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El adolescente odia al adulto. A diferencia de los adultos, que no odian a los adolescentes, dado que los perciben como víctimas de una enfermedad pasajera, rezan para que pase rápido y chau.
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Buena parte del odio radica en la incomprensión. Los adolescentes no entienden a los adultos, los ven como si fueran de otra especie, como un tatú mulita miraría a un oso polar, más o menos. En cambio, a los adultos, gente más madura y reflexiva, les pasa lo mismo: no entienden al adolescente medio. Y ahí está lo lindo, ¡tienen algo en común! Quiebro una lanza por los adultos: el único ser vivo capaz de comunicarse con un adolescente y entenderlo es otro adolescente; ellos solo reconocen la existencia de sus pares, el resto de la humanidad les provoca una tirria espantosa, cuando no asco.
Tampoco es que tengan mucho para comunicar los adolescentes, basta verlos hablar entre ellos un rato para darse cuenta de que son un grupo de prototipos inacabados de seres humanos, que viven un universo formado por 10 palabras como mucho. Lo sorprendente es que con esos poquitos vocablos les da para nombrar y reflexionar sobre el 90% de las cosas que habitan y suceden en su mundo, es increíble pero funciona. “Re quemante, boludo, yo iba así, tipo tranqui, y piso una baldosa floja y salta agua, boludo, pero agua corte podrida, corte sucia, y nada, boludo, tipo que me ensucia toda, nada, eso, ta, nada, toda sucia. Boludo. Quemante.”. Ahí está, listo. Ese es el vocabulario de ellos, 9 palabras promedio, y así piensan también, piensan con esas mismas herramientas que utilizan al hablar, es casi un milagro que sobrevivan.
El adolescente anda por la vida como si el mundo le debiera algo, se queja de toda norma establecida o acontecimiento (hasta el viejo parece más piadoso y tolerante en ese sentido, cómo será la cosa), todo lo que se aparte mínimamente de su deseo inmediato pasa a ser una injusticia contra la que debe rebelarse. Y no se calla nada el mocito, es un dispensador de verdades sólidas funcionando las 24hs del día, el único impasse en el que desconecta la máquina es cuando se dedica a la masturbación.
Una de las noticias más alarmantes es que la etapa de la adolescencia, hoy en día, con mayor o menor virulencia, estaría empezando a los 8 años. Sí, señores, a partir de esa edad el chiquilín ya le ingresa en la preadolescencia. ¿Qué es la preadolescencia? Una instancia en la que a uno le van avisando el infierno por venir: su hijo ya es un preadolescente y por lo tanto uno ya lo va presufriendo desde entonces.
—¿Cómo andan tus hijos?
—Mis hijos bien, pero yo no tanto. Ando prehorrible, mi hija cumplió 9 y es una preadolescente, lo cual se le nota porque ya me trata como el preculo, me preladra cada vez que preabre la boca. Es preespantoso esto, no quiero saber cómo va a ser a los 13.
Que empiece antes no quiere decir que termine antes, la adolescencia estaría llegando hasta los 35 años, más o menos. Es como Pocitos: le fueron agregando pedazos de otros barrios al lado y le pusieron nombres tipo Pocitos Nuevo, Altos de los Pocitos, Pocitos Soho, Pocitos Copenhague, etc.; así, Pocitos cada vez empieza antes y llega más lejos. Todo es Pocitos ahora. ¿Y cuál es la causa por la cual la adolescencia empieza antes? La misma que en el caso de Pocitos: la plata. Cuanto antes empiece la adolescencia antes empezarán a gastar como enfermos (adolescentes). El adolescente es el más caro de los hijos a esa edad, así como Pocitos es el más caro de los barrios en esa zona. Por eso todo se llama Pocitos y adolescente.
