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Dos años después de que su colega Carles Padrissa dirigiera el espectáculo del Bicentenario y la ópera “Orfeo y Eurídice”, el alemán Jürgen Müller, otro de los seis directores artísticos de La Fura dels Baus, llegó a Montevideo para comenzar la preparación del próximo espectáculo de la compañía catalana. Desde hace dos semanas dirige un taller que permitirá a algunos de los 24 artistas uruguayos inscriptos participar el año próximo en “Murs”, el espectáculo que volverá a reunir en una misma producción a los fureros fundadores por primera vez después de las ceremonias de apertura y clausura de los Juegos Olímpicos de Barcelona, en 1992.
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Producido por el Festival Internacional de Artes Escénicas (Fidae), La Fura dels Baus y el Festival El Grec de Barcelona, el taller culmina con un work in progress que se presentó ayer miércoles 16 y se repite hoy jueves 17 a las 19 h en el Latu, con entrada gratuita y acceso por Avenida Italia. El proyecto prevé estrenar “Murs” en el festival El Grec de Barcelona y luego en la Fortaleza del Cerro de Montevideo, un sitio amurallado que fascinó e inspiró al alemán apenas lo conoció.
Flaco desgarbado, de anatomía fibrosa, piel arrugada y rostro recio a lo Clint Eastwood, Müller habla en perfecto castellano. “Al contrario de muchos grupos independientes donde un director se autoproclama rey, La Fura siempre ha mantenido la estructura colectiva”, dijo a Búsqueda este hombre nacido hace 58 años en Weiterdingen, un pueblito rural al sur de la entonces Alemania Federal, a pocos quilómetros de la frontera con Suiza, y que antes de cumplir 20 años se fue a vivir a Barcelona. “Luego de 15 años juntos (La Fura surgió en 1979) teníamos el deseo de proyectarnos individualmente, en dúos o en tríos, una etapa a la que llamamos ‘diversificación’. Ahora queremos reunirnos para compartir todas las experiencias que hemos recogido en este tiempo”.
¿Por qué elegir Uruguay para nutrir un espectáculo que claramente no será uno más? “La Fura se ha transformado para cierta gente en un mito. Aquí en Montevideo comenzó a circular una copia en VHS de nuestro espectáculo “Suz/O/Suz” (estrenado en 1985, con los intérpretes sumergidos en grandes piletones). La gente que lo vio nos pedía que lo hiciéramos aquí, pero en ese tiempo no pudimos venir”.
Entre estos 24 “profesionales y semiprofesionales” de las artes escénicas presentes en el taller (convocados por el Fidae) hay escenógrafos, videoartistas y 16 intérpretes de circo, música, teatro y danza. “Preparamos algo entre “Suz/O/Suz” y el trabajo más reciente de La Fura, que vincula la actuación real con la presencia virtual de actores en video”, adelanta, y recuerda a los interesados en asistir que se trata del producto de un taller, no de algo acabado. “Es muy importante no utilizar la palabra espectáculo porque estoy acostumbrado a estrenar después de al menos cuatro o seis semanas de ensayo, y un proceso de búsqueda que por lo general accede a mayores medios”, señala en referencia al equipamiento técnico. “Aquí tenemos 4.000 vatios de sonido pero por lo general usamos 12.000 vatios para generar una presión acústica sobre los espectadores, además de la presión actoral y de video. Creo, de acuerdo a mi experiencia, que todo espectáculo requiere una fase de búsqueda, pero también es imprescindible tener muy claras las direcciones de esa búsqueda y ser muy preciso en las instrucciones de la exploración. Si no, puede transformarse en un proceso interminable, como la búsqueda de la autorrealización espiritual”.
Sobre las virtudes de Uruguay como plaza artística experimental, agrega: “Ustedes están al lado de Buenos Aires, un monstruo cuatro veces más grande que todo el Uruguay. Cataluña también es chica, pero la proyección del trabajo que se crea aquí puede ser mucho más grande si se apunta a Brasil y Argentina. Están entre dos gigantes, y eso es muy interesante a nivel cultural. También es muy favorable para los creadores la inversión pública en cultura que existe hoy en Uruguay”.
