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    El cese de Víctor Hugo Morales en Radio Continental

    Sr. Director:

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    ¿Censura o rescisión contractual? “Es preferible mil millones de mentiras en libertad, que quedar prisioneros de una única voz: la del poder político en el Estado”. Arturo Guardiola, director del diario Los Andes, Mendoza (14. Set. 2009)

    Si el cese de Víctor Hugo Morales producido el lunes 11 en la emisora porteña Radio Continental obedeció a un condicionamiento impuesto desde la Presidencia de la República Argentina para mantener la publicidad oficial en la emisora, es censura. Por lo tanto, repudiable.

    Si la desvinculación del periodista uruguayo, radicado en Argentina desde 1981, obedeció a la cancelación de un contrato privado por decisiones de una empresa interesada en prescindir de un periodista devenido en operador partidario del kirchnerismo, es otra la valoración que merece el episodio.

    No obstante, la interrupción laboral así planteada por decisión de la empresa permisaria de una onda estatal es algo que rechina y que ha generado cuestionamientos incluso entre quienes son notorios críticos del periodista oriental. Nelson Castro, periodista de Todo Noticias y Continental, dijo el martes que lo sucedido con Morales “es una mancha negra para la democracia”.

    Morales ha dicho que el cese del programa que mantuvo al aire durante 30 años obedece a una decisión de la Casa Rosada: “Cuando gana Macri (la Presidencia) se decide que me fuera. Me ofrecieron mucha plata para irme, y con palabra de honor doy la cifra: me ofrecieron siete millones de pesos (500.000 dólares aproximadamente) para que me fuera”, dijo Morales, quien aseguró que no quiso el dinero. “Les salía más barato dejarme terminar el contrato. Nunca pensé que llegarían a esto”.

    Le ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner (CFK) se solidarizó con él.

    El 18 de diciembre, Morales, en su sitio web, había expresado que en conversaciones con la dirección de la emisora les había plantado (que) “si me pagaban el año, me iba. Me calzaron de volea. ‘En cuanto podamos te hacemos los números’, me dijeron”.

    El presidente argentino, Mauricio Macri, declaró el martes, día siguiente de la rescisión contractual de Morales en Continental, que “no estamos dedicados a ver qué periodista trabaja y en qué medio, no es nuestra tarea, no es nuestro trabajo, las cosas que dijo Víctor Hugo son falsas. Tengo una larguísima relación con Víctor Hugo Morales. Me visitó muchas veces en mi despacho y me apoyó en muchas ocasiones, antes de transformarse en un fanático kirchnerista pos Ley de Medios”.

    Hasta tanto no se obtengan otros datos sobre las reales causas por las que Morales no saldrá más al aire en Continental, hay que atenerse a lo conocido. Y en el caso de Morales, lo conocido es complejo, contradictorio y no fácil de entender.

    En 2002, cuando Continental pasó a ser propiedad de Telefónica de España, Morales enfrentó una situación similar a la del presente: fue cesado. Siete días después fue repuesto ante la exigencia de su gran audiencia y de la presión social.

    En julio de 2006, su programa “Desayuno”, que se emitía desde seis años antes por el estatal Canal 7, fue levantado. La no adhesión de Morales a Néstor Kirchner habría sido el motivo para desafectarlo. El propio Morales declaraba entonces que la dirección del canal quería “tener la parte editorial en un puño”. “Lo que ocurre con ‘Desayuno’ es una molestia y por eso quitan el programa. Era un espacio independiente y de criterio libre”. (…) Es claro que el gobierno (de Kirchner) tiene una especie de tara con todo lo que sea libertad de prensa”, agregó en esa oportunidad.

    Tiempo después en su programa “La Mañana” de Continental, Morales cuestionó “la insultante riqueza de la pareja gobernante”, al analizar la multiplicación por tres del patrimonio presidencial que, en 2008, pasó de 14 millones de pesos a 46 millones de pesos.

    https://www.youtube.com/watch?v=TUxWaK4Cs70

    Durante el proceso de discusión de la Ley de Medios impulsada en 2009 por el kirchnerismo, Morales adoptó una posición netamente favorable a la misma. Respecto a quienes solicitaban más tiempo para analizar un proyecto de por sí intrincado, los desestimó con el argumento de que a cualquier chico le bastarían dos días para comprenderlo y fue un firme defensor del proyecto.

    Desde entonces hubo una toma de posición a favor de Kirchner que paulatinamente fue adquiriendo un carácter militante, hasta llegar a la adhesión, en desmedro de su profesión periodística.

    Paralelamente a este proceso personal de Morales, es notorio que en Argentina la libertad de prensa fue hundiéndose, como lo constataron diferentes entidades a lo largo de la década.

    La ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF), que mide la libertad de prensa en todo el mundo, informaba en 2005 que la Argentina pasaba del puesto 42º en 2002 al 79º en 2005: “...los periodistas son víctimas del acoso judicial, amenazas y la instrumentación que las autoridades hacen de la publicidad oficial...”.

    La Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA (CIDH), en 2013 expresó su preocupación por el panorama de la prensa en Argentina —expuesto ante la CIDH por conocidos profesionales de ese país— que incluyó “ataques a periodistas, intimidaciones, presiones económicas, imposibilidad de acceder a información pública, así como denuncias sobre la distribución de la pauta oficial de publicidad y gestiones para boicotear la publicidad que financia a medios independientes”, entre otros puntos.

    La Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA), sindicato afín al kirchnerismo, que en la instancia de 2009 había aceptado la salida de Morales del Canal 7, en 2014 denunció que en la televisión estatal había censura proveniente de funcionarios del gobierno.

