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Si alguna institución pública ha mantenido, desde su fundación, un sólido prestigio, ella es el Banco de la República, por esa razón, la reciente denuncia de “desfasaje” en la tenencia de monedas de oro debe ser investigada con extrema rigurosidad.
El pasado 18 de diciembre, el diario El País publicó una nota informando que el directorio del Banco de la República (BROU) ordenó una investigación administrativa para que se establezca si el “·desfasaje” de 1,5 millones de dólares en la tenencia en las bóvedas del banco de monedas de oro se debe a un error contable o a un faltante.
Según la información, en el balance del año 2019 se había advertido, al directorio del banco, que se cometió un error al registrar, como pérdida, la suma de 1,5 millones de dólares en monedas de oro, cuando en realidad se trataba de un “desfasaje”. Estas monedas pertenecen al Museo del Gaucho y de la Moneda.
Sin embargo, según el mismo artículo, la constatación del desfasaje en los valores de las monedas de oro —“acumuladas en 9 cajones”— ocurrió, en realidad, en el año 2006, hecho que fue informado al directorio. En esa ocasión, hubiera correspondido realizar de inmediato una auditoría, pero las autoridades del banco “señalaron que no había recursos para hacerlo”.
Corresponde señalar que, en los años 2005-2006 y siguientes, el BROU siempre obtuvo saldo positivo en “los resultados operativos ajustados por inflación”, según consta en los balances auditados correspondientes.
Al leer esta noticia, nos viene a la memoria el hecho denunciado el 1o de abril de 2008 cuando se estaba contando y empaquetando —bajo cámaras de vigilancia— euros en las bóvedas del banco, constatándose la desaparición de 350 mil euros.
Se observaron las imágenes, se verificaron movimientos extraños de dos funcionarios, cuando se estaban empaquetando los billetes, hasta se habló de una operación planificada de la llamada tupa banda. En todo caso, al no tener pruebas concluyentes, más la intervención en defensa de los empleados del sindicato del banco, por el estrés en los interrogatorios, al que estaban siendo sometidos sus compañeros, el robo nunca fue aclarado. El directorio y el gobierno de la época tampoco mostraron mayor preocupación.
El BROU, además de esas monedas, algunas antiguas, cuyo valor por esa razón supera el valor de su contenido en oro, así como otros objetos, particularmente alhajas, que fueron entregados a través del Departamento Pignoraticio de la institución por usuarios como garantía del pago de los préstamos concedidos y que, al no cumplirse tal extremo, quedaron en poder del banco, están “guardados en cajones”, lo que provoca una sensación de falta de rigurosidad, que estimamos, no corresponde.
Consideramos acertada le decisión del directorio de realizar una investigación administrativa, que debería verificar las existencias del banco en lingotes, monedas, alhajas y otros valores. Sin duda será relativamente fácil comprobar la existencia, de acuerdo al inventario, de lingotes de oro. Pero, en relación con monedas, alhajas, y otros objetos fácilmente transportables, consideramos, en particular, sin ser expertos en la materia, que debe procederse “objeto por objeto”, para establecer, en primer término, que sea el descrito en la constancia correspondiente, particularmente en su contenido en oro y otros metales, piedras preciosas, etc. , monto entregado al usuario, como se sabe muy inferior al valor de mercado en el momento de la transacción, y su estimado valor actual, así como cualquier otra documentación que certifique que se trata del objeto que consta como ingresado al tesoro del banco.
Será una tarea quizás larga y hasta tediosa, realizada por funcionarios o personas especializadas con todas las garantías del caso, para, si hay errores, corregirlos, si hay delitos, denunciarlos, pero que, en definitiva, el banco, sus funcionarios y la ciudadanía continúen confiando en el “banco país”, como ha sido siempre y así debe continuar.