Asedio.
Müller cuenta que por lo general los espectáculos de La Fura parten de “una palabra madre” que lleva a un concepto, que luego se articula. “Por ahí comienzan los talleres”. “‘Murs’ hablará sobre el asedio”, explica el alemán consultado sobre las “directivas” que ha aplicado en este taller. De ahí la alusión a los muros y el simbolismo del montaje en una fortaleza amurallada. “Pretendemos hablar del asedio, obviamente no solo del asedio a una ciudad, sino del asedio cotidiano, de medios masivos, de las redes sociales, de la economía y hasta del autoasedio. Hoy se hacen cosas muy fuertes a través de sistemas hipotecarios que estrangulan a la gente y deudas que estrangulan países, se crean falsas necesidades para que tomemos créditos para vivir mejor, porque el de al lado vive mejor. Queremos exponerlo”.
Luego de la palabra se pasa al ritual. Müller define espectáculos de La Fura como “Accions” (1984), “Suz/O/Suz”, “Tier Mon” (1988) y “MTM” (1994) como “obras muy ritualistas”. De la descripción que el director hace del taller se desprende que está sobre la mesa la apelación a que el intérprete se convierta en creador, un concepto escénico revolucionario en los tiempos en que La Fura comenzó a sorprender a los espectadores europeos, hoy propagado por medio mundo.
“La dramaturgia rítmica es el hilo conductor, no hay una narrativa legible. En el taller trabajamos sobre imágenes con el estímulo sonoro, lumínico y de video, y han hecho dos o tres cosas muy bonitas. Buscamos siempre renovar la atención del espectador, que está de pie y se desplaza. Nunca nos olvidamos de que cuando empezamos éramos creadores, constructores, montadores y desmontadores de todo lo que estaba en escena. Y como directores, buscamos que los intérpretes se identifiquen con lo que están actuando. Esto termina siendo un taller de lenguaje furero, que para Uruguay puede ser muy estimulante”.
Müller se muestra sorprendido por el nivel técnico de los talleristas uruguayos, “por la ausencia de egoísmo y de divismo”, por “lo rápido que progresan” y por la cohesión humana para formar “un grupo homogéneo” pese a sus diferentes orígenes.
“Accions” y Barcelona 92 son para Jürgen dos de los principales hitos en la historia furera y en su vida. “Hicimos cosas muy fuertes, que ni siquiera había soñado”. Luego destaca el desembarco en tierras operísticas y el estreno de “Imperium”, su primera producción personal con La Fura. “Hoy ya hemos dado tres veces la vuelta al mundo”, dice sin falsa modestia y no duda en señalar la influencia del grupo en algunos renombrados elencos latinoamericanos. “Se notó primero en De la Guarda y después por supuesto en Fuerza Bruta, en Argentina también se aprecia en TSO (de La Plata). Como nosotros trabajábamos en espacios de 30 por 20 metros, usábamos escenografías móviles. Cuando usamos carritos de supermercado, medio año más tarde, vimos los carritos en un desfile de moda (ríe). A nivel de movilidad, La Fura dels Baus ha hecho escuela”.
¿Podría La Fura haberse convertido en un Cirque Du Soleil? Müller responde sin eufemismos y le da con un caño al emporio de Guy Laliberté: “Aunque nosotros hacemos entretenimiento, creo que el Cirque Du Soleil solo hace entretenimiento. Veo ‘Alegría’ y todo lo demás parece lo mismo, con otros vestuarios y decorados. Veo una receta. ¡No puede ser que lo que haces guste a todo el mundo! Eso ocurre porque es extremadamente correcto, para todos los públicos, en todos los niveles. No quiere provocar un cuestionamiento interior en el espectador”.