    La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) en diferentes informes en los últimos diez años expuso las dificultades para ejercer el periodismo en Argentina.

    Los nombres de periodistas echados de sus trabajos por presiones kirchneristas se acumulan: Néstor Castro, Marcelo Longobardi, José Pepe Eliaschev, Alfredo Leuco, Juan Miceli…

    En el periódico Página12, boletín oficial del gobierno entre 2002 y 2015, beneficiado con una pauta publicitaria injustificada si se considera su tiraje, desde 2004 se ejerció la censura tal como quedó expuesta en la carta pública de su prestigioso periodista Julio Nudler, fallecido meses después.

    Además, Kirchner, y luego CFK, utilizaban reiteradamente las cadenas radiales y/o televisivas para fustigar a periodistas y medios de prensa. Al estilo de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Lo hicieron con nombre y apellido en una Argentina en que la práctica del “escrache” (de origen mussoliniano) es común. Lograron que militantes kirchneristas apedrearan fotos de periodistas no alineados con el gobierno.

    Estos hechos no generaron en Morales pos 2009 el previsible cuestionamiento que hoy reivindica cuando entiende que él se ve afectado por una conducta presidencial similar.

    Esa adhesión al kirchnerismo le llevó a declarar que “Venezuela es el gobierno más democrático de América Latina”, en febrero de 2014, tras la represión gubernamental que dejó 43 muertos y cientos de detenidos en ese país; además de calificar de “golpistas” a los dirigentes opositores Leopoldo López—entonces ya preso político— y Henrique Capriles. Ese año, junto a Diego A. Maradona, realizó un programa en la cadena Telesur que emite desde Caracas.

    Morales ha sido un gran relator de fútbol, sobre todo cuando la radio no había sido desplazada por la TV en las transmisiones futbolísticas. Lo fue en Uruguay desde la desaparición del inolvidable Carlos Solé (1916-1975), hasta 1981 en que emigró a Argentina para consagrarse en un escenario mayor.

    Morales, paralelamente a su adhesión al kirchnerismo, fue trasuntando un protagonismo en la historia reciente del Río de la Plata en la que, para el imaginario de las nuevas generaciones, adquiría una trayectoria diferente de la real.

    En 2012 el periodista uruguayo Leonardo Haberkorn y el columnista Luciano Álvarez, molestos por cómo Morales “de un tiempo a esta parte se ha situado como ejemplo de periodista” y “como una especie de fiscal” del periodismo, se propusieron demostrar que la biografía de Morales “está construida por él mismo” y que su historia personal es diferente en muchos aspectos a su relato.

    Publicaron un libro (Relato Oculto, las desmemorias de Víctor Hugo Morales), que ofrece una visión diferente a la del relator. A ello contribuyó el propio Morales con sus crónicas escritas en el vespertino montevideano Mundocolor en ocasión del Mundial de Fútbol de 1978 de Argentina, organizado por Jorge Videla y Emilio Massera. Textos elogiosos de la situación argentina bajo dictadura.

    Relato Oculto… sacó a luz fotos y un audio en que Morales confraternizaba con militares uruguayos integrantes de la dictadura que imperó en Uruguay entre 1973 y 1985. Sumado a la evidencia de que Morales, entre 1975 y 1977, compartía actividades deportivas, asados y veladas tangueras en el tristemente recordado Batallón Florida del barrio Buceo de la capital uruguaya, y en el Batallón N° 13 del Ejército, conocido como “Infierno grande”, por ser uno de los centros de tortura por el que pasaron cientos de presos políticos. La imagen de Morales adquirió otros perfiles ante los ojos de quienes daban por buena la leyenda de un Morales antidictatorial.

    Los militares que imperaron en Uruguay décadas atrás quisieron aprovechar una sanción de la Asociación Uruguay de Fútbol (AUF) contra el relator por la que se le impedía el ingreso al Estadio Centenario. Fue en 1978. Morales no aceptó esa intermediación que hubiera permitido su entrada a las cabinas de CX 12 Radio Oriental. Y transmitió desde la azotea del Hospital de Clínicas, edificio contiguo a Centenario. Haberkorn matiza esta circunstancia con información según la cual jerarcas de la dictadura intercedieron para que se levantara la sanción.

    Y cierto es también que durante el Mundialito de Fútbol de 1981, el jingle difundido desde su cabina de trabajo (“Uruguay, te queremos/te queremos ver campeón/porque en esta tierra vive, un pueblo con corazón”), era coreado por el público asistente al Centenario en contraposición al himno oficial del torneo (“Bajo un sol y nueve franjas/los campeones del fútbol mundial/ reciben a los pueblos del mundo/en esta tierra de paz y amistad”).

    ¿Es dable pensar que el retorno al periodismo militante con aire sesentista que imperó en la Argentina de la última década genere estos escenarios que hoy vive el relator oriental?

    La peripecia de Morales ejemplifica hasta dónde puede deteriorar la aspiración de objetividad periodística —concepto casi imposible de practicar— la injerencia gubernamental populista ayudada por una oposición política ineficaz. Se verifica tanto en Venezuela como en la Argentina kirchnerista o el Ecuador de Rafael Correa. Medios de prensa, y por ende periodistas, ingresan, o se les hace ingresar, en actividades opositoras que no deben ser su función. Con la contracara de los periodistas que asumen errónea y conscientemente el papel de defensores de esos gobiernos.

    Hugo Machín

    CI 1.312.624-1