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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáDías pasados se publicaron varias notas periodísticas referidas al eventual y posible futuro ingreso del país a la OCDE. Con el pasar del tiempo uno ha verificado —y lamentablemente aprehendido— que estos planteos trascendentes en y para Uruguay aparecen y desaparecen como canta Gardel: “amores de estudiante, flor de un día son”.
Nos referimos a las notas que devienen de la visita que el elenco gubernamental hizo en la primavera de 2015 a la sede de la OCDE en París y se verificó el ingreso de Uruguay como observador en organismos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y su Comité de Asuntos Fiscales. (“Ingreso como observador a OCDE fue un paso muy meditado y beneficioso”, https://www.presidencia.gub.uy/.../vazquez-astori-gurria-rueda-prensa-paris-ocde, 30 oct. 2015).
Para comprender lo que este paso significa, podríamos compararlo al caso de que si Uruguay deseara participar oficialmente de una Maratón Mundial de élite, entre los mejores, se lo invitara a presenciar desde el palco la carrera. Lo cual —lógica y naturalmente— no implicaría la activa participación en la carrera, pero sí poder observarla desde la platea. Nada malo, por supuesto, pues inicio las cosas quieren, pero de ahí a pensar que efectivamente se puede lograr llegar a participar hay un largo, larguísimo camino, para el cual es necesario prepararse, esforzarse, sacrificarse y comprometerse.
Las notas periodísticas recientes son:
1) Astori, declaraciones en el almuerzo de ACDE, diario “El País” del 29 de marzo de 2017 (www.elpais.com.uy/economia/noticias/astori-uruguay-podra-miembro-ocde.html), donde expresa: “Uruguay ingresó al Centro de Desarrollo OCDE, que es una etapa previa a la membresía de la OCDE, que Uruguay podrá lograr en próximos tiempos”. Lo cual es cierto en la medida que se hagan tres precisiones para no inducir a error: a) el ingreso es como mero observador, no como activo integrante, b) el verdadero “paso previo” a la membresía tiene exigencias y compromisos que hoy lejos estamos en condiciones de concretar, c) la laxitud de la expresión “próximos tiempos” no debe, bajo ningún concepto, entenderse como que pueda ser factible antes de —por lo menos y con mucho viento a favor— cinco años.
2) En Búsqueda del 27 de abril de 2017, nota al Dr. Carlos Loaiza, autor de la reciente publicación de Pharos, Academia Nacional de Economía, “Uruguay miembro de la OCDE: un camino al desarrollo”, cuya lectura completa —con espíritu crítico y propositivo— es estimulante y muy recomendable (www.acadeco.com.uy/pharos/Uruguay_miembro_OCDE.pdf). La nota de Búsqueda se concentra en tres aspectos del libro: a) los reparos que existen o podrían existir al eventual ingreso a la OCDE por parte de algunos de los actores institucionales políticos, sindicales, empresariales y académicos del país, b) una cultura que impregna la idiosincrasia nacional que refiere a la no competencia, el igualitarismo y el no emprendedurismo, c) el planteo de la eventual conveniencia de buscar una aproximación a la OCDE en paralelo o sociedad con la Argentina actual.
3) Columna en “El País”, 6 de mayo de 2017, del Ec. Ignacio Munyo, “La OCDE y el desarrollo”, que viene a ampliar el planteo anterior (Munyo integra el elenco de colaboradores del libro de Loaiza). El planteo destaca el papel de las barreras que Uruguay tendría para acceder a una membresía plena y la incidencia que tienen las operativas y productivas por sobre las institucionales. Y resulta particularmente pertinente el cierre de la nota: “A nadie le gusta reconocer que se necesita una presión externa para hacer lo que se debe hacer. Sin embargo, muchas veces la presión externa es lo que termina por impulsarnos a hacer ejercicio o a comer sano. Lo mismo se aplica para los países. Y más aún cuando se tiene una agenda pendiente —en nuestro caso en educación, regulación laboral, reforma del Estado e inserción internacional— que se ha vuelto muy difícil de encarar”.
