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    El Frente Amplio y sus gobiernos en Montevideo

    Luego de leer la columna de Tomás Linn, de su última edición, titulada “No es el factor Olivera: son los 20 años previos”, me ganan la confusión y la duda.

    ¿Puede ser tan disímil la opinión de un columnista tan identificado con Búsqueda en comparación con la de sus propios editorialistas? ¿Habrá cambiado en forma tan drástica la opinión del semanario en 10 años en lo referente a las administraciones del ex intendente Arana?

    En dicha columna, desde mi humilde punto de vista, Linn realiza un análisis sesgado, señalando únicamente todo lo malo que, a su entender, hicieron los 4 gobiernos departamentales del Frente Amplio que siguieron al de Tabaré Vázquez y, específicamente, cuando refiere a los dos períodos del Arq. Arana, dice: “… Cuando tuvo la oportunidad de hacer cosas, no las hizo. Luego intentó asegurarse una paz sindical, con un acuerdo firmado cuando se venían los primeros nubarrones de la crisis. Eso fue una irresponsabilidad porque inevitablemente sería imposible cumplirlo. Al irrumpir la crisis, la Intendencia dejó de hacer los ajustes salariales acordados. Pero para los trabajadores municipales, cuyos cargos son inamovibles, era de vida o muerte cobrar cada vez más y mejor aunque el país se viniera a pique. Mientras el intendente viajaba al exterior, su equipo enfrentó a esos sindicalistas exacerbados. Y pese a que estos no consiguieron lo que pedían, lo lograron después gracias a un fallo judicial que obligó al siguiente intendente, Ricardo Ehrlich, a pagar peso sobre peso, lo cual ató de pies y manos su anodina gestión”.

    Sin embargo, y sin entrar a listar la cantidad de elogios que recibió el intendente Arana (en honor al espacio) desde las páginas de Búsqueda durante sus dos gestiones, conservo vuestro editorial del jueves 7 de noviembre de 2002, en donde respecto de las decisiones tomadas por el mencionado gobernante en cuanto al conflicto con Adeom de aquel momento, se decía textualmente:

    “Desde nuestra óptica, el Frente Amplio salió fortalecido del conflicto. Ganó, no perdió. Nuestra interpretación es que el gobierno frentista, que es todo el equipo que maneja el Municipio más allá de las tribulaciones y equívocos de sus jefes y líderes —lo que se olvida rápido— hizo lo que la gente esperaba y deseaba que hiciera, que es, por otra parte, lo que mucha gente ha esperado y deseado que hagan el gobierno y los partidos tradicionales en muchas circunstancias y que hace mucho tiempo que no hacen, lo que genera y estimula su descreimiento. Si esta interpretación va por buen rumbo, no solo el Frente Amplio perfiló una nueva imagen sino que los hechos, en realidad desnudaron al gobierno y a los partidos tradicionales. No importa lo que han dicho y lo que han hecho antes. Lo cierto es que en el conflicto municipal, el gobierno frentista se negó a aumentar impuestos para pagar mayores ajustes salariales. Tuvo más en cuenta la situación de la población que mantener conformes y contentos a sus empleados aunque para ello tuvo que incumplir un convenio laboral. Defendió el derecho al trabajo de los funcionarios que no estaban de acuerdo con la huelga, denunció y fustigó duramente a quienes negaban de palabra y de hecho esa libertad y pidió la protección policial que se requería. Se negó a negociar bajo presión y se dijo claramente algo que hace mucho no se oye decir, salvo algunas excepciones, como sucedió con el intendente de Maldonado: que no iban a aumentar los salarios porque no tenían dinero para pagar. La Intendencia montevideana no se amilanó ante el ‘grito de la tribuna’ y así lo interpreta un importante sector de la opinión pública, preocupada desde hace mucho por el sometimiento a ese supuesto clamor de una importante cantidad de integrantes de los tres poderes institucionales que hacen a la democracia y al sistema republicano. A no equivocarse: esto es lo que muchos piensan, y no precisamente ciudadanos frentistas, sino ciudadanos blancos y colorados que hace tiempo esperan que sus dirigentes hagan lo que deben hacer, sin mirar a diestra y siniestra, atribulados y temerosos, atentos a las encuestas, pensando si es lo ‘políticamente correcto’ y sin advertir que eso se lo fijan quienes cuando tienen que actuar no se someten a ello (...). Lo que sí encuentra fundamento en lo ocurrido en la IMM es la tesitura de quienes sostienen que en Uruguay puede darse —y en alguna forma se está dando— el axioma de que todas aquellas cosas que se atribuyen como deberes de los gobiernos de derecha, conservadores o liberales, las terminan haciendo los gobiernos de izquierda, y viceversa…”.

