La Jamaica de América del Sur

La Jamaica de América del Sur

la columna de Alejandro Laborde

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Nº 2190 - 8 al 14 de Setiembre de 2022

Acostumbro a empezar mis cursos de Emprendedurismo e Innovación con una foto de Usain Bolt en la pantalla y con la pregunta: “¿Cuánto demora en correr los 100 metros?”. Enseguida las respuestas empiezan a aflorar en el salón en forma desordenada y superpuesta: “9,7 segundos”, “debajo de los 10 segundos”, “¡no! la última vez fueron 9,3 segundos”, y así tantas otras en la misma línea de pensamiento. Luego de un rato de intercambio modifico el eje de la pregunta y les propongo: “¿Qué creen que responde Usain Bolt cuando le hacen esa pregunta al terminar una carrera mientras festeja con la bandera de Jamaica atada sobre sus hombros?”.

El silencio reina en el salón durante unos minutos y casi siempre sucede que algún participante se anima a decir: “¡Mucho tiempo!”, y otro agrega: “Toda una vida de entrenamiento”.

Podría atribuirse a que Jamaica ha sido cuna de velocistas y atletas. De hecho 80 de las 81 medallas olímpicas que tiene ese país son de atletismo. Este fenómeno no es casual y muchos expertos lo atribuyen, además de a cuestiones genéticas, a los Champs, como son conocidos los campeonatos nacionales de atletismo de colegios que convocan a miles de jóvenes y hasta se llegan a transmitir por televisión y redes sociales. Esas pruebas se vienen llevando a cabo hace más de 100 años, y por ellas han pasado casi todas las estrellas de atletismo jamaiquinas que conocemos. Estos campeonatos se transforman en una plataforma ideal para detectar talentos. Son cuatro días de pruebas y competencias en las que participan adolescentes de más de 100 instituciones educativas del país. Aquellos que luego deciden seguir su carrera deportiva y se transforman en profesionales quedan habilitados para acceder a un programa estatal de becas. El objetivo central: que los jóvenes puedan seguir desarrollando su carrera en Jamaica y que desarrollen y derramen allí su talento.

Volvamos entonces a Usain Bolt. La realidad es que más allá de la marca en la carrera de 100 metros, Bolt ha pasado su vida entera entrenando, practicando, alimentándose, sacrificándose para que el resto de nosotros disfrutemos de esos nueve segundos y algo de extrema velocidad en los que pareciera flotar por encima de sus oponentes.

Son esos sacrificios invisibles (para nosotros, porque él seguro los vive intensamente) el pilar fundamental para la concreción de