El planteo que el libro hace es desde una mirada desde el Uruguay, y ello se destaca por un consejero senior de la OCDE en el prólogo. Siendo este un encare original, válido y valioso, resulta insuficiente al momento de efectiva y crudamente abordar el tema de un posible ingreso a la OCDE, sobre todo si aparece cierta autocomplacencia o falta de rigor. Si se piensa en un eventual ingreso desde las convicciones, exigencias y requisitos de la OCDE, el Uruguay está muy lejos de lograrlo en un plazo prudencial, i.e. cinco años. No es lo mismo ir de compras y enfrentar al cajero que mirar vidrieras o prospectos y soñar con algún día comprar (windows shopper).
Que Uruguay acceda al Comité de Asuntos Fiscales como observador no fue más que una gentil retribución que se nos hizo por haber hecho los deberes para salir de la lista negra de 2009. Pero la OCDE se organiza en 23 Comités, y uno de ellos, tan básico como el que refiere al de Educación, en el cual descalificamos groseramente, es el Comité de Estadísticas y Datos, en el cual requetedescalificamos. Por supuesto no tomo en cuenta el arbitrario uso-abuso estadístico de algunos políticos que deshonran la política, tan bien caricaturizados con el dicho “las estadísticas son como los bikinis, sugieren lo accesorio, esconden lo esencial”. Y por si caso en las actuales circunstancias, vivan las mujeres, surjan las políticas mujeres y sobrevivan las estadísticas de excelente calidad.
Quien haya tenido la intención de comparar un país de la OCDE con Uruguay en base a los datos estadísticos, habrá corroborado que el país está en la prehistoria moderna. Y no me refiero a los grandes y poderosos países de la OCDE que desbordan y apabullan, me refiero específicamente a Estonia (EE), país que tiene la tercera parte de nuestro territorio, poco menos de la cantidad de nuestros habitantes y que en 1985 cuando el Uruguay salía de la dictadura con una crisis a cuestas, ellos recién comenzaban un proceso que culminaría en 1991 con la independencia de la URSS en una situación hipercrítica en lo económico, social y político. Largamos la carrera en el mismo período y lo hecho y no hecho está a la vista.
La diferencia que explica el éxito que ellos han logrado y los retrasos o fracasos que nosotros hemos alcanzado no se explican por haber querido o no pertenecer a la OCDE (EE está 3ª en pruebas PISA en el mundo, 1ª en Europa). No, el ingreso de EE a la OCDE es consecuencia de haber querido, de forma independiente y soberana, alcanzar el mejor desarrollo para su gente y su porvenir. OCDE no fue la “zanahoria del burro”, apenas fue la medalla al mérito que se le reconoció y logró por su auténtico esfuerzo. ¡En apenas 25 años! Está visto, tenemos que cambiar las cabecitas para que lo que sentenció Ida Holz hace unos días sea un mal recuerdo: “Uruguay está lejos del mundo, llega tarde”.
Aprovecho para comunicar que en pocos meses más tendremos el gusto de recibir durante cuatro días a tres referentes de la historia reciente de Estonia. Ellos han sido activos colaboradores en el proceso de estos 25 años, y los temas en que centrarán sus análisis serán: a) educación, b) políticas nacionales de Estado, c) innovación y emprendedurismo. Obviamente, tres temas interconectados de forma sistémica entre ellos y con múltiples otras áreas del quehacer nacional, y en todas esas actividades impera un auténtico sistema respaldado con datos, indicadores, monitoreos, controles, auditorías internas y externas, mejoras continuas y autocríticas y/o deconstrucciones según corresponde.
El problema y la solución de Uruguay no está en si la OCDE nos invita y eventualmente nos acepta, ni tampoco en subirnos al estribo de Argentina. Está en que nosotros nos propongamos, comprometamos y cumplamos llevar a cabo nuestras ideas e ideales; si tal es el caso, la OCDE podrá ser un bonus adicional y merecido, pero no un fin en sí mismo. Dejo constancia de que expresamente dije ideas e ideales, no ideologías.
Gonzalo Pou