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A pesar de los problemas puntuales en la evolución del cultivo de soja, en Estados Unidos estiman una cosecha superior a los 6 millones de toneladas, lo que sumado a lo que se considera será una muy buena siembra en Sudamérica, hacen prever al analista brasileño de la consultora Novitas, Anderson Galvao de la Puente, que los precios de la oleaginosa en el mercado internacional tendrán una nueva caída sobre fines de este año. Galvao recomienda a sus clientes en Brasil que se mantengan muy activos en los mecanismos de protección “porque en la coyuntura actual no creo en el sostenimiento de los precios”.
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Este especialista dijo a Campo que en algún momento del final del año los precios tenderán a bajar en dólares porque continuará un cuadro de oferta muy grande, producto de la cosecha norteamericana y una zafra “llena” en Sudamérica.
Señaló que los problemas en la zafra de EEUU no van a provocar daños importantes en la productividad y que salvo que haya un efecto climático muy severo en ese país o en Sudamérica, los precios no podrán sostenerse.
“La tendencia sería a debilitarse, principalmente en el escenario de un dólar fuerte que persiste en la economía mundial”, insistió Galvao.
Brasil incrementará su área de soja en unas 600.000 ha para la próxima campaña 2015/2016 que comenzará en octubre, con la premisa de que los aumentos en la eficiencia y la productividad serán suficientes para compensar los de los costos y la caída de los precios, según aseguró.
En el diálogo con Campo, realizado en Dolores en el marco de la XIX Jornada de Actualización Técnica organizada por Barraca Erro el pasado jueves 23, este especialista dijo, no obstante, que en algún momento va a haber una reducción de área. “Si los precios siguen debajo de los U$S 9 o U$S 10 por bushel en Chicago, en algún momento los productores de Brasil van a reducir el área” y lo mismo pasaría en países como Bolivia o Paraguay, que tienen costos logísticos más altos por estar más lejos de los puertos. Señaló que para países como Uruguay o Argentina, e incluso el sur de Brasil, que tienen una facilidad logística mayor, es muy importante que los productores sigan haciendo inversiones que les aseguren mejor productividad para compensar las potenciales bajas de áreas sembradas de la porción central de Brasil, que están a más de 3.000 km de los puertos, o de regiones de Bolivia y Paraguay .
El crecimiento previsto en 600.000 ha de soja y consecuentemente con maíz, para Brasil, se da “esencialmente” en tierras de sabanas, naturalmente muy pobres en fertilidad. Esto a juicio de Galvao implica que los costos de fertilización e implementación sean muy elevados. “La fertilidad es baja y si los costos de fertilización y de implementación son muy elevados, los productores tienen que compensar con alta eficiencia. Es la alta eficiencia, la escala, la gestión, la tecnología, lo que explica el crecimiento continuo del área sembrada en un país como Brasil”.
Respecto a Uruguay, señaló que en muchas regiones existen condiciones de fertilidad “mucho mejores” que en Brasil, pero que hay una “incertidumbre de clima” que hace que se tenga que buscar un balance donde las características positivas, como la logística, compensen las características negativas.
Galvao, quien fue invitado especialmente por Barraca Erro para participar en su jornada anual, dijo a Campo que el punto “positivo” es el de que las llamadas commodities alimentarias tienen una demanda “muy firme”, ya que China, India y todos los países en desarrollo siguen comprando más granos y más proteína animal, lo que da “mucha” tranquilidad a los productores de la región y del mundo.
Sin embargo, destacó que la preocupación está centrada en que el “superciclo” donde los precios alcanzaron niveles muy elevados como consecuencia del exceso de liquidez monetaria en la economía mundial, con un crecimiento muy acelerado de China, ya no existe y ahora los valores de los commodities “vuelven a un padrón más tradicional de demanda”.
Dijo que los análisis en Novitas indican que de no mediar ningún problema grave en Estados Unidos, Sudamérica o Europa, los precios de la soja quedarán próximos a los U$S 10 por bushel y los del maíz a U$S 4 por bushel. Con estos valores el desafío que tienen los productores ahora, no solamente uruguayos, es si quedan competitivos ante la nueva realidad y apuntó que la amenaza está por el lado de los costos, que subieron considerablemente en los últimos 5 o 6 años. “Los combustibles, los defensivos, los insumos en general, subieron mucho y ahora es un tiempo de consolidación y ajuste ante una nueva realidad de costos y rentabilidad”.
Expresó que hay costos, como la mano de obra o la logística, que son esencialmente denominados en moneda local, en pesos uruguayos, reales brasileños o pesos argentinos, y que tuvieron “algún beneficio” con las recientes devaluaciones de las monedas: Brasil casi 40% y el peso uruguayo casi un 30 %.
Dijo que la devaluación corrige parte de los incrementos de los costos, pero aseguró que “es mucho más necesaria una preocupación muy grande de los productores en relación con temas de productividad, gestión y administración del negocio, con el objetivo de bajar los costos, aunque se aumente la productividad y los volúmenes producidos”.
Precios a la baja
A pesar de la demanda firme y sostenida por la soja, atribuyó la baja en los precios, entre otros factores, al hecho de que durante tres años consecutivos todas las regiones de producción de soja en el mundo como EEUU, Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, tuvieron condiciones de productividad muy buenas. Galvao dijo que “claramente hubo regiones con problemas puntuales como la sequía en Brasil, pero la fotografía global siguió siendo positiva por tres años consecutivos” y que esto fue suficiente para poner los niveles de stock de soja en récord histórico. “Es un fenómeno muy atípico el de tres o cuatro años consecutivos de condiciones climáticas favorables en todo el mundo” y esto por sí solo es un factor que determina que aunque la demanda sigue firme, “la oferta creció mucho más”.
Y por otro lado mencionó la fortaleza del dólar, que conspira “siempre” contra el precio de los commodities. Dijo que si se observa que el precio cayó de U$S 15 por bushel a U$S 10 en tres o cuatro años, una porción muy importante de esa caída fue el fortalecimiento del dólar.
Apuntó también como una causa el efecto de las tasas de interés. “Cuando están más altas en la economía internacional, los precios de los commodities caen también, y ahora estamos caminando hacia una gradual suba de tasas de interés”.
Concluyó en que hay componentes coyunturales y macroeconómicos actuando en forma conjunta para bajar los precios de los commodities, no solamente agrícolas sino también industriales.