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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEn una oportunidad, maestros y profesores, de la enseñanza pública se levantaron en huelga, suspendieron las clases y se negaron a cumplir el Decreto de Esencialidad que los obligaba a reanudar las clases de inmediato.
Hoy continúan declarando huelgas y ocupando locales de enseñanza.
Este comportamiento perverso perjudica sensiblemente a los alumnos, no solo por las horas de clase que pierden, sino por el ejemplo que reciben.
El mensaje que estos docentes están enviando puede resumirse así:
“Debemos cumplir las leyes y decretos siempre que no perjudiquen nuestros interés”.
Los padres huyen de la enseñanza pública y prefieren la enseñanza privada, aunque sea onerosa.
La enseñanza privada es más seria, pero tiene un peligro: en muchos colegios, los niños reciben enseñanza religiosa.
Los catequistas se aprovechan de la inocencia de los niños para inculcarles esas supersticiones religiosas, y de ese modo les producen un trauma que los acompañará el resto de su vida.
Se trata sin duda de una clara violación de los Derechos del Niño.
Una política de Estado determina que el gobierno debe tomar distancia de los asuntos religiosos.
En ese sentido, el gobierno, en defensa de los derechos de esos niños debería prohibir que menores de cierta edad recibiesen enseñanza religiosa.
No necesitaría actuar en forma autoritaria; un manejo habilidoso de los impuestos y subsidios sería suficiente para alcanzar ese propósito.
Ruben Castro Rivera