“Lo que empieza bien termina bien”, decía el ministro Danilo Astori cuando le entregaba Pluna a Leadgate, antes que el expresidente Mujica cerrara la empresa en forma totalmente intempestiva. Y nada salió bien.
, regenerado3“Lo que empieza bien termina bien”, decía el ministro Danilo Astori cuando le entregaba Pluna a Leadgate, antes que el expresidente Mujica cerrara la empresa en forma totalmente intempestiva. Y nada salió bien.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEsta semana se conoció la sentencia judicial que declara nulo el “aval perfecto” dado por el Banco República a Cosmo (y su “caballero de la derecha) y condena a devolverle a López Mena las sumas pagas por ese aval de casi 14.000.000 de dólares, además de una indemnización por los daños y perjuicios que le causaron al empresario rioplatense.
Todo lo que hicieron los gobiernos frenteamplistas con relación a Pluna estuvo mal hecho: desde el cierre en plenas vacaciones de julio, dejando pasajeros varados; pasando por la inconstitucional ley que creó un fideicomiso para vaciar la empresa de sus activos más importantes (los aviones) y pretender burlar a los acreedores; luego el remate trucho con el “caballero de la derecha” y el “aval perfecto”; la “vela al socialismo” que le prendieron con Alas-U, para terminar viendo los restos de un avión que se vendieron como chatarra para decorar un colegio en Punta del Este. Todo mal.
Lo único bueno que tuvo Pluna durante ese período fue, a pesar de muchos, la gestión del denostado Campiani, quién logró aumentar las ventas, reducir costos, ampliar rutas y tener un plan de negocios creíble. Pero gracias al caro combustible que le vendía Sendic desde Ancap y a las trabas del gobierno K en Argentina para ampliar destinos, no prosperó. Al respecto, escribí en Búsqueda “Una lanza por Campiani”, el 23 de enero de 2014. El tiempo parece haberme dado la razón.
Pero la esencia de todo este asunto no pasa por Mujica, ni Calloia, ni Campiani. Pasa por entender que el Estado no debe meterse a gestionar negocios de ningún tipo. El Estado debe ser solamente “juez y gendarme”, dedicarse a sus cometidos esenciales de dictar justicia y dar seguridad a sus ciudadanos. El resto de la economía debe ser gestionada por el sector privado, en régimen de libre competencia, donde nadie pueda abusar de nadie: ni las empresas de sus clientes, ni los sindicalistas de las empresas, ni las empresas entre sí.
Pluna nunca sirvió para nada, al menos para los ciudadanos y contribuyentes. Sí les sirvió a los políticos, a los empleados que trabajaron allí y a los empresarios que hicieron sus buenos negocios bajo su amparo.
Fue (desde siempre) una burda y gran mentira decir que tener una compañía aérea “de bandera”, nos daba más “soberanía” o “conectividad”. No es así. Lo que brindan ambos atributos no es estatizar este servicio, sino todo lo contrario: una amplia política de “cielos abiertos”, donde cualquier empresa pueda venir a traer y llevar pasajeros a bajo costo.
El 10 de noviembre de 2012 escribí en Búsqueda “A Pluna, déjenla morir”. Allí decía: “Debemos entender que las empresas son organismos vivos: nacen, crecen y mueren. Así como miles de personas mueren cada día, también otros miles nacen. Así como cientos de empleos se pierden, otros cientos se crean. Es un ciclo natural que todos deberíamos conocer, pero muy pocos entienden qué es una empresa, cómo se desarrolla y menos aún: para qué existe”.
A pesar de toda la evidencia local y mundial de fracasos tras fracasos de empresas en manos del Estado, hay quienes insisten en este camino. ¿Hasta cuándo será así?