Urugombia es un pequeño y progresista país africano, gobernado por el rey Tabarembe Vazkombo y un exquisito séquito de iluminados consejeros.
, regenerado3Urugombia es un pequeño y progresista país africano, gobernado por el rey Tabarembe Vazkombo y un exquisito séquito de iluminados consejeros.
, regenerado3Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEste original gobierno ha hecho del voluntarismo su marca distintiva, incursando en los más diversos tópicos con un entusiasmo difícil de igualar. El tabaco, el alcohol, la marihuana, la inclusión financiera, de género, de oportunidades y de opciones están entre los terrenos en los que el gobierno interviene, regula, decreta, decide, castiga y premia.
En Urugombia, según la materia de la que se trate, los ciudadanos, o bien tienen todas las oportunidades, o no tienen ninguna.
En el ámbito del tabaco, por ejemplo, las medidas adoptadas por el rey (quien es además uno de los hechiceros más distinguidos del país) son de una prohibición total, lo cual le ha valido importantes reconocimientos internacionales. Los fumadores no pueden ejercitar su preferencia en ningún lugar cerrado, inclusive en sus propios hogares, en los que el rey mandó instalar sensores de humo que detectan las infracciones, las cuales son severamente penadas. Los infractores son colgados del cuello en alguno de los baobabs de la plaza central de la capital, Montevidembe, y mientras se van muriendo ahorcados, los soldados de la Guardia Real les disparan con sus cerbatanas dardos envenenados con terare, hasta acabar con su vida.
Lo mismo ocurre con el alcohol. En el país había gente muy bebedora, otros más moderados, y hasta abstemios. Pero el rey Tabarembe es muy drástico.
Los urugombios no pueden ingerir alcohol en lugares cerrados, ya sean bares, restaurantes o discotecas, o hasta en sus propios hogares. En todos lados hay cámaras de reconocimiento facial instaladas, hasta en las viviendas, frente a un espirómetro fijo, en el cual deben soplar una vez cada seis horas todos los habitantes del reino, durante el día o la noche. Los infractores de esta tolerancia cero con el alcohol son detenidos y sometidos a juicios sumarios, y de encontrársele más de 0.1% de alcohol en sangre, son tirados a los cocodrilos de la Laguna Merimbi.
Otra de las curiosidades reglamentarias de Urugombia es lo relacionado con la marihuana. Así como el tabaco y el alcohol están totalmente prohibidos, la marihuana está totalmente permitida, y los ciudadanos del reino pueden adquirirla libremente en las farmacias. Pero lo curioso es que el rey Tabarembe es contrario al consumo de marihuana, no obstante lo cual él mismo está autorizado, dado que la liberalización del cannabis proviene de un decreto ley del rey emérito Pepembe I, predecesor de Tabarembe. Pepembe I amenazó al actual monarca con sacarle a la calle las hordas terroristas de los tupamarombos, unos indígenas muy violentos, que pondrían en riesgo la institucionalidad del reino, como ya supieron hacerlo años atrás, en caso de que no se respete ese logro de su reinado.
El fenómeno de la inclusión también es objeto de observación interesante en este pequeño reino africano.
Recientemente, el rey decretó que no se elegiría más a la Reina del Carnaval, y que ahora se procedería en las carnestolendas a elegir a la Figura del Carnaval, ahuyentando así al fantasma del sexismo consumista y explotador de la figura femenina.
La primera elección salió bastante bien, y la ganadora fue una linda nativa urugombia. Pero lo que no todos saben es que, al estar el concurso abierto a mujeres, hombres, transexuales, intersexuales y demás elegebetíes, se presentaron al concurso la abogada Michellembe Suarongo, el gerente deportivo de un club de fútbol, el stripper Penembe Largombo, y hasta el criador de perros Huesombo Kanembe, quien inscribió en el concurso a su ovejero alemán Sultanembe, alegando que los animales tienen los mismos derechos que los seres humanos, y que en ningún lugar de las bases del concurso decía que los perros no podían competir. El perro salió cuarto.
El tema de la inclusión y la lucha contra la discriminación ha provocado algunos inconvenientes y generado algunos disgustos en las esferas oficiales. Tal es el caso de la reciente renuncia del internacionalmente reconocido director del Ballet Nacional de Urugombia, el célebre bailarín y coreógrafo Juliembe Bokamba, quien se resistió a incorporar al cuerpo de baile a tres rengos y un parapléjico, los que, según decreto del rey, deberían formar parte del Ballet para cumplir con la cuota inclusiva de discapacitados.
Algo parecido le ocurrió a Diegombo Naserembe, flamante director de la Orquesta Sinfónica del Sodrembe, organismo cultural por excelencia de Urugombia. El músico puso su cargo a disposición y amenazó con renunciar si las autoridades insistían en integrar a un manco como violinista, en función de la misma cuota inclusiva de discapacitados; y algo muy similar está ocurriendo en estos días con el maestro Estebambe Louisembe, quien dirige el coro del Sodrembe, a quien le quieren obligar a integrar a dos mudos y un tartamudo al grupo coral, aludiendo a la misma cuota.
Con la misma expectativa, el pueblo de Urugombia aguarda la integración de las listas para las próximas elecciones parlamentarias, en las que se deberá respetar la cuota integradora de todas las versiones en las que viene últimamente el ser humano, que se han puesto variadísimas y de lo más novedosas.
También es original que, en medio de tanta inclusión, el gobierno haya adoptado una exclusión totalmente excluyente, drástica y definitiva.
Un reciente decreto de ley firmado por el monarca, determina que bajo ningún concepto se aceptará incluir, para cualquier cargo o puesto, ni como candidato ni como postulante, en ningún elenco, equipo o concurso, así sea el de la Figura del Carnaval, al ciudadano Raulembe Sendikimbi, a quien se considera un descrédito en cualquier vacante que se presente.