—No. Creo que hay que darles a las cosas las dimensiones que tienen. Para nosotros fue la ratificación de una ley. Más allá del resultado, fue un acto jurídico que nos quitó incertidumbre. Yo sé que para muchos era muy difícil salir a explicar, como salimos, 135 artículos de una ley que tenía más de 500 artículos, que se modificaron cerca de 270 en el Parlamento y que más de la mitad los votó el Frente Amplio. Incluso algunos que luego quisieron derogar. Por lo menos generamos la certeza de que el corazón jurídico de una serie de normas bien diferentes, bien heterogéneas, sobre diferentes aspectos que nos permitían avanzar en el proyecto de gobierno y como sociedad, quedó ratificada por la ciudadanía. Y me parece que hay que darle vuelta a la página. No hay que darle ni más ni menos valor que eso. Otros harán interpretaciones políticas. Muchos hablaron de un plebiscito contra el gobierno, incluso algunos mezclaron temas vinculados al precio de los alimentos, de los combustibles, a los efectos de la guerra en Ucrania, que nada tenían que ver con la LUC. Ahora La mejor contribución es dar vuelta la página, Uruguay resolvió y quedó firme una ley que para el gobierno era importante y creo que para la sociedad es buena. Nosotros tenemos que poner ahora todas las energías en mirar para adelante y concretar cosas. A concretar una agenda de desarrollo e inversión, generar empleos. Me parece que va por ahí. Tuvimos un gobierno que empezó condicionado con la pandemia y después con el referéndum, que generó cierto margen de incertidumbre. Hubo mucho desgaste en esto. Desgaste para todo el mundo. La gente se cansó y sufrió mucho con el tema de la pandemia. Todos nos desgastamos. Y después de eso vino toda la discusión política —más que jurídica, lamentablemente— de la LUC. Y este final de campaña que quizás estuvo un poco subida de tono y con algunos chisporroteos que no le hacen bien a nadie y además cansan a la gente.
—Usted dice que la gente se agotó…
—(Interrumpe) Y perdón, perdón, además mientras se estaba discutiendo la LUC, saltó una guerra absolutamente incomprensible que generó una volatilidad internacional sobre el precio de los insumos, de los granos, sobre los commodities, sobre el petróleo. Se generó una distorsión y una volatilidad cuyos coletazos los absorbe el mundo y también los absorbió Uruguay.
—¿Y cree que esto, en una población agotada, también influyó en la votación y en este resultado parejo?
—Noté que, en los últimos 20 días, muchos promotores del Sí incluyeron el tema de las consecuencias de la guerra y cómo podían afectar algunos precios y algunos insumos. Algunos con picardía y otros con intención lo vinculaban con la LUC. Lo dejo como anécdota, porque en este caso yo como gobernante tengo la obligación de decir: esto ya lo pasamos, dar vuelta la página, y mirar para adelante.
—¿Cómo es el día después? ¿Qué le espera al gobierno en lo que le queda, dónde hay que apretar el acelerador?
—Creo que el mundo cambió y la forma de gobernar también. Lo único que no cambió es el origen de la legitimidad, que la gente te elige por cinco años y después te juzgará. Gran parte de lo que nos estaba condicionando, primero la pandemia y después la LUC, ahora quedó despejado. Ahora tenemos que abocarnos a las consecuencias de esta guerra que ojalá dure poco. Las consecuencias van a durar más que la guerra. Sobre todo en la volatilidad directa o indirecta de muchos de los productos que consume Uruguay como insumos para producir alimentos o combustible. Pero nosotros vamos a meterle el acelerador a una cantidad de proyectos que están en carpeta.
—¿Cuáles, por ejemplo?
—Proyectos de inversión privada y obviamente de inversión pública que ya fueron anunciados y serán de los más altos de los últimos tiempos. En la generación de empleos con iniciativa privada. Tenemos también en agenda el trabajar para amortiguar las consecuencias de esta guerra en lo que es el traslado a precios, en lo que se pueda. También trabajar en agendas imprescindibles que han tenido su postergación o enlentecimiento por el tema de la LUC como la reforma educativa. Trabajar en las reformas que se vienen, en la de seguridad social. Trabajar en la próxima Rendición de Cuentas, que para nosotros va a ser más nítida o menos condicionada por algunos factores externos. Ojalá que la guerra ya sea un tema del pasado en ese momento. Y después el tema asentamiento, que es uno de los temas claves para este gobierno.
—¿Qué tienen previsto hacer para solucionar los asentamientos?
—Hay que aterrizar rápidamente un fideicomiso de US$ 240 millones en soluciones tangibles, concretas. Por la parte de Mevir urbano y por la parte del fideicomiso directamente. Es una de las obsesiones del gobierno y pongo acá principalmente al presidente de la República, que ha levantado esta bandera por lo menos en las dos últimas campañas electorales.
—Usted mencionaba el tema educativo, ¿pero hay algún otro componente que quedó refrendado en la LUC y que sea clave para que el gobierno avance?
—Bueno, las autonomías vinculadas a los centros educativos, algunos incentivos para docentes que puedan trabajar en escuelas de contexto crítico, la gobernanza en la educación. Para mí el tema educativo es clave. Ahora que se dio vuelta la página, es clave ponerle el acelerador a la reforma educativa.
—¿Y en política exterior? Los anuncios de un tratado de libre comercio (TLC) con China, con Turquía. ¿A eso se le va a poner un acelerador; en qué están las negociaciones?
—A ver, obviamente cuando hablo de las consecuencias de esta guerra irracional, mucho de esto tiene que ver con que las prioridades de la atención de los principales países del mundo están relacionadas con las consecuencias de esta guerra. El mundo cambió, la economía cambió y hasta el comercio del mundo cambió, cambiaron las rutas de los contenedores por las sanciones a Rusia. Todo el mundo puso la atención ahí. Seguramente este proceso, durante un tiempo y ojalá sea por muy poquito, tiene captada la atención en la guerra. Pero Uruguay sigue con el mismo interés y por lo que sé los demás países también. Y me consta que Cancillería sigue y sigue conectado con los ministerios correspondientes y han hecho las consultas para todo lo que es la factibilidad con China para en breve plazo seguir avanzando con los listados. Y estamos esperando por el tema de Turquía. Y algunas otras exploraciones que el gobierno está haciendo para avanzar en acuerdos de preferencia arancelarias.
—El domingo, ni bien se supieron los resultados, estaba tratando de comunicarse con el presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, ¿logró hablar con él?
—Sí, hablé con Fernando Pereira, al cual conozco hace mucho tiempo y le tengo mucho respeto y aprecio, más allá de que puedan gustarme o no algunas declaraciones sobre el final de campaña, que son más atribuibles a su nuevo rol y al momento. Al final de la campaña que a todos nos pone más eufóricos. Pero lo llamé varias veces y al final logré comunicarme con él. Porque previo a la conferencia del presidente, en su discurso, que obviamente lo vimos, no reconoció que la ley fuese ratificada. Y la verdad que no quisimos volver a vivir situaciones parecidas, entonces nos parecía importante en este caso preguntarle directamente. Porque obviamente la conferencia de prensa podía ser diferente. Pero después de un ratito hablé con él, y me dijo que sí, que él reconocía que no habían llegado a los votos y que iban a sacar un comunicado. Y yo no tengo por qué dudar de la palabra de Pereira, esperamos y lo hizo minutos después de que terminó la conferencia de prensa del presidente.
—Fue un reconocimiento por privado entonces.
—Sí, sí.
—¿Cómo queda ahora el diálogo con la oposición, sobre todo después de ese discurso donde no se reconoció explícitamente la derrota en el referéndum?
—Creo que hay que reconstruir relaciones. Ya estamos todos un poco cansados después de la pandemia y de un proceso electoral de esta magnitud. La gente quiere mirar para adelante, solucionar los temas cotidianos. Esto de sacar el país adelante es responsabilidad de todos; si bien es más responsabilidad del gobierno porque la gente le dio el deber de gobernar, también es responsabilidad de la oposición. Yo siempre sostengo que las ideas son buenas o malas, no en función de quien las propone sino en función de los efectos que tengan. Hay que reconstruir. Cada uno en su rol, el gobierno tiene que gobernar. Este es un gobierno que va a saber escuchar, va a saber dialogar, pero sobre todo va a ser un gobierno de acción de hacer. Tenemos que entender que corren otros tiempos, las cosas tienen otra dinámica y el gobierno necesita avanzar rápidamente para cumplir con un programa y la expectativa de la gente. Tratar de que el país esté mejor que como lo recibimos a la entrega del gobierno.
—En la reforma de seguridad social necesitan de la oposición...
—El tema de la seguridad social debería ser un tema nacional. Si sobre algo se han manifestado líderes políticos de todos los partidos es sobre la necesidad de reformar este sistema. Lo sentí de Astori, lo sentí de Vázquez, de las principales figuras del Frente Amplio, así que ojalá sea un proyecto donde puedan cada uno de los partidos expresarse y todos miren la cancha grande y no la cancha propia.
—Bueno, pero más allá de todas las buenas intenciones y de propender a un buen diálogo, ¿cómo queda la relación después de una campaña tan crispada? ¿Hay un diálogo posible?
—Sí, naturalmente va a haber diálogo, diálogo va a haber siempre. No un diálogo paralizante que impida que cada uno cumpla con su función, no es reclamar diálogo y no estar dispuesto a darlo. Tiene que haber voluntad de una parte y de la otra. Y además, el diálogo no necesariamente es acuerdo, es poder escuchar posiciones que algunas veces serán concordantes pero la mayoría serán discrepantes, por algo la gente eligió una coalición para cambiar 15 años de Frente Amplio. A ver, creo que esta es una oportunidad para mandar un mensaje de que necesitamos mirar todos para adelante. Dar vuelta la página, ya hubo referéndum. Cada uno hizo su estrategia, algunos hablamos de la LUC, otros hablamos del gobierno, cada uno movió su estructura, convenció o no convenció, pero ya pasó. Ya la gente laudó. No podemos seguir enfrascados en qué, cómo pasó, qué debería haber pasado, qué debería haberse evitado. No. Me parece que lo que tenemos que tratar de hacer es ver todos los puntos que nos unen, pero sobre todo mirar para adelante. Demasiadas cosas quedan por resolver, demasiado desafío tiene Uruguay y con el gobierno todavía tenemos 2 años y 11 meses de gobierno.
—Ese es el mensaje para dar para fuera con la oposición. Ahora, a la interna, ¿qué mensaje le deja el resultado a la coalición? ¿Salió fortalecida, o quedó tecleando?
—Sentí que fue una oportunidad de fortalecer la coalición. En la defensa de una ley que partía de un programa de gobierno común salió la coalición a respaldarse, trabajando espalda con espalda, y fue muy constructivo y estimulante ver actos o recorridas conjuntas defendiendo una sola causa. Esto ayudó a generar más cohesión en la coalición, este impulso nos da una oportunidad de mejorar muchas cosas entre ellas, poder coordinar mejor.
—El general Guido Manini Ríos dijo que se necesitaba encontrar un ámbito donde las propuestas “realmente se escuchen” y con “ánimo de dialogar en serio” y que “no servía de nada sentarse a una mesa si la otra parte no estaba dispuesta a ceder un centésimo”. No sé si escuchó esas declaraciones.
—No, no las escuché, pero no sé a quién estaban referidas.
—A Presidencia.
—Bueno, en el día de hoy (por ayer miércoles 30) Manini mismo estuvo con el presidente dialogando, una extensa charla, así que diálogo en la coalición hay permanente. Quizás haya temas para coordinar de todas las partes, los temas de los socios de la coalición van a estar encima de la mesa. Siempre hay oportunidades de mejora, me parece que tenemos que plantearlo así, desde la base de que esta coalición vino para quedarse. Vino para quedarse porque tiene la responsabilidad que le puso la gente de cambiar 15 años de gobierno del Frente Amplio y nadie va a estar dispuesto a poner en riesgo que eso no se pueda consolidar en los hechos. Todo el mundo va a estar a la altura de esa responsabilidad.
—El politólogo Adolfo Garcé, viendo un resultado tan parejo, reflexionó que le gustan los gobiernos que sufren, los que corren riesgos de perder las elecciones si no extreman los cuidados. ¿Cree que hubo un mensaje en ese sentido de la ciudadanía en las urnas?
—El dato es objetivo. Hacer valoraciones políticas… yo prefiero hacer la jurídica: la LUC se ratificó. Es un hecho objetivo y para el gobierno era muy importante para poder seguir haciendo las cosas a las que se comprometió. No era lo mismo gobernar con los artículos vigentes que con los artículos derogados. Después por cuánto se ratificó, cada uno hará su valoración. Yo siempre tomo estas cosas como oportunidades, también para el gobierno y la coalición lo son. Fue una especie de obstáculo que estaba ahí y la coalición lo salvó. Pero no ganó una parte y perdió la otra, nosotros le sacamos todo el triunfalismo posible. No es que ganó una parte y perdió la otra. Lo único que pasó es que se ratificó una ley. Una ley que entendíamos que era importante para nosotros y clave para la sociedad y para seguir aplicando nuestro programa de gobierno. Pero no más que eso.
—Lo saco un minuto de su rol como secretario de la Presidencia, ¿Cree que hubo dentro del partido gente que ganó, en el sentido de mostrarse partidariamente, con esta victoria de la LUC? Gente que pudo capitalizar en las recorridas una imagen que sirva para proyectarse a las próximas elecciones.
—Puede ser. Creo que hay mucha gente que estuvo a la altura de las circunstancias. La verdad nadie podía ser simplemente testigo, tenían que ser protagonistas. Varios de nosotros salimos a jugárnosla por lo que era importante para el gobierno y creíamos importante para el Uruguay. Hicimos lo que entendimos que había que hacer. Pero este 2022 tiene que ser un año para deselectorizar. Es un año para concretar y gobernar. Y no un año para proyectar candidaturas.
—¿Qué tan importante fue la participación del presidente en la defensa de la LUC?
—Lo que pasa que esto es una ley del gobierno, y el presidente obviamente con dos años de manejo de un gobierno con la pandemia como se manejó, que marcó indicadores positivos de recuperación económica, me parece una voz no solo autorizada, sino muy potente. El presidente le daba mucha credibilidad y obviamente no solo podía, al tratarse de una ley del gobierno, sino que debía salir a dar su opinión y pedir el apoyo por esta ley. Vuelvo a lo que dije antes, para el gobierno no era lo mismo gobernar con los 135 artículos vigentes, que con la LUC derogada.
—Se hablaba de decisiones postergadas para después de la LUC, entre ellas, posibles cambios en el gabinete. ¿Los puede haber ahora?
—Me parece que es al revés. Yo creo que ahora vienen temas de gobierno encabezados por el presidente, acuerdos bilaterales de ministros para la puesta a punto en cada ministerio para la semana que viene, y empezar a ponerle fechas a una cantidad de cosas para hacer, temas pendientes, temas demorados y temas todavía en carpetas. Pasó la LUC, miramos para adelante.