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    Intendencia de Montevideo obliga a etiquetar alimentos transgénicos; especialistas pretenden que sea una exigencia de carácter nacional

    Mayoría de snacks a base de maíz como nachos y chizitos tienen componentes genéticamente modificados, según una investigación de la Facultad de Ciencias

    Galletitas Oreo, chocolates M&M, cereales, algunas mayonesas y salsas para ensaladas, comida para perros y gatos y hasta los populares chocolates norteamericanos Kisses de la empresa Hershey’s, todos estos productos se encuentran en la góndola ubicada en uno de los corredores de la sede central de la multinacional Monsanto en San Luis, Estados Unidos. Un guía y ex trabajador de la empresa muestra orgulloso cómo este gran número de productos de la vida diaria contienen transgénicos. La discusión internacional entre las empresas, gobiernos, científicos y organizaciones no gubernamentales se centra en si es correcto o no etiquetar estos productos y que el consumidor sepa cuáles están fabricados con ingredientes de organismos Genéticamente Modificados (GM) y cuáles no.

    La Intendencia de Montevideo (IM) tomó postura sobre este debate y convirtió a Uruguay en el segundo país de Sudamérica —luego de Brasil— en establecer la obligatoriedad del etiquetado de los alimentos que contienen transgénicos en más de un 1% de sus componentes. Ecuador ya marcó un plazo para que las empresas se preparen para una futura exigencia. La Junta Departamental de Montevideo aprobó en diciembre de 2013 una nueva norma (decreto 24.901) que determina esta obligatoriedad, según informó “El País”.

    “El consumidor tiene el derecho a saber si el alimento que consume tiene o no componentes transgénicos, este es el sentido de la norma, garantizar el derecho del consumidor”, dijo a Búsqueda Pablo Anzalone, director de Salud de la IM.

    La Intendencia estima que cuando las empresas incorporen el nuevo etiquetado para Montevideo seguramente lo hagan para todo el país. “Por eso pensamos que va a ser un avance para la aplicación a nivel nacional. Además las empresas que ya lo hacen para Brasil, aplicarán lo mismo ahora para Uruguay”, expresó Anzalone. “Va a ayudar a la aplicación luego a nivel nacional. Montevideo es el principal mercado y lo más probable es que haya una adecuación a esta norma en general y que cuando se aplique a nivel nacional tenga ya un terreno avanzado”.

    Las empresas que trabajan a nivel regional y venden sus productos a Brasil ya tienen instrumentado este mecanismo de etiquetado, por eso ahora la IM “seguramente adopte una norma con características similares” para que sea “lo más compatible posible” con la región, añadió.

    El camino.

    La IM envió en 2012 una propuesta al Ministerio de Salud Pública para que integre el etiquetado obligatorio de alimentos transgénicos a nivel nacional. El Ministerio “no lo descartó”, pero le contestó a la IM que para aplicar algo así en todo el país “necesita una ley sobre alimentación que todavía no existe” y que los gobiernos departamentales tienen la competencia para establecer este tipo de disposiciones dentro de su territorio, recordó Anzalone.

    Tras esta respuesta la IM se abocó a preparar un documento en base a normativa internacional, elaborado por un grupo de especialistas en la materia entre los que figuran algunos docentes de Facultad de Química y Ciencias. Este grupo visitó en julio de 2013 la Comisión de Salud de Diputados para presentar un anteproyecto de ley y plantear la necesidad de establecer como obligatorio el etiquetado de alimentos con ingredientes genéticamente modificados.

    Según el decreto 24.901 de la Junta Departamental de Montevideo —de fines de 2013—, que dedica uno de sus capítulos a los alimentos que contienen organismos genéticamente modificados, estos productos “deberán lucir en su rotulación la siguiente frase: Este producto contiene Organismos Modificados Genéticamente”. Detalla que “los alimentos que han sido manipulados genéticamente o que contienen uno o más ingredientes provenientes de éstos que superen el 1% del total de componentes, deberán ser etiquetados especialmente”.

    El término “alimento manipulado genéticamente” significa que es un producto destinado a consumo humano producido a través del uso intencional de la ingeniería genética. En cambio, “ingrediente manipulado mediante ingeniería genética” refiere a un producto que es elaborado con un ingrediente “derivado de cualquier parte de un organismo que ha sido manipulado genéticamente”, establece el documento. Estas características moleculares o celulares alteradas del organismo son detectables en el producto mediante análisis.

    Mercado.

