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    En el Frente Amplio las relaciones humanas van “mal”; hay dirigentes que se “pasaron de falopa” y necesitan ayuda de un “psicólogo”

    El próximo sábado, Daniel Martínez cumplirá su primer año al frente de la Intendencia de Montevideo. Fue una gestión en la que tuvo que dedicarse a “apagar incendios”, como los vinculados al tema de la basura y al transporte.

    El dirigente del Partido Socialista también tuvo que lidiar con comentarios y críticas desde el propio Frente Amplio. La semana pasada, el presidente de Cutcsa y asesor del presidente Tabaré Vázquez, Juan Salgado, lo cuestionó con dureza durante una entrevista con “El País”. Martínez dice que no sabe por qué sucedió, pero que se reunió con él y el asunto quedó laudado. Su sorpresa vino después, asegura, cuando dirigentes socialistas dijeron que el cruce y posterior reconciliación fue una puesta en escena. “El que cree que uno tiene esa truculencia que vaya al psicólogo, porque sin duda debe tener algún tipo de afectación psicológica”, dice el intendente ante esas acusaciones.

    “Se pasaron de falopa. La verdad es que es grave. Nunca fue un mundo de rosas el Frente Amplio, siempre hubo cosas. Creo que ahora se exteriorizaron a un nivel donde tenemos que bajar la pelota. Que haya debate de ideas. Pero seamos un poco más prolijos, discutamos dentro”, agrega Martínez.

    “Venimos mal en las relaciones humanas”, dice, aunque es optimista en que podrá mejorar el vínculo con los dirigentes del oficialismo. “Me da la impresión que la actitud de los cuatro candidatos (a la Presidencia del Frente Amplio) va en camino de ordenar la cancha y mejorar el relacionamiento”.

    A continuación, un resumen de la entrevista que Martínez mantuvo con Búsqueda.

    —¿Qué evaluación hace de su primer año de gestión?

    —Hubo muchos avances: la inauguración del Centro de Movilidad, la instalación del expediente electrónico, el presupuesto que apunta a tener un déficit 0, la ventanilla única para centralizar los trámites, la instalación de cámaras para evitar que se formen basureros endémicos. Está el proyecto de rehabilitación de la Ciudad Vieja. Mejoramos las cuentas del Mercado Agrícola para que no diera pérdidas. Políticas de realojamiento. Hubo mejoras sociales también. Se armó un gabinete paritario entre hombres y mujeres, con gente joven.

    Después tuvimos muchísimo trabajo, con una gran demanda de tiempo y de piense ante un montón de problemas, sobre todo con algunos temas estructurales y otros que son más de consolidación de gestión, de transversalidad, de trabajo en equipo, una estructura matricial. Tener procedimientos para todas las áreas y lo que sería lo primero: no olvidarse de que estamos en función de los ciudadanos.

    A la vez contento, porque creo que el equipo tiene mil cosas para mejorar, pero ha sido muy unido y no ha habido ruidos internos. Digo, los hubo, pero fueron mínimos. Con el nivel de tensión que hemos tenido podría haber sido una olla de grillos, pero la verdad es que ha habido mucha lealtad. Estoy contento. Quedan diez mil cosas para hacer que me hubiera gustado encararlas mucho antes.

    —¿Cuánto pudo concretar del plan con el que llegó a la Intendencia?

    —Estamos en una etapa difícil de evaluar. En cuanto al grado de avance diría que hubo un 40% del tiempo dedicado a apagar incendios y resolver situaciones no previstas.

    —Usted afirma que dentro de su equipo de gobierno no hubo conflictos internos. Sin embargo, sin haberse cumplido un año de gestión renunció el director de la División Limpieza, Néstor Campal.

    —Sí, pero no fue por ruido. Él vino acá y me dijo que era geólogo y que le habían ofrecido un cargo (como director nacional de Minería y Geología) que para él era como tener la 9 en la selección.

    —Sí, pero también es cierto que usted le cambió el equipo y el sistema de trabajo...

    —La conversación con él antes de irse fue muy amigable. Es más, cada vez que nos vemos es un encuentro fraterno. Obviamente, él no estaba cómodo porque había una situación compleja. Te aseguro que lo que le tocó enfrentar era complicado. Ahora está más ordenada la cancha.

    —De todas formas, antes de esa primera reunión, Campal le realizó duras críticas...