    La duda y la contradicción son parte de la condición humana, sin dudas. Pero creo que sería un buen aporte a  los lectores y actores políticos involucrados que desde vuestras páginas se expresaran, tanto los editorialistas como el columnista, a los efectos de echar luz sobre ese balance que se pretende establecer sobre los gobiernos frenteamplistas de Montevideo, siendo mi única intención la de provocar la reflexión.

    Es decir: ¿fue el entonces intendente Arana poco menos que el “paladín” de todo lo que había que hacer y los timoratos partidos tradicionales no se animaron, o por el contrario, y en opinión de Linn, el irresponsable gobernante que hipotecó en un fallo judicial las posibilidades de éxito del intendente Ehrlich? ¿En qué quedamos?

    En lo personal, creo que el maniqueísmo no es buen consejero; y que subestimar la inteligencia del lector no es el estilo Búsqueda. Por lo que me inclino a pensar que ni aquellas posiciones tan entusiastas ante la dureza de un gobierno con sus trabajadores, ni estas —las del columnista— tan sesgadas al punto de no reconocer que todos los gobiernos hacen cosas positivas para mejorar nuestra ciudad (y vaya si las habrán hecho todos los gobiernos puestos bajo la lupa del columnista, lo que fue respaldado en lo electoral por mayorías contundentes) son “la verdad”, tan esquiva en política.

    Tildar de “anodina” (insignificante, ineficaz, insustancial, según la Real Academia Española) la gestión del intendente Ehrlich, sin tener en cuenta, sin por lo menos señalar que bajo su mandato, por ejemplo, y en articulación positiva con el gobierno nacional de Tabaré Vázquez, se realizó la más grande reforma del sistema de transporte colectivo de toda la historia en el país (introducción de tecnología en el 100% de la flota, boleto una hora y dos horas, combinación metropolitana, extensión de líneas urbanas al área metropolitana con boleto común, eliminación de todos los límites para los trasbordos, recarga electrónica, control gps del servicio, subsidios dirigidos a estudiantes, subsidios para que la tarifa pública esté hoy en valores iguales a los de 2008, etc., etc., etc.), y que se sentaron las bases del Plan de Movilidad Urbana en Montevideo, obedece notoriamente a una opinión sesgada y parcial, que estoy convencido no fue intención de Tomás Linn plasmar en su columna.

    Por último. ¿No será hora de reconocer como un grave error por parte de todos quienes aplaudieron la decisión, la denuncia que aquel convenio IMM-Adeom, adoptada por el entonces intendente Arana (entre los que se encuentra vuestro semanario)? No aparece como muy coherente haber aplaudido y elogiado la decisión en 2002 y en 2012 enrostrársela como una irresponsabilidad política.

    Cordialmente,

    Pablo Inthamoussu

    C.I. 2:018.139-1

    Nota de Redacción. Los lectores que siguen a Búsqueda desde hace muchos años saben que los columnistas del semanario son libres y que su opinión los representa únicamente a ellos mismos. Eso significa que puede haber columnistas con opiniones diferentes sobre un mismo tema y, por supuesto, también discrepantes con la posición editorial del semanario. La única opinión que representa institucionalmente a Búsqueda es su editorial, que se publica todos los jueves en la parte superior de la página 2. Las columnas (que son varias y diversas en cada ejemplar) reflejan las opiniones de quienes las escriben. Esta precisión puede sonar obvia, pero, a estar por el tenor de la carta del corresponsal, también puede ser útil recordarla.