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    Ganaron todos... o casi

    Director Periodístico de Búsqueda

    Nº 2154 - 23 al 29 de Diciembre de 2021

    El año termina con ruido. No solo el de la pirotecnia, que también se hace escuchar, aunque menos que antes. Finaliza como con una especie de interferencia en la señal, un zumbido molesto, una estática similar a la que unos cuantos años atrás se escuchaba en las transmisiones en directo de algunos partidos de fútbol en países lejanos, como la final intercontinental de clubes en Japón. Así lo registran algunos políticos, analistas, periodistas y los que siguen de cerca la agenda pública.

    Pero detrás de ese ruido no parece haber demasiado. Al exponerse por primera vez aturde un poco y lleva a emitir conclusiones apresuradas. Que es preocupante, dicen algunos. Que precede a un punto de quiebre, opinan los más arriesgados. Que dejará heridas y que costará sanarlas, también reflexionan desde distintos ámbitos. Todas son opiniones válidas y atendibles. Sin embargo, tienen un problema de origen: son demasiado literales.

    Y en política la literalidad suele no funcionar del todo bien cuando los protagonistas son dirigentes de primerísima línea, esos que ya llegaron lejos y que saben manejar muy bien cada una de las piezas que tienen sobre el tablero en el que juegan. Sus movimientos no son con un objetivo obvio e inmediato, buscan consecuencias a mediano plazo. Conformarse con la primera impresión de lo que hacen o dejan de hacer induce a error. Lo mejor es tratar de alejarse para procurar contemplar más allá y no solo el día a día.

    Desde esa perspectiva, da la impresión de que en el episodio centrado en la ley forestal votada por los legisladores de Cabildo Abierto y del Frente Amplio y vetada por el presidente Luis Lacalle Pou no hay perdedores claros. Más bien al contrario: todos los involucrados son un poco ganadores. Los beneficios se reparten entre las tres partes centrales: el presidente Luis Lacalle Pou, Cabildo Abierto y el Frente Amplio. Incluso el Partido Colorado, que parece haber quedado afuera, trata de aprovechar para perfilarse como el socio más leal del gobierno y el que le otorga seriedad y responsabilidad a la coalición. Así lo han hecho tanto su secretario general, el expresidente Julio Sanguinetti, como Pedro Bordaberry, otro de sus referentes.

    Cada cual tiene sus motivos para atribuirse el triunfo.

    Gana Cabildo Abierto por ser el padre del proyecto, luego de haberse comprometido con parte de su electorado a impulsarlo por más que tuviera resistencias en la interna del gobierno y por lograr que se aprobara, casi sin cambios, primero en la Cámara de Diputados y después en la Cámara de Senadores. Gana también su líder, el senador Guido Manini Ríos, porque se mostró como un hábil negociador, con independencia de Lacalle Pou y con capacidad de asumir riesgos. Su buena relación con algunos de los principales dirigentes del Frente Amplio y en especial con el expresidente José Mujica fue clave para llegar a la situación de hoy.

    Gana el Frente Amplio porque logra meter una cuña en la coalición de gobierno y dejar en claro que todavía tiene la fuerza suficiente como para cambiar el rumbo si alguno de los partidos a cargo del Poder Ejecutivo asume un rol disidente. Es cierto que se trata de un tema puntual, pero a través de él la oposición deja en claro que está disponible para generar alianzas, sea con quien sea, lo que provoca un escenario de incertidumbre con respecto al futuro. Eso sumado a que queda más en evidencia la cercanía ideológica en algunos temas entre el Frente Amplio y Cabildo Abierto y en especial la sintonía entre Manini Ríos y Mujica, que es posible que mantengan una comunicación mucho más fluida de lo que la mayoría se imagina.

    Que el rol asumido por la bancada opositora es oportunista, por supuesto. Eso no debería estar en duda. Durante los 15 años que el Frente Amplio estuvo a cargo del gobierno impulsó de forma decidida y constante la industria forestal. Tanto, que dos de las tres plantas de celulosa en Uruguay surgieron en ese período. Entonces, no parece del todo creíble que ahora esté a favor de limitar esa actividad. Pero se entiende como estrategia divisoria y, con el diario del lunes, parece darle un buen resultado.

    Gana el presidente Lacalle Pou porque mediante la ley forestal puede dejar en claro que el que manda es él y que no está dispuesto a aceptar desvíos al programa de gobierno acordado entre los cinco partidos que integran la coalición. A través de un veto anunciado previamente y enviado de forma inmediata, Lacalle Pou se consolida como el centro absoluto de la actual administración, algo que parecía claro previamente pero que aún no había quedado demostrado en los hechos.

    Es más: da la sensación de que el presidente está varios pasos adelante de su gabinete y de toda la estructura gubernamental, que cada una de las acciones del Poder Ejecutivo dependen en gran medida de lo que diga y haga. El poder está muy personalizado en su figura, no hay otros liderazgos que le hagan sombra. Al menos por ahora. Y el veto sirve como para reafirmar esa idea.

    Gana, aunque menos, el Partido Colorado. En principio quedó totalmente por fuera de la jugada, pero sus principales referentes la aprovecharon para intentar marcar su perfil. Así lo hizo Sanguinetti al manifestar públicamente su preocupación por el episodio de la ley forestal y decir que “no es algo baladí” y produce “ruidos internos serios”. Bordaberry fue un paso más allá al acusar, mediante una columna publicada el domingo 19 en El País, a Cabildo Abierto de dañar al gobierno y especular sobre la cercanía de ese partido político con el kirchnerismo y sus socios en Uruguay. Cabildo obtuvo casi la misma cantidad de votos que el Partido Colorado en las últimas elecciones y es probable que ambas colectividades disputen una parte del electorado. Este es el momento —deben estar evaluando los dirigentes colorados— de recuperar los votos perdidos. Especialmente Bordaberry, que parece que está cada vez más cerca de su regreso.

    Sin embargo, no todos ganan. Porque lo que más se pierde con este episodio en torno a la ley forestal es tiempo. Y hace falta mucho tiempo para poder avanzar en los temas realmente importantes. Los que suelen permanecer en silencio, los que no integran ningún partido político ni gobierno ni Parlamento ni nada pero están necesitando soluciones concretas a sus problemas son los que no juegan pero igual pierden. Como siempre.