    —Sí. Él me lo reconoció, me dijo que estaba incómodo, pero la verdad es que después reconoció que el equipo de seguimiento (de la limpieza en la ciudad) era una herramienta importante. Cuando vos estás incómodo con una situación podés hacer críticas, pero eso ya es parte de la anécdota, no hacen la esencia.

    —Usted hace mucho hincapié en trabajar con información calificada. Durante la campaña prometió hacer una auditoría interna que nunca se hizo. ¿Qué sucedió?

    —Se hizo la parte previa nuestra, que es juntar datos. Lo que hace la auditoría es chequear y ordenar esa información. Solo falta contratar la auditoría. Se ofreció hacer el trabajo a cinco de las empresas más importantes del rubro: PwC, KPMG, CPA, Deloitte, Ernst and Young y CPA. Las que mostraron interés fueron KPMG y CPA. Falta seleccionar a una.

    —Hay políticos, incluso dirigentes del Frente Amplio, que dicen que el cruce y posterior reconciliación que usted tuvo con el presidente de Cutcsa y asesor presidencial, Juan Salgado, fue una gran puesta en escena. ¿Cuál es su opinión al respecto?

    —Ahí está el dicho: “El ladrón cree que todos son de su condición”. El que cree que uno tiene esa truculencia que vaya el psicólogo porque sin duda debe tener algún tipo de afectación psicológica.

    —Entonces hubo alguien que intercedió para que se reconciliaran. ¿El hecho de que ambos sean masones influyó?

    —¿Más one?¿Somos más que el número uno decís vos? Para nada, si a mí me preguntás todavía no entiendo qué pasó. Me levanto un domingo y veo eso en la prensa. Al rato tenía que ir al (barrio) 19 de abril. La prensa me quería preguntar y le digo: “Está muy fresco, déjenme tratar de entender, que no entiendo nada”. Desde el primer día, o de antes de asumir, le dijimos a Cutcsa que no teníamos nada en su contra, pero que nos interesaba la subsistencia de todos los actores que están en el sistema. En la reunión le dije a Salgado: “Terapia no hagamos, lo que pasó, pasó”.

    —¿Y qué le respondió él?

    —Se rió. Él ya había salido en la prensa, hasta había dicho que se había excedido. O sea, ya está, miro para adelante. Después, lo de la puesta en escena, que más que nada te diría que viene de algunos compañeros, es tan truculento que a mí me asombra.

    —Esa teoría incluso la sostienen dentro del Partido Socialista...

    —Ni ser de izquierda ni ser socialista es patente de nada, de nada. Hay gente buena y mala en todos lados. Creo que mucha gente se mete tanto en la política y en la lucha de poder que está pensando en qué maldad me quiere hacer el otro a mí. En definitiva, pierde perspectiva política. Estamos para construir un proyecto político para la gente, no para andar buscando si el otro me está serruchando las patas y cómo le serrucho las patas yo a él.

    —¿Cómo ve la interna del Frente Amplio en general?

    —Venimos mal en las relaciones humanas. Esto que comentaron ustedes (sobre que la pelea y la posterior reconcioliación con Salgado fue una puesta en escena) me parece tan truculento… Cuando me lo contaron (por primera vez) dije “se pasaron de falopa”. La verdad es que es grave. Nunca fue un mundo de rosas el Frente Amplio, siempre hubo cosas. Creo que ahora se exteriorizaron a un nivel donde tenemos que bajar la pelota. Que haya debate de ideas. Pero seamos un poco más prolijos, discutamos dentro. Me da la impresión de que la actitud de los cuatro candidatos (a la Presidencia del Frente Amplio) va en camino de ordenar la cancha y mejorar el relacionamiento. Ojalá sea así. Ha pasado mucha cosa, se ha dicho mucha cosa, se atribuye mucha cosa. Es lo que yo siento. Eso se supera con la unidad de acción.

    —En abril, después de realizar un acuerdo con el dirigente del Partido de la Concertación Edgardo Novick, usted habilitó la instalación de un shopping que pertenece a Carlos Lecueder —socio de Novick en varios emprendimientos—. Ese proyecto fue presentado en 2012, pero estaba hace tiempo trancado. Ese hecho se comentó mucho en la Junta Departamental, donde generó suspicacia...