    El Ministerio de Ganadería está analizando el alcance de la decisión de la IM de establecer el etiquetado “obligatorio” de los alimentos que contienen productos genéticamente modificados y si corresponde expedirse sobre este tema, considerando que la normativa legal vigente (mediante el decreto 353 del año 2008 del Poder Ejecutivo) optó por el rotulado “voluntario”, señalaron a Búsqueda fuentes del Gabinete Nacional de Bioseguridad. No obstante, reconocieron la potestad que tiene la comuna capitalina de adoptar ese tipo de medidas vinculadas a la inocuidad alimentaria. Al ser consultados sobre los eventuales problemas que pueda generar la nueva norma departamental en la comercialización de productos importados de países donde no existe el etiquetado obligatorio, los informantes consideraron que las empresas interesadas en el negocio pueden adecuarse perfectamente a esa exigencia.

    “De establecer una exigencia fuerte en este sentido —como un etiquetado obligatorio de los productos genéticamente modificados—, pondríamos una fuerte restricción al comercio y al desarrollo de algunos sectores industriales y agroindustriales importantes para el país y sería impracticable en los hechos”, advirtió el actual ministro interino Enzo Benech en un artículo publicado en 2008 en el Anuario de la Oficina de Programación y Política Agropecuaria, cuando era presidente del Instituto Nacional de Semillas.

    Según Anzalone, “el trabajo de reglamentación va a llevar algún tiempo. Estamos en instancia de diálogo permanente con la Cámara Industrial de Alimentos”. A lo largo del 2013 las cámaras empresariales y la intendencia capitalina han mantenido contactos en el marco de las reuniones de la Comisión Asesora de Seguridad Alimentaria en la que participan desde mediados de 2013. Búsqueda intentó comunicarse con la Cámara Industrial de Alimentos Envasados pero no logró contactar a los representantes designados.

    Análisis.

    El Laboratorio de Trazabilidad Molecular Alimentaria (Latrama) de Facultad de Ciencias y el Laboratorio de Bromatología de la IM trabajan juntos para estudiar transgénicos en alimentos tras un convenio firmado hace poco más de un año. “La parte técnica ya está en marcha y estamos teniendo resultados”, dijo a Búsqueda Claudio Martínez, doctor en Ciencias Biológicas, profesor de la sección Bioquímica e investigador de Latrama.

    Uno de los últimos estudios realizados fue el análisis de snacks en base a maíz como los nachos, chizitos y otros similares, importados y nacionales, que circulan en el mercado uruguayo. Comprobaron que aquellos snacks fabricados en la Unión Europea —que cuenta con la normativa de etiquetado obligatorio— estaban clasificados como no transgénicos y de hecho cumplían con esta premisa. En cambio, los que venían de países en los que no se exigía el etiquetado de los alimentos fabricados con ingredientes genéticamente modificados, todos los tenían en su composición.

    El investigador destacó que existe capacidad y personal formado para realizar los controles necesarios tras la aprobación del etiquetado obligatorio. “Estamos terminando de poner a punto la metodología. Vamos a usar metodología validada con el fin de no dejar ningún hilo suelto”, precisó Martínez. Indicó que hasta el momento en Latinoamérica solo Brasil realiza estos estudios de manera sistemática, y ahora comienza Uruguay.

    En paralelo a la tarea con transgénicos se están abriendo líneas de trabajo para determinar y cuantificar especies animales y vegetales en alimentos. La llegada de tecnología de punta a la Intendencia en el último trimestre de 2013 no solo permite analizar cualitativa y cuantitativamente el contenido de los alimentos GM, sino que abre el abanico para realizar otros estudios como el análisis del queso de cabra y de la composición de chacinados y determinar si existen casos de adulteración de estos productos por contaminación o fraude.

    Enfrentados.

    Las empresas multinacionales productoras de alimentos transgénicos como Monsanto se oponen a exigir el etiquetado de alimentos con ingredientes GM, mientras organizaciones ambientalistas batallan por defender el derecho al consumidor y aluden riesgos para la salud al consumir estos alimentos.

    En el medio, gobiernos y científicos toman posturas diversas. Estados Unidos no tiene etiquetado obligatorio pese a algunas iniciativas legislativas que planteaban exigirlo. Hay científicos como Martínez que afirman que si bien faltan estudios a largo plazo para conocer el efecto de ingerir durante décadas productos transgénicos, los consumidores tienen el derecho a conocer hoy qué alimentos eligen comprar. En 2011 Naciones Unidas elaboró guías para el etiquetado de alimentos GM en el Codex Alimentarius.