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El sindicato gastronómico y hotelero trabaja junto a una ONG para que los migrantes conozcan y hagan respetar sus derechos laborales
Hay unos 85.000 extranjeros trabajando en Uruguay y suelen estar “sobrecalificados” para los empleos que consiguen; el gremio ve una “precarización” en el sector a partir de su llegada
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“Estos que vienen de afuera, que trabajan por dos pesos, que nos vienen a sacar el laburo”. Jorge González, presidente del Sindicato Único Gastronómico y Hotelero del Uruguay (Sughu), cuenta que, si bien la llegada de decenas de miles de extranjeros al mercado laboral uruguayo no ha generado situaciones conflictivas entre trabajadores, frases como esa comienzan a escucharse con mayor frecuencia.
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El fenómeno migratorio, sostiene, ha colaborado a “precarizar un poco” ese sector de actividad. Según dice, a la mayoría de los extranjeros los empleadores los toman con algún tipo de irregularidad: trabajan en negro, o están registrados en la seguridad social con un salario menor al que perciben o con menos horas de las que efectivamente trabajan.
Hace algunas semanas, el Sughu inició un intercambio con la ONG Idas y Vueltas, que brinda apoyo a migrantes que llegan a Uruguay. Para el sindicato se trata de una posibilidad de trabajar para empezar a “cambiar la cabeza” en dos sentidos.
Por un lado, González cree que es necesario erradicar los discursos críticos contra la llegada de extranjeros e “inculcar” la actitud de “abrirles las puertas”. Del mismo modo, entiende importante que los migrantes conozcan sus derechos laborales y los hagan respetar.
“La idea es ver si podemos cambiar un poco la cabeza del que viene. Porque llegás a un país que no conocés, venís desesperado por trabajar y te prendés a lo que sea. La idea es que ellos sepan los beneficios y los derechos que tienen para que seamos todo lo mismo. Que no se aprovechen estos explotadores”, dijo.
Además de aceptar ese tipo de condiciones de trabajo, los migrantes suelen estar más formados que los uruguayos. Para González, la existencia de locales que buscan específicamente personal extranjero es una muestra de que hay empresas que se benefician de la situación.
Hasta ahora, según cuenta, los extranjeros recién decidían acercarse al sindicato después de “cansarse” de que “los jodieran demasiado” en algún empleo.
Marginación.
Rafael Ramil, que trabaja hace cuatro años en la ONG Idas y Vueltas, ilustra rápidamente hasta qué punto llega el fenómeno de la “sobrecalificación” de los extranjeros con uno de los numerosos casos que reciben. Ahí conoció, por ejemplo, a un ingeniero dominicano que trabajaba cortando vegetales y como “bachero” de una empresa de catering.
Contrario a lo que suele pensarse, explica Ramil, está demostrado que la formación promedio de los extranjeros es mayor que la uruguaya. Para emigrar, complementa, se necesita un mínimo de recursos. Nunca son los que están “más más abajo en la escala social” los que se van de sus países.
“La migración venezolana y cubana en particular tiene un nivel muy alto de universitarios. Acá terminan accediendo a trabajos que no tienen absolutamente nada que ver con su nivel formativo, porque además es muy difícil revalidar estudios en Uruguay”, dice Ramil.
En el mismo sentido que González, sostiene que “usualmente” quienes llegan están dispuestos a “agarrar cualquier tipo de trabajo en las condiciones que sea”. Eso los lleva a aceptar “sin quejarse” trabajar más horas de las que lo haría un uruguayo.
Para Ramil, lo que sucede en el mercado laboral termina relegando a los migrantes a un “espacio marginal”. “Que una persona con formación terciaria, o un ingeniero, termine trabajando en limpieza o seguridad implica una forma de discriminación”, argumenta.
Todos los miércoles, Idas y Vueltas recibe a migrantes a los que les brinda orientación laboral, de vivienda y apoyo psicológico. “Intentamos, dentro de las limitadas capacidades que tenemos, dar cualquier tipo de solución”, resume Ramil.
“Combatir la explotación”.
La numerosa llegada de extranjeros a Uruguay y su mercado laboral es particularmente notoria en sectores como la gastronomía, la hotelería, los servicios y, “en menor medida”, la construcción, sostiene el inspector de Trabajo, Gerardo Rey. La mayoría provienen de Venezuela, República Dominicana, Cuba y Colombia. El fenómeno llevó a que el Ministerio creara el año pasado una Unidad de Migraciones para coordinar las acciones vinculadas a trabajadores extranjeros entre sus distintas reparticiones y con otros organismos, como el Ministerio de Desarrollo Social o el Banco de Previsión Social (BPS).
Determinar la cantidad de inmigrantes que trabajan en el país es difícil, explica Rey, pero a través de estimaciones es posible acercarse a una cifra. Los registros de seguridad social del BPS indican que en 2017 hubo cerca de 65.000 cotizantes “no nacidos en Uruguay”.
La aproximación es incompleta si no se suma el trabajo en negro. Según Rey, la informalidad en el mercado laboral uruguayo es de 24%. Las inspecciones que realiza el Ministerio no muestran indicios de niveles superiores con los trabajadores extranjeros. Si el promedio de informalidad se mantiene en este subgrupo, habría cerca de 20.500 trabajadores extranjeros más en el mercado. Unos 85.500 en total.
Las inspecciones del Ministerio ponen énfasis en el control de que los trabajadores extranjeros estén registrados en la seguridad social. Rey explica que el decreto 186 del año 2004 establece que esa es una falta grave y señala que están imponiendo multas de hasta 100 veces el valor del jornal del trabajador a los empleadores que incurren en esas prácticas.
Más allá del valor punitivo, Rey resalta el objetivo detrás de las sanciones: “Combatir la explotación de los más vulnerables”. Con ese mismo propósito, contó el jerarca, el BPS flexibilizó los requisitos para la inscripción de trabajadores extranjeros y permite que los empleadores los registren “solo con el pasaporte”.
“No hay excusas para no registrarlos”, afirmó.
Rey también observa el fenómeno de la “sobrecalificación”. Esa característica, en su opinión, demuestra que son trabajadores más “vulnerables” que los locales. “Podrían aspirar a trabajos de mayor calificación y sin embargo empiezan por estos sectores.() Lo primero que quieren es lograr una inserción temprana en el mercado laboral y a partir de ahí empezar a buscar empleos mejores”.