    —Creo que Novick no está metido en ese tema. De todas formas, Lecueder tiene no menos de 10 o 15 proyectos. Hay gente que puede tener responsabilidad penal si por ser socio de alguien pasa a ser perseguido. El único tema que ha habido en contra de eso era el reclamo de la posibilidad de que hubiera una parte para el Municipio, una especie de oficina. Hasta ahora no he recibido ninguna queja de ningún tipo, ni antes ni después.

    —¿Le parece que la ciudad necesita otro shopping?

    —Hay un montón de estudios en los cuales eso no estaba cuestionado.

    —En la administración de Ana Olivera el proyecto quedó trancado...

    —Es una zona en parte muerta, lo sé muy bien, vivía a siete cuadras de ahí. La nueva realidad tiene nuevas lógicas. Uno ha venido mirando la evolución y el comercio en Uruguay se sigue manteniendo pese a la existencia de shoppings.

    —¿Pero a nivel político no es contradictorio que un gobierno de izquierda habilite un nuevo centro comercial de esas características?

    —No metas etiquetados. ¿Qué contradicción tiene con la izquierda hacer un shopping? A mí me preocuparía si destruís el pequeño comercio, que de repente se puede dar en algunos casos, y ahí hay que buscar formas alternativas de cómo trabajar. Pero el consumo no se evita, si la gente no va a un shopping, va al otro. Ese es un tema mucho más cultural.

    —¿Y no se supone que un gobierno de izquierda tiene que fomentar el cambio cultural?

    —Sí, está bien, lo vuelvo a decir: como tú no sos de izquierda, no entendés que son todos procesos. Nada es de un día para el otro. La ciudad también requiere un desarrollo equilibrado. Te aseguro que tan parado el proyecto no estaba. Lo que hice fue firmar algo que ya estaba hecho, ¿ta? En definitiva, el responsable del área entendía que esa zona requería, más que un espacio muerto, un proyecto que le diera vida y que le permitiera mejorar la calidad global y generara un impacto positivo en el lugar. Creo que ser de izquierda se basa en otras cosas, en otros principios.

    —¿Esos mismos conceptos son los que va a defender si se postula como candidato presidencial en 2019?

    —No, no. Ya lo planteé. No voy a ser candidato en 2019. Falta mucho y ni siquiera me preocupa el tema. Lo vuelvo a decir: por suerte, tengo alternativas, como volver a la ingeniería, que es la pasión de mi vida, y cuidar nietos. Así que no me preocupa en lo más mínimo.

    —Hace unas semanas sumó a Ramón Méndez, hombre de su confianza, para que coordine el trabajo entre los diferentes departamentos. Parece que esos cambios están orientados, justamente, a no hacer más cambios en el gabinete. ¿Es así?

    —Aguanté un año barriendo toda la cancha, siendo un intendente-gerente, pero soy un ser humano. Ya de por sí la función de intendente tiene un montón de responsabilidades que te absorben pila, y si encima estás detrás de cada tema, llega un momento que reventás. Entonces necesitaba a alguien como Ramón, que estuviera en el gabinete siguiendo los temas y aparte lograr enfocar cada vez más una acción estratégica. Apagar incendios tiene sus riesgos. Entonces, necesitaba quien me ayudara a gestionar, respaldándome, sacándome un montón de tareas.

    —¿El cargo de director del área no es quien tiene que encargarse de eso?

    —Está bien. Una cosa es cuando tenés una estructura que funciona en base a criterios, en base a procedimientos, y otra cosa es cuando tenés una organización que funciona en base a decisiones personales. ¿Por qué, por ejemplo, la comisión de seguimiento en el tema de limpieza que mostró mucho éxito? Al principio a Campal le molestaba, pero después reconoció que tuvo su éxito. Lo que buscaba la comisión de seguimiento era transversalizar. Se sumó a todas las áreas que podían apoyar o que de alguna manera tenían que ver con el tema. Dio un resultado notable.

    —¿Traer a Méndez no generó malestar entre los directores?

    —Somos un equipo y nadie se molestó. El conocimiento es cada vez más patrimonio de la suma de conocimientos de muchos actores. El mundo funciona así. El que no lo entienda, bueno, lo lamento, tiene que entenderlo.

    —¿Habrá otro cambio en el gabinete?

    —Veremos, dijo un ciego. Y sí, yo no te puedo... Mirá si a alguno le ofrecen un trabajo internacional de U$S 20.000 por mes y se me va.

    —¿Está conforme con todos sus directores entonces?

    —Ehhh... Por ahora no va a haber cambios.