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Las imágenes iniciales muestran un paisaje atravesado por una carretera en la que transita una pareja en motocicleta, que llega a un enorme galpón a tener sexo y se ve interrumpida por un incendio voraz del que aparentemente se salva solo el hombre. Es un flashback cuya conexión con lo que vamos a ver se irá descubriendo luego. La historia sucede en Siglufjördur, Islandia, un tranquilo pueblo de pescadores con alrededor de 1.500 habitantes, ubicado en un fiordo al norte de la capital, Reikiavik. La cercanía entre todos sus vecinos, el conocimiento recíproco y la tranquilidad en la rutina diaria son las notas distintivas del lugar, además del viento helado, las tormentas de nieve y la escasez de sol. Este es el gélido pero apacible marco que bruscamente cambia cuando unos pescadores encuentran entre sus redes el cuerpo congelado de un hombre al que le faltan las piernas, los brazos y la cabeza. Es el planteo de Trapped (Islandia, 2015-2016), una serie de 10 episodios que puede verse en Netflix.
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Como lo dice su título, que en español significa “atrapados”, apenas descubierto el horrendo crimen una descomunal tormenta de nieve aísla al pueblo. El avión que debía traer desde Reikiavik a la policía técnica y al personal mejor preparado para la investigación, se demora días eternos por la inhabilitación para volar. Pero así como nadie llega, tampoco sale nadie de ese pueblo. A un lujoso crucero turístico danés recién amarrado al puerto, se le prohíbe volver a Dinamarca. Los pasajeros, mientras se aguarda la dilucidación del crimen, son alojados en el gimnasio del colegio del pueblo, para mayor inquietud de sus habitantes.
La trama puede parecer reiterada y común a otras series policiales. Sin embargo, no lo es para un pequeño pueblo de Islandia, un país con una bajísima tasa de homicidios y una policía que prácticamente no está armada y que tampoco cuenta con un equipo militarizado. En este país de 335.000 habitantes, en los últimos 20 años el promedio de homicidios fue de dos personas por año y no hubo un solo homicidio en los años 2003, 2006 y 2008. No debe sorprender entonces que la serie muestre el estado de alarma y pánico entre la población por la truculencia del crimen y la probable existencia de un asesino suelto en el pueblo.
Alarma y pánico que pasaron de la ficción a la realidad, porque apenas una semana después del estreno de la serie en Islandia, se reportó en Reikiavik la desaparición de Birna Brjansdottir, una joven de 20 años. El hecho dio lugar a un monumental operativo de búsqueda durante ocho días, hasta que finalmente el 14 de enero de 2017 la policía la encontró muerta en una playa a 50 kilómetros de Reikiavik. En setiembre último, Thomas Moller Olsen fue declarado culpable del crimen y condenado a 19 años de prisión.
Trapped ha sido certeramente definida por Sam Wollaston en The Guardian como “un nuevo y sofisticado drama islandés con toda la oscuridad, el frío y la belleza de Borgen y The killing, pero aún más intenso y claustrofóbico.” La serie está dirigida por Baltasar Kormákur y cuenta con un elenco de solvencia alta y pareja donde sobresalen tres policías locales, el jefe Andri (Ólafur Darri Ólafsson) y sus dos ayudantes, Hinrika (Ilmur Kristjánsdóttir) y Ásgeir (Ingvar Eggert Sigurðsson), funcionarios ejemplares que confían más en su celosa responsabilidad que en la demorada ayuda de sus superiores, anclados en Reikiavik por la tormenta de nieve. De ese trío descuella de forma magnética la figura de Ólafur Darri Ólafsson. Además de lidiar con un crimen que rompe todos sus parámetros, Andri tiene un hogar quebrado. Está a cargo de sus dos hijas, su mujer tiene una nueva pareja, pero él aún tiene esperanza y lleva las dos alianzas en su dedo. Un actor enorme por sus dimensiones corporales pero también por su estatura interpretativa, capaz de decir todo con una sola mirada.
Aunque es posible descontar alguna lentitud narrativa o cierto exceso que podría haberse pulido, como en la escena de la avalancha de nieve, el guion y la solidez del elenco sostienen sin respiro la acción. Con una fotografía deslumbrante de Bergsteinn Björgulfsson, el pueblo de Siglufjördur donde transcurre Trapped es un marco estético insuperable pese al frío y al encierro, con la prolijidad de esas casas que siembran la ladera de la montaña, el ferry gigantesco y amenazante anclado en el pequeño puerto, los automóviles enterrados en la nieve y el viento que no descansa. Eso sí que es invierno.