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    Gorbachov y Harari

    Sr. Director:

    En el número del 7 de setiembre aparece entre las frases de la semana una del escritor israelí Yuval Harari, que dice que Mijail Gorbachov salvó a más personas que cualquier otro en la historia. Seguramente Harari se refiere a la desactivación del equilibrio del terror y a la consiguiente superación de la amenaza de guerra nuclear a partir de las reformas introducidas por el dirigente soviético y al fin del régimen comunista.

    Sin embargo, la afirmación de Harari es por lo menos incompleta, ya que hay dos personas que salvaron a tanta gente como pudo haberlo hecho Gorbachov y tal vez a más.

    La primera de ellas fue Norman Borlaug, un científico a sueldo de la Fundación Rockefeller que trabajaba en unas ruinosas instalaciones que esta tenía en México.

    Borlaug fue un ingeniero forestal y genetista considerado por muchos el padre de la agricultura moderna y de la revolución verde.

    En los años 1960 introdujo las semillas híbridas en la producción agrícola en México, Pakistán e India, lo que provocó un incremento notable de la productividad agrícola, y se lo considera responsable de haber salvado de la muerte por hambruna a más de 1.000 millones de seres humanos, ya que en pocos años la población del mundo se había más que duplicado, y si la producción de alimentos no hubiese aumentado en proporción, el desastre habría sido inevitable.

    En 1944 Borlaug fue a trabajar a México como fitopatólogo asociado a dicho programa. En los primeros años del programa, Borlaug y sus ayudantes mexicanos enfocaron sus esfuerzos en controlar las royas (enfermedad causada por un hongo) que destruían los trigales.

    Las primeras variedades de trigo resistentes a las royas se lanzaron en 1948. Esto logró que México alcanzara la autosuficiencia en la producción de trigo en 1956, y que pasara a ser de gravemente deficitario a gran exportador. El grupo de científicos que participó con Borlaug en Sonora obtuvo un logro de enorme trascendencia: el desarrollo de variedades enanas de trigo, las que al ser más pequeñas crecían en menos tiempo, lo que permitía realizar varias cosechas por año. Además mostraban amplia adaptación y eran más resistentes a enfermedades. En poco tiempo, muchos países como India, Pakistán, Turquía, Túnez, España, Argentina y China se beneficiaron de las nuevas variedades. ?

    A Borlaug se le puede considerar responsable de que haya tantos seres humanos con acceso suficiente a alimentos como nunca en la historia, y como reconocimiento de su obra le fue concedido el Premio Nobel de la Paz e innumerables premios, medallas y honores en todo el mundo.

    Nuestro segundo salvador se llamó Stanislav Yevgráfovich Petrov, un teniente coronel de las Tropas de Defensa Aérea rusas.

    El 26 de setiembre de 1983 Petrov evitó una catástrofe mundial cuando se produjo el llamado Incidente del Equinoccio de Otoño, que colocaría al mundo a escasos segundos del Apocalipsis atómico. A las 00.14 (hora de Moscú) un satélite soviético dio la alarma: un misil balístico intercontinental estadounidense se había lanzado desde la Base de la Fuerza Aérea Malmstrom (Montana, Estados Unidos) y en 20 minutos alcanzaría la Unión Soviética.

    Stanislav Petrov estaba a cargo del búnker Sérpujov-15, desde donde se coordinaba la defensa aeroespacial rusa. Su misión era verificar y alertar de cualquier ataque a sus superiores, con lo que se iniciaría el proceso para contraatacar con armamento nuclear a los Estados Unidos.

    Petrov pensó que debía de tratarse de un error, porque no tendría sentido que los estadounidenses atacaran con un único misil. Más tarde los ordenadores indicaron que cuatro misiles más se dirigían hacia la URSS.

    Petrov conocía bien las peculiaridades del sistema satélite de alerta temprana OKO y creía que este podía equivocarse, así que consideró de nuevo que eran muy pocos misiles, solo cinco, cuando Estados Unidos tenía miles de ellos. Audazmente decidió esperar y luego se descubrió que se trataba de una falsa alarma causada por una rara conjunción astronómica entre la Tierra, el Sol y la posición específica del satélite OKO. Cuando le preguntaron por qué no había dado la alerta, contestó:

    “La gente no empieza una guerra nuclear con solo cinco misiles”.

    Este incidente avergonzó a altos cargos soviéticos, y responsables de la disciplina militar consideraron que el teniente coronel Petrov se había equivocado en su decisión, ya que su deber era comunicar el dato a sus superiores, y dejar que ellos decidieran si era erróneo o no. Sin embargo, dadas las circunstancias no lo castigaron, pero lo destinaron a un puesto inferior y decidieron ocultar el incidente.

    En enero de 2006, Petrov viajó a Estados Unidos, donde fue homenajeado por las Naciones Unidas. Recibió además otros numerosos premios y distinciones.

    Preguntado al respecto, Petrov dijo:

    —Estaba simplemente haciendo mi trabajo y fui la persona correcta en el momento apropiado. Mi difunta esposa estuvo 10 años sin saber nada del asunto. ¿Pero qué hiciste?, me preguntó. No hice nada (lo que es irónicamente exacto).

    Si sumamos el logro de Petrov al de Gorbachov, deberíamos reconocer que los rusos son los mayores benefactores de la humanidad.

    Alberto Magnone