N° 2051 - 19 al 25 de Diciembre de 2019
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEn los últimos días, Uruguay recibió noticias positivas y otras no tanto desde el mundo y la región.
Comenzado por las novedades positivas, el miércoles 11 la Reserva Federal (Fed, por su sigla en inglés) de Estados Unidos dejó sin cambios la tasa de fondos federales en un rango de entre 1,50% y 1,75%. Lo más importante es que las proyecciones presentadas para los dos próximos años muestran que no piensa subirlas en todo 2020, y que recién habría un alza de 25 puntos básicos en el correr del 2021. En definitiva, salvo un cambio significativo en el contexto económico estadounidense —sea en materia de crecimiento o de inflación (algo que luce muy poco probable en la actualidad)—, el panorama financiero para los próximos dos años luce despejado, con un contexto de abundante liquidez y tasas de interés muy bajas.
Otra noticia positiva fue la confirmación, el viernes 13, de que EE.UU. y China alcanzaron un acuerdo para evitar seguir “escalando” en el conflicto comercial que mantienen desde hace más de 18 meses, y que ha sido uno de los factores básicos que han explicado la desaceleración de la economía mundial a lo largo de todo este año. Aunque falta conocer los detalles de lo que se ha dado en llamar la “Fase I” del acuerdo, el solo hecho de que se haya evitado la suba de aranceles programada para el domingo 15 por parte de EE.UU. provocó un renovado optimismo en los mercados financieros internacionales; habrá que ver si se traslada a decisiones de mayor inversión por parte de las empresas, que a su vez permitan una aceleración del crecimiento el año que viene. Como mínimo, y aunque quizás sea solo temporalmente, se evitó una profundización de la dinámica negativa en el tema comercial, lo cual en el margen es algo positivo.
Así como el mundo se volvió “más amigable” para Uruguay (sobre todo desde el punto de vista financiero), y aunque era algo totalmente previsible, las noticias que se recibieron en estos últimos días desde Argentina no resultan nada alentadoras para nuestro país ni en el corto ni en el mediano plazo. En el marco de lo que se ha dado en llamar la “Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva”, el recientemente instalado gobierno de Alberto Fernández anunció medidas tales como el aumento de las detracciones a la exportación; la suba de las alícuotas del impuesto de Bienes Personales; el congelamiento de las tarifas de servicios públicos hasta el próximo 30 de junio; el otorgamiento de bonos a jubilados y a los beneficiarios de Asignaciones Familiares; el inicio del Plan Alimentar (por el cual se va a asistir monetariamente a las mujeres embarazadas o con hijos a cargo para la compra de alimentos),y propuso un impuesto de 30% a las compras en el exterior con tarjeta de crédito (“dólar turista”), así como a la compra de dólares para atesoramiento (limitada hoy por hoy a US$ 200 por mes, por el “cepo” cambiario).
A corto plazo, esto complica mucho más la temporada turística, ya que los consumos en el exterior de los argentinos van a costarles 30% más por el impuesto que se creará. En definitiva, van a venir todavía menos turistas y el gasto promedio que realizarán los que vengan será menor.
A mediano plazo, las medidas anunciadas no solucionan ninguno de los problemas de fondo que tiene la economía argentina, ni crean las condiciones para que retome una senda de crecimiento sostenido y a tasas elevadas. Más bien todo lo contrario, ya que se castiga con más detracciones al sector más productivo y eficiente —el agropecuario y el energético—, que es el único que puede generar los tan deseados como esquivos “dólares genuinos”, para apostar a una efímera reactivación del consumo interno “poniendo más plata en el bolsillo de la gente”, como se prometió durante la campaña electoral. Tampoco lo anunciado contribuye en el sentido de producir los “superávit gemelos” en el resultado primario y en la cuenta corriente (salvo en este caso del impuesto a la compra de dólares y al consumo con tarjetas en el exterior), que son indispensables para asegurar una renegociación exitosa de la deuda y evitar un nuevo default formal. Mucho menos las medidas contribuyen a generar confianza para que se retome un proceso de mayor inversión y crecimiento.
Para Uruguay, es claro que el impacto negativo desde Argentina se profundizará antes de eventualmente estabilizarse y comenzar a revertirse. Menos ingresos por turismo y un saldo crecientemente negativo en el comercio de frontera al ampliarse las diferentes “brechas cambiarias” serán inevitables durante varios trimestres más, por lo menos. El impacto negativo desde el punto de vista fiscal, en materia de empleo y en el nivel de actividad, deberá ser tomado muy en cuenta por el gobierno de la coalición multicolor que asumirá el próximo 1º de marzo.