunal que se encargará de recabar información sobre “un presunto milagro atribuido a la intervención” del primer obispo uruguayo. De los cinco miembros del comité, el único médico es el oncólogo Álvaro Vázquez, hijo del presidente Tabaré Vázquez, quien deberá evaluar si se está “ante una curación inexplicable”, dijeron a Búsqueda fuentes eclesiales.
Virtudes humanas y cristianas.
El camino a la santidad no es sencillo. El de Jacinto Vera empezó en 1935, cuando el obispo Juan Francisco Aragone abrió el proceso para designarlo “Siervo de Dios”, un título que habilita a investigar las virtudes de un “candidato” que tenía “fama de santidad”.
El primer obispo uruguayo pasó a la siguiente etapa recién el último 6 de mayo, día en el que fue declarado “Venerable” por un decreto papal. Antes la Iglesia hizo un estudio “en profundidad” para saber si había “vivido heroicamente” las “virtudes humanas —que son las clásicas del mundo griego: prudencia, fortaleza, justicia y templanza— y las cristianas de la fe, la esperanza y el amor”. Dos tribunales eclesiales y la firma del papa Francisco dicen que sí, que así vivió.
Vera se hizo sacerdote a los 28 años, después de estudiar Teología en el seminario de los jesuitas de Buenos Aires. Era 1841 y la Iglesia católica uruguaya dependía de la capital argentina, herencia de los tiempos del Virreinato del Río de la Plata y la dominación española. La tarea de organizar a la Iglesia al oriente del río Uruguay comenzó en 1859, para lo cual el Vaticano designó al propio Vera y le dio el cargo de Vicario Apostólico de Montevideo.
El año 1861 fue complicado. Las relaciones entre las autoridades civiles y eclesiales eran tirantes, por varios motivos. El gobierno uruguayo pretendía incidir en la designación y retiro de sacerdotes, pero el líder de la Iglesia local se opuso. El conflicto escaló al punto de que el gobierno decretó el destierro de Vera, quien vivió en Buenos Aires desde el 8 de octubre de 1862 hasta el 23 de agosto de 1863.
Dos años después fue designado obispo, cuando ya las relaciones con el gobierno habían mejorado. Recién en 1878 el Vaticano creó la Diócesis de Montevideo, que tenía jurisdicción sobre todo Uruguay, y lo puso a su frente. Murió tres años después, en 1881.
El perito.
En la tercera etapa del camino la clave son los milagros. Para que un “venerable” sea nombrado “beato” —el escalón previo a la santidad—, debe comprobarse que su intercesión produjo uno. Y es eso lo que el tribunal designado por Sturla intentará definir antes de fin de año: si “la gracia” de Vera propició la “curación inexplicable” de un hombre, médico de profesión, que a los cerca de 70 años padecía un cáncer que lo debería haber matado. El paciente asegura que sí, que se encomendó al primer obispo uruguayo y que recibió “su gracia” y mejoró.
El tribunal está integrado por los sacerdotes Juan González (como delegado episcopal) y Gonzalo Estévez (promotor de justicia), el licenciado Pablo de la Rosa (notario actuario), la religiosa Fabiana Velázquez (notaria adjunta), y el oncólogo Álvaro Vázquez (perito médico). Cada uno juró mantener reserva de su tarea en una ceremonia desarrollada el domingo en la Catedral de Montevideo, en la que también se celebró el 150º aniversario de la designación de Vera como obispo. El cardenal ofició la misa acompañado por el representante del Vaticano en el país, el nuncio apostólico George Panikula, y por casi todos los obispos uruguayos.
La Catedral estaba abarrotada de fieles que miraban atentos el procedimiento. El último en prestar juramento fue Vázquez, quien leyó sin titubear su compromiso mientras tocaba las “santas escrituras” con su mano derecha. Es el único médico del grupo que debe investigar si el incidente tuvo “visos de milagro”.
El hijo del presidente es oncólogo, tiene un máster en Dirección de Empresas de Salud por la Universidad de Montevideo, es licenciado en Teología por la Facultad de Teología Monseñor Mariano Soler y fue candidato a diputado por el Partido Demócrata Cristiano en las últimas elecciones nacionales. Pero además, Vázquez cumple con una condición indispensable en este caso: es creyente.
Su nombre fue sugerido a Sturla por el cura Juan Silveira, quien es parte del proceso de investigación, y el cardenal aceptó. Es que conoce a Vázquez desde hace tiempo y mantiene con él una buena relación, lo que se suma a su “idoneidad técnica”.
Los cinco integrantes del tribunal comenzarán a trabajar la segunda quincena de agosto y esperan terminar sus tareas antes de fin de año. En el camino deberán analizar la historia clínica del paciente, hablar con él, interrogar a sus médicos, llamar a testigos y pedir la intervención de otros dos médicos, que pueden no ser católicos. En el caso de Vázquez, como se trata de un presunto milagro que salvó a una persona, deberá analizar si el convaleciente “está vivo sin que haya explicación médica”, dijo uno de los consultados.
Pero el trabajo de la comisión investigadora no termina con un dictamen que dice si hubo milagro o no. Esa definición corre por cuenta de la Congregación para la Causa de los Santos, que recibe toda la información recabada por el tribunal, crea otro similar en Roma para que la estudie y después toma una decisión. Si concluye que sí sucedió algo extraordinario puede sugerir al Papa que nombre beato a Vera. A partir de ahí, la Iglesia uruguaya deberá esperar un nuevo milagro que le dé su primer santo.