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El nombre de la enfermedad conlleva una carga de temor para cualquier paciente. Uno imagina de forma automática estados de gravedad, incluso la posible muerte. Pero no siempre es así. Si bien el cáncer de próstata es el que tiene mayor incidencia en los hombres uruguayos, con unos 1.500 casos nuevos diagnosticados cada año, “el espectro de gravedad de la enfermedad es muy amplio”, dijo a Búsqueda el médico, grado 5 de Urología y miembro de la Academia Nacional de Medicina (ANM) Roberto Puente.
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Si los hombres vivieran más de 100 años, serían todos portadores de células tumorales en la próstata, explicó. Pero eso no significaría, necesariamente, que se manifestaría en ellos un cáncer de próstata ni mucho menos que fueran a morir por esa causa. “La enfermedad puede ser de muy baja malignidad, indolente, o sea que en ese caso el riesgo de morir es mínimo o, por contrapartida, muy agresiva y peligrosa, por suerte con menos frecuencia, en donde la ventana diagnóstica y terapéutica es fundamental”, dijo.
Entre 500 y 600 hombres fallecen cada año por cáncer de próstata en Uruguay, según datos del Registro Nacional de Cáncer que lleva a cabo la comisión honoraria de lucha contra esa enfermedad. El coordinador de ese registro y miembro titular de la ANM, Enrique Barrios, destacó que esa cifra mantiene una caída sostenida desde principios de los años 2000. Cada año desciende alrededor de 2%.
Pero las tasas de incidencia y mortalidad del cáncer de próstata a nivel mundial se mantienen altas y en los campos de la oncología y la urología se plantean debates respecto a qué medidas tomar. Una opción es la que se conoce como screening, tamizaje o cribado. Se trata de un procedimiento de rastreo que tiene el objetivo de detectar la presencia de la enfermedad aun en ausencia de síntomas, entre toda la población masculina a partir de determinada edad.
Puente advirtió que “el tratamiento precoz, a toda la población, independientemente de la edad, de los riesgos” podría ser “peligroso, porque obliga a estudiar a un montón de personas, a hacer estudios invasivos y, eventualmente, a exponer a muchos a las consecuencias de los tratamientos, que son importantes para la calidad de vida”. En cambio, sugirió la realización de un “screening oportunista” que apunte en particular a la franja etaria de entre 55 y 69 años, excepto en casos de pacientes más jóvenes que tengan factores de riesgo.
La edad es el factor de riesgo más importante, ya que no son frecuentes los casos de cáncer de próstata antes de los 50 años. En general, el diagnóstico se realiza alrededor de los 65. Otro factor influyente es la carga genética, presente en el 10% de los casos. Si un hombre tiene un familiar directo, hermano o padre, con cáncer de próstata, el riesgo de padecer la enfermedad aumenta al doble y además tiene más chances de desarrollarla de forma más precoz y con una evolución más grave. Por eso, Puente sugiere un control más temprano, a partir de los 40 años, en esos casos.
“En este tipo de instancias informativas tenemos que ser muy cautos. No es que todo el mundo tenga que controlarse y no es que nadie tenga que controlarse. Buscamos algunas alternativas que sean lo más ecuánimes posibles para que las personas que tienen riesgo de contraer cáncer de próstata no lo corran y para que aquellas personas que no necesitan (tratamiento), traten de evitarlo”, agregó el urólogo.
Puente opinó que Uruguay está “bien posicionado” en lo que refiere a diagnóstico y tratamiento del cáncer de próstata, y que no está lejos del “primer mundo”. Mencionó como hito fundamental el uso del antígeno prostático específico (PSA, por su sigla en inglés), un examen de laboratorio que se incorporó a partir de 1991 y que permitió diagnosticar la enfermedad en etapas precoces y así aplicar medidas terapéuticas efectivas.
La pandemia de Covid-19 llevó a la postergación de muchas consultas y controles de cáncer de próstata. Pero, al no ser una enfermedad “explosiva”, según Puente, es probable que no haya tenido una “enorme repercusión” en la prevalencia y mortalidad de la enfermedad. Las cifras todavía no están disponibles. “Seguramente alguna incidencia tuvo que tener, pero nosotros no postergamos intervenciones cuando había que hacerlas, no postergamos estudios diagnósticos si eran pertinentes”, aseguró.
A nivel primario, no existen muchas estrategias específicas para prevenir el cáncer de próstata, más que llevar una vida sana, con una buena alimentación y ejercicio, lo que se indica para la prevención de cualquier enfermedad.