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    Columnista de Búsqueda

    N° 1961 - 15 al 21 de Marzo de 2018

    El martes 20 de marzo llega a Uruguay David Byrne (exvocalista, guitarrista y compositor de la banda Talking Heads) para presentar en el Teatro de Verano su último álbum, American Utopia. A principios de marzo, Byrne publicó en redes sociales una foto que mostraba a los colaboradores de su nuevo disco: ante la desilusión de muchas mujeres, los 25 colaboradores eran todos hombres. “¿Por qué no hay mujeres en tu utopía?”, preguntaba en Twitter la cantante y performer René Kladzyk, entre otras muchas voces decepcionadas. Pocos días después, Byrne compartió un comunicado que decía: “Quiero agradecer a las personas que me escribieron para llamar la atención sobre esto —es muy importante para mí”. Ante el asombro de muchos, lejos de molestarse, el músico estaba agradeciendo las quejas.

    En su texto, Byrne reconocía la falta de representación de las mujeres en la industria de la música como un problema muy extendido, y lamentaba el hecho de no haber contratado mujeres para su nuevo álbum —algo que sí había hecho en trabajos anteriores. “Me alegra vivir en una época en la que estas conversaciones se estén dando. Es duro darse cuenta de que no importa cuánto esfuerzo se ponga en empujar el mundo hacia lo que uno cree que es la dirección correcta, a veces sos parte del problema. Nunca pensé en mí mismo como ‘uno de esos tipos’, pero calculo que hasta cierto punto lo soy”.

    Decenas de mujeres reaccionaron con emoción ante el comunicado del músico, respondiendo una y otra vez “muchas gracias”. Es que en los tiempos que vivimos, respuestas como la de Byrne son más bien la excepción: no es fácil encontrar personas dispuestas a revisar su comportamiento en temas de discriminación, sin que se defiendan o se justifiquen. De hecho, sus disculpas provocaron el enojo de quienes esperaban otro tipo de reacción: los comentarios en sus redes iban desde “¡no es necesario que te disculpes!” y “lo que importa es la calidad de la música ¡no cuántas mujeres hay!”, hasta “acabás de hacerme vomitar”. Pero Byrne agradeció, porque fue capaz de prestar atención al motivo de las quejas.

    La teórica Sara Ahmed explica en su blog (feministkilljoys.com) que la palabra “queja” tiene siempre una connotación negativa: cuando una persona es puesta en el lugar de “quejosa”, automáticamente deja de importar el tema sobre el que se está quejando y el problema pasa a recaer sobre la persona en sí: “Se queja porque es su manera de ser”. Las feministas, señala Ahmed, somos usualmente vistas como “quejosas” o “aguafiestas”, por el simple hecho de que lo que supuestamente nos debería causar gracia, o alegría, muchas veces en realidad nos genera molestia. En el ejemplo de Byrne y su disco, la reacción inmediata es algo así como “en lugar de disfrutar de la música, se detienen a ver cuántas mujeres hay”. Bajo este mecanismo, el problema que se está queriendo señalar —en este caso la falta de presencia de mujeres en la industria de la música— queda automáticamente invisibilizado, y es sustituido por: “Las feministas son unas aguafiestas”.

    Hace exactamente una semana, el pasado 8 de marzo, millones de “aguafiestas” de distintas partes del mundo salimos a las calles a hacer escuchar nuestras quejas. El mensaje era claro: estamos cansadas de las discriminaciones, de las violencias, de las desigualdades; estamos juntas, somos muchas y no vamos a callarnos. Aunque los esfuerzos por desacreditar a los movimientos de mujeres son enormes y cotidianos, el feminismo es consciente de que, a pesar de sus diferencias y diversidades, cada una de las quejas vale: desde el brutal e incuestionable “dejen de matarnos”, hasta la más sutil lucha por el lenguaje inclusivo, pasando por si el señor Byrne contrató o no a alguna mujer para su último disco. Lo bueno es que somos tantas, que cada una puede dedicarse a trabajar sobre lo que más le duele; y que siempre habrá aliados, como David Byrne, capaces de reconocer los problemas, aceptar el desafío de cambiarlos, y agradecer las quejas.

    ?? La reina de las axilas