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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEn nombre del Bloque Cívico Unidad Nacionalista-Lista 29-Partido Nacional, dirijo a todas las familias de la patria este mensaje de Feliz Navidad.
Nunca como hoy se percibe en forma diáfana que felicidad significa cumplimiento del deber y no la fugaz y bastarda satisfacción que ofrece el egoísmo capitalista que envilece y abate la fortaleza del espíritu del pueblo para entregarlo deliberadamente, atado de pies y manos, al esclavismo socialista, que ya ha comenzado a asfixiar a nuestro pueblo y especialmente a los más humildes.
Este llamamiento del deber, pues, no solo no empaña la felicidad de esta Navidad, sino que es la felicidad genuina de sabernos herederos del mandato histórico de nuestra estirpe, que es artiguista, hispana, romana y, ante y por sobre todo, cristiana, cuya grandeza, en medio de la cochambre en que los vividores quieren convertir al país, a la región y al mundo, hace de aquellos que como nosotros luchamos por aquel ideal que marcó Aparicio —dignidad arriba y regocijo abajo— una obligación que no podríamos eludir sin hacernos cómplices de la degeneración programada que la globalización y sus lacayos locales tienen reservada para todas las naciones soberanas del orbe.
Afirmamos que este año que acaba ha sido el peor de toda la historia nacional. Una visión de conjunto debería alarmarnos, pero sobre todo impulsarnos de inmediato a una lucha infatigable.
Es el año en que el Uruguay fue despojado de la columna vertebral de todo Estado, que es el orden jurídico, porque la casta política venal y corrupta hasta la médula “legalizó” el homicidio de los más inocentes e indefensos de nuestros compatriotas, y como con precisión jurídica insuperable observó Teresa de Calcuta, “si el aborto es legal, ya no queda nada que sea legal”.
Pero sangre llama sangre y los políticos prevaricadores —esos que ensucian la noble palabra Política, que significa servicio al bien común y sacrificio del interés personal— no se han contentado con el holocausto de los niños, sino que atentan contra la supervivencia física y mental de los jóvenes empujándolos a la drogadicción, que no solo destruye a las víctimas directas sino que trastorna la vida de todos los sectores sociales, principalmente en el área, ya casi residual, de la seguridad pública.
Partidocracia que ha prostituido la democracia al intentar convertirla, esos infelices, mediocres y corruptos individuos de los que nadie más que ellos sabe de dónde salen las fortunas que financian sus campañas electorales porque entre todos rige la omertà o el “juego político” o pacto del silencio, ley suprema del hampa, en una teocracia. En efecto: el honesto concepto de democracia, que implica el legítimo derecho de toda persona de contribuir a seleccionar los gobernantes, los partidócratas lo han falsificado y desnaturalizado, convirtiendo a esas estrellas fugaces cuyos glúteos reposan temporariamente en escaños y curules, en supremos hacedores con “derecho” —como lo están haciendo día tras día en nuestra República— a asesinar impunemente personas, quebrantar instituciones sagradas como la familia, el matrimonio, la patria potestad, la educación basada en la verdad del saber, el honor, la formación del carácter y cuanto se antoje a las sagradas personas de esos mediocres, lenguaraces y medularmente corruptos individuos.
Tales engendros que jamás habrían podido pasar una prueba de selección de personal en cualquier pyme, existen políticamente y nos fabrican leyes coercitivas que ni tan siquiera saben redactar, pura y simplemente porque son agentes de la plutocracia internacional que los mantiene para que sometan al Uruguay “legal, legítima y democráticamente” a la esclavitud de la deuda externa/eterna, para que desertifiquen al país con el crimen de lesa patria de la minería depredadora, para que destruyan la clase media y priven de derechos a los trabajadores —a esos para los cuales el Partido Nacional, en 1905, a través de legisladores dignos (Herrera, Carlos Roxlo, Julián Quintana) reconocieron los primeros derechos laborales, hoy suprimidos meticulosamente por el liberalmarxismo.
Sin olvidar —también en la esfera de la desnaturalización de la política— que el programa colectivista socialista debe mucho de su impunidad a la actitud huidiza y timorata de una oposición que solo lo es de nombre y rehúye la lucha por la patria y por el pueblo que es el legado histórico de nuestros viejos partidos, e insiste, en medio de las risotadas de los gubernistas, en sus genuflexas declaraciones de disposición de colaborar en “todo lo bueno” que haga el progresismo (que equivale al cero por ciento). Además, como compinches que son, engañan al pueblo hablando del “fracaso” o la “incapacidad” del régimen, para encubrir la voluntad programática, deliberada, exitosa y hábil del progresismo de convertir al Uruguay en una colonia y a su pueblo en una masa informe de seres embrutecidos y miserabilizados, que es exactamente lo que ha traído el comunismo a todas las comarcas donde el liberalismo usurero le ha regalado el poder.
2013 se despide también con nuevas hazañas de genocidio económico de las clases pasivas, convirtiéndose así el régimen progresista en una especie de ángel exterminador que atenta contra los dos extremos de la pirámide de edades, masacrando orientales desde el útero a la edad provecta —es decir, a aquellos cuya defensa, protección y honra es el signo más auténtico de la salud espiritual de una Nación.
Es, en suma, un régimen antipopular, liberticida, extranjero y corrupto, y de abyección tal que concede la extradición de personal militar nacional, hurtándolos de sus jueces naturales, y se somete repulsivamente a las órdenes de las burocracias internacionales, haciendo aquello que con justificado sarcasmo y desprecio se jactaba Kissinger: “nos dan más de lo que les pedimos”.
La magnitud de la tragedia llama a una entrega total de nuestros esfuerzos. El autoengaño es hoy inadmisible y signo de subrepticia cobardía en quienes lo practiquen. La empresa que la Historia impone a la actual generación de uruguayos es un inmenso honor y habrá que cumplirlo, como repite nuestro Himno.
Es este el mensaje de la agrupación nacionalista y popular que me honro en conducir. No es extemporáneo en la celebración de la Navidad, el día más trascendental de la historia humana, porque el redentor nacido en Belén dio a todos los pueblos y edades no solo el regalo infinito de su sacrificio y su amor inefable, sino el modelo de quien echó a latigazos a los mercaderes, cambistas y demás criminales de lesa humanidad de la época.
Cnel. Luis María Agosto Bessonart
CI 1.064.485-4