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    Haciendo boca

    Hoy trataremos un tema bien veraniego, amigos: el vegano. Un tópico livianito para abordar con esta calor de morirse.

    ¿Qué materia le falta salvar al vegano para que se lo declare loquito y lo metamos adentro de un psiquiátrico? Para mí está golpeando esa puerta hace rato. Un día se va a abrir, y… una vez que se abre, preparen esas sienes porque se viene lo que ya sabemos que se viene.

    Ojo, me encantaría conocer un vegano y hablar, y preguntarle cómo son en su mundo, el mundo ese en el que viven ellos, que se sufre por cada muerte de cada animal en cada rincón del mundo. Deben tener una vida horrible, es gente que la tiene que pasar muy mal; consideran que comer carne animal es un asesinato, lo mismo que si se estuvieran comiendo a un humano. Vivís adentro de la Sociedad de la Nieve pero sin la nieve. Piensen en esto: cada vez que ven un churrasco sienten que hubo un asesinato, y por lo tanto un asesino. Porque eso es lo otro que tiene el vegano: deja la impresión, siempre, de que nos está enjuiciando a todos moralmente todo el tiempo.

    ¡Y cómo sufre! No es el país más adecuado para hacerse vegano este, además, así como Noruega no es el país para hacerse nudista; va caminando por la calle, se le mete el humito de asado en la nariz —algo habitual en estas tierras— y piensa: ¡genocidas! Lo mismo que un bolche cuando pasa por la casa de un milico de los 70, a ese nivel. Es gente que debe estar indignada 17 o 18 horas del día. Eso le calculé yo, al vuelo, tampoco es que lo hice muy científico, pero calculé esa carga diaria de horas de indignación, acompañadas de unas 11 o 12 horas diarias de sufrimiento liso y llano que a veces coincide y a veces no.

    Y los huevos tampoco te los comen los veganos. Claro, le estás haciendo un aborto a la gallina de alguna forma, aunque no estén fecundados, la gallina no lo sabe, así que es un aborto psicológico, es comprensible… A lo mejor los católicos tampoco deberían comer con huevo, tendrían que revisar su doctrina ahí los católicos. Un católico vegano debe tener un discurso lindo, no he conocido católicos veganos; en realidad tampoco he conocido veganos a secas, para mí son como los marcianos, es algo de lo que he leído pero no pasa de ahí, me interesa, me gusta leer de veganos pero también me gusta leer sobre los caballeros del medioevo y no conozco a ninguno. No sé si hay vegano católico, pero si hay, me lo imagino impenetrable, de esos que te ponés a hablar y no te dejan pasar una, ni por cortesía te tiran un “puede ser, a lo mejor hay algo de cierto en lo que decís más allá de tus obvias limitaciones en cuanto a sensibilidad y dignidad”.

    No comen huevos, entonces, debido a que están en contra de la explotación de la gallina, y tampoco toman leche porque se está explotando a la vaca; al no haber ningún acuerdo bilateral firmado para que nos dé la leche y nosotros a cambio le demos todo ese pasto para comer y le matemos los parásitos y la vacunemos, es explotación. Son como marxistas de las vacas y las gallinas estos veganos. Simpáticos.

    Básicamente están en contra del Hombre, les cae mal el ser humano, y no hay vuelta. Todo el amor que tienen se lo gastaron en el resto de los bichos de este planeta, odian al ser humano. No estamos muy lejos de que empiecen a aparecer veganos bomba en las carnicerías y las parrilladas, o en la rural del Prado. El fanático, cualquiera sea su orientación, siempre está a medio golpe de manija de entrar a las grandes ligas de los fundamentalismos.