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El provincial de los jesuitas español Manuel Rodríguez Semprún fue uno de los impulsores de la Universidad Católica Dámaso Antonio Larrañaga (UCUDAL), cuyo decreto-ley de creación fue votado por el Consejo de Estado al final de la dictadura (1973-1985).
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El entonces obispo de Minas Carlos Mullins convenció a los jefes militares en duda, entre ellos el teniente general Gregorio Álvarez, que era bueno habilitar “una universidad que no fuera comunista” como se había convertido la fundada por el padre Larrañaga en el siglo XIX.
Los militares en el poder dudaron más cuando el provincial fue a visitar a los jesuitas Juan José Mosca y Luis Pérez Aguirre que estaban en huelga de hambre.
Aunque el decreto igual se votó, la entonces UCUDAL tuvo que sortear otro obstáculo: en la Comisión Nacional Programática (Conapro), un mecanismo que se creó a la salida de la dictadura, se levantaron voces para eliminar la institución recién creada.
A pesar de que nunca tuvo la impronta que algunos católicos critican a la Universidad de Montevideo (UM), a la que denominan una “sociedad paralela”, la UCU, que se mantuvo en solitario como privada durante una década, ya había comenzado a recibir críticas por elitista y también algunos elogios por desempeños académicos.
En marzo de 1987 el primer rector, Luis del Castillo, recibió al Papa Juan Pablo II en la sede de la calle 8 de Octubre y una de las primeras cosas que este le preguntó era si había una facultad de Derecho, la carrera que seguirían los hermanos Lacalle Pou.
Las polémicas respecto a la conveniencia de la existencia de la UCU siguieron durante toda una década.
Consultado esta semana por Búsqueda, el exdecano de Humanidades de la Universidad de la República (Udelar), Carlos Zubillaga, dijo que se reafirmaba en la opinión contraria que tuvo entonces como universitario católico, aunque reconoció que esa discusión ya fue saldada.
Cuando se cumplieron los 25 años de la UCU se planteó la discusión de cuándo fue fundada. Algunos opinaban que no había que soslayar el nacimiento en dictadura y otros, por el contrario, pensaban que al comenzar el 1 de marzo de 1985 era un producto de la democracia.
Las relaciones con los gobiernos encabezados por Vázquez y José Mujica no fueron malas. Al contrario, en 2015, cuando la enseñanza pública estaba en conflicto, muchas actividades del gobierno, por ejemplo en Turismo, se realizaron con la UCU y también en la UM, la ORT y la Universidad de la Empresa.
Aunque los frenteamplistas no tienen cargos de gran responsabilidad en la segunda universidad más grande, que cuenta con unos 5.000 estudiantes de grado, la directora general del Ministerio de Desarrollo Social, Graciela Mazzuchi, y el director de Derechos Humanos de la Presidencia de la República, Nelson Villarreal, son algunos ejemplos de docentes de se sabe son de este partido.
Mercedes Clara, cuyo nombre saltó a los medios cuando Daniel Martínez le propuso que fuera su candidata a vicepresidenta, realiza un trabajo de extensión desde hace 15 años y es la responsable de las actividades de inserción en barrios como Casavalle y Cerro, donde los universitarios aprenden a conocer otras realidades y ayudan al desarrollo de sus habitantes.
Otro docente de notoria filiación de izquierda es Juan Manuel Rodríguez, que dirige el Instituto de Relaciones Laborales.
Esas actividades han permitido aumentar el prestigio de la UCU en la sociedad. Por otra parte, estudios indican que la UM pasó a ocupar el lugar de formadora de las clases dirigentes y muchos de los estudiantes pertenecen a las capas medias y a los “nuevos ricos”, además de los becarios.
A pesar de esa legitimación, sobre la UCU, que en 2020 larga su carrera de Medicina, se mantiene un alto nivel de críticas. Una de las más frecuentes es estar demasiado pendiente del mercado, ser demasiado profesionalista y poco interesada en las posiciones teóricas críticas.
Por otra parte, durante el rectorado del comunista Roberto Markarian, la Udelar se acercó a la Católica e incluso el rector Julio Fernández, que al asumir reconoció su deuda con la estatal Facultad de Humanidades que lo formó, viajó junto a su colega a China.
A nivel de campo, Clara contó a Búsqueda que en el barrio Plácido Ellauri este año realizaron el primer trabajo conjunto con estudiantes de Arquitectura.
Uno de los puntos críticos es el trabajo de la Fundación Sophia, un proyecto de respaldo a los colegios católicos de bajos recursos que preside el rector Fernández y que podría ser potenciada por el nuevo gobierno, con Da Silveira al frente del MEC.
Aunque Fernández usa alza cuellos, lo que le otorga una imagen conservadora, puede ser considerado un moderado y liberal comparado con los sacerdotes del Opus Dei, los integristas católicos u otros más conservadores, explicaron fuentes eclesiásticas.