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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl Clínicas - De lo que fue un ejemplo a una vergüenza nacional. El hospital universitario fue un ejemplo desde su inauguración tanto desde el punto de vista edilicio —más allá de algunas objeciones en cuanto a la distribución de espacios producto de la época— como desde el punto de vista profesional o de atención al usuario.
El martes 17 se produjeron serios incidentes en el hospital entre funcionarios y usuarios cuando “por decisión del sindicato se suspendieron las operaciones programadas y familiares de los pacientes se enfurecieron cuando los médicos se lo informaron”. (“El País”, 18.XII.2013)
Se llegó a los golpes, gritos y llantos. Ante esa situación la dirigente sindical Leticia Damonte declaró: “Hay veces que la gente no entiende la dificultad de los trabajadores para tener actividad sindical”.
Desde ya que apoyamos los reclamos de mejoras salariales de los funcionarios y profesionales, pero a su vez basta una recorrida por el hospital para comprender y quizás hasta adherir a la reacción de los usuarios.
Por una situación personal, estábamos en el hospital el día 17.
Como ejemplo desde la base, el subsuelo. Para llegar al mismo hay ascensores. Algunos están, teóricamente, programados para ir al piso –1. El tema es que sencillamente no responden al tablero y se recorre todos los pisos, pero siempre hacia arriba, mientras el tiempo pasa y el enfermo y sus familiares comienzan a desesperarse.
En consecuencia, hay que trasladarse por las escaleras. Situación difícil para ancianos o personas con dificultades motrices, que fue la situación que acompañábamos. Alguna enfermera, compasiva, sugirió solicitar una silla de ruedas en “emergencia”. Para ello hay que recorrer todo el hospital, tener suerte y, sobre todo, paciencia y tiempo.
En el subsuelo se recorren metros y metros sin encontrar a nadie (me parecieron kilómetros) con oficinas o consultorios abiertos. Es como estar dentro de una escenografía de un film de terror: los colores, el revoque caído, hierros a la vista, cañerías en el techo a medio cubrir y en el sector Medicina Nuclear, a donde nos dirigíamos, un fuerte olor a gas al que uno, pasado un rato, se acostumbra.
En una palabra, tantos cineastas destinan horas y miles de dólares a recrear escenarios de terror y en el Clínicas es natural; esa es la realidad.
Las oficinas administrativas, por ejemplo “Recaudación”, tenían las ventanillas cerradas (hora 15 y 30); no había información ni nadie sabía cuándo abrirían. En esa situación alguien sugirió dirigirse a la “Dirección”. Se recorre toda la Planta Baja, se llega a la Dirección, donde no es posible realizar el pago del servicio solicitado por ser extraordinario. En la Dirección se nos indica volver a Recaudación y golpear. Inútil: nadie responde.
Finalmente, gracias a la buena voluntad de las funcionarias del Sector Medicina Nuclear, se aceptó realizar el estudio pagándolo previo al retiro del resultado.
En definitiva, corresponde un reconocimiento a los profesionales y funcionarios que bajo horribles condiciones salariales, de infraestructura y probablemente de obtención de medicamentos, abnegada y sacrificadamente cumplen con su vocación y su deber.
Corresponde también que la sociedad toda se avergüence de esta situación y que exija que se tomen las medidas inmediatas para que, al pasar frente al Clínicas, no tengamos que mirar para el costado.
Jorge Ciasullo
CI 793.978-7