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    Durante la campaña por el plebiscito de 1980, la dictadura quiso escenificar invasión de un submarino soviético por el río Uruguay

    En el transcurso de la derrotada campaña para plebiscitar la reforma constitucional de 1980 que propuso la dictadura militar, el Organismo Coordinador de Actividades Antisubversivas (OCOA) buscó simular que se produciría un desembarco de armas en el río Uruguay por parte de un submarino de la Unión Soviética.

    “¡Dale! ¡Cantá! ¿En dónde es el desembarco? (…) Es un submarino, ¿verdad que es un submarino ruso? Por el río Uruguay, estos mierdas se vienen por el río Uruguay”, escuchaba con asombro Miguel Muyala a los militares que lo torturaban en la cárcel clandestina de La Tablada Nacional.

    El episodio vivido por Muyala a partir de su detención en la madrugada del 26 de mayo de 1980 por el entonces capitán Jorge Silveira, forma parte de los relatos contenidos en La victoria contra el miedo. La campaña del Plebiscito de 1980, un libro del periodista y consultor Marcel Lhermitte, presentado esta semana por ediciones Túnel.

    Muyala, de origen blanco de la línea de Daniel Fernández Crespo, pero entonces dirigente del Partido Comunista en San José, se negaba a firmar la declaración que le exigían los militares. Había sufrido torturas durante 96 horas seguidas y debido a la picana eléctrica y al agotamiento llegó a alucinar con el submarino. “Primero vio algo que se movía, era agua, sin duda que era agua y de pronto, entre las olas que rompían, emergía un submarino de dimensiones notables con una estrella roja en el lateral y una inscripción, que al principio no lograba leer, luego sí, decía CCCP y navegaba. Río abajo, navegaba. A una velocidad que era difícil de seguir. Imparable el submarino navegaba, cuando de repente notó nuevos movimientos en la habitación, pero esta vez del lado opuesto, de la derecha. Giró la cabeza y vio mucha gente. Mucha gente que lo miraba. Que lo miraba y lo señalaba. Que lo miraba, lo señalaba y se burlaba de él”.

    “A Miguel —relata Lhermitte— le costó algunos minutos salir de ese aturdimiento, pero no estaba seguro de haber entendido bien, tampoco tenía certeza de que le estuvieran hablando en serio. ¿Submarinos rusos en el Uruguay? ¿Una invasión? ¿De verdad creían eso?”.

    Después de reflexionar un rato, el detenido se animó a hacer algunas preguntas a sus torturadores: “Disculpen, ustedes dicen que unos submarinos rusos van a llegar por el río Uruguay a traer armas. Y que eso es lo que yo debo testificar. (…) Yo les firmaría, pero si ponen mi nombre (en la prensa) no. Porque, así como me ve, no estoy dispuesto a hacer el ridículo con una declaración que haría que el mundo entero se ría de mí. Disculpe, pero no voy a firmar”.

    Encuestas de Gallup y Germán Araujo

    Unas tres semanas antes del plebiscito —relata el libro en otro capítulo— se difundió la primera encuesta de la empresa estadounidense Gallup y el resultado daba tres a uno a favor del Sí.

    El autor recoge valoraciones de los politólogos Oscar Bottinelli y Antonio Cardarello que opinan que, en las condiciones que había en ese momento, las encuestas no tenían gran influencia en la opinión pública. Ello se debía no solo a la poca credibilidad de la forma en que realizaba el trabajo el representante de Gallup en América Latina, Luis Ferreira, sino porque la mayoría de la gente pensaba que serían manipuladas por la dictadura.

    Lhermitte entrevistó a varios de los protagonistas de esos días. Mientras el director de Gallup insistía en que el Sí ganaría con comodidad, blancos, colorados y frenteamplistas, después de una etapa pesimista, comenzaron a recibir informes y a especular con que el resultado sería negativo para la dictadura.

    El autor incluyó también una versión no confirmada: Gallup podría haber ofrecido un informe diferente a los militares argentinos en el poder que a los uruguayos.

    En efecto, varios de los entrevistados para el libro hicieron mención a que “también la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) de Argentina habría alertado del triunfo del No”, contrariando la información difundida por Gallup en este lado del río. Lo extraño es que la fuente de la SIDE debía ser la misma empresa, porque era la única que realizaba encuestas en toda la cuenca del Plata.

    El libro relata también la experiencia de las encuestas a boca de urna organizadas por el director de CX 30 La Radio, José Germán Araujo, que obtuvo el resultado antes del cierre de las urnas. “Necesitábamos que la información que iba llegando fuera cortita y bien precisa, porque si no se nos saturaba la centralita telefónica”, recordó el periodista Jorge Pasculli a 40 años de aquella histórica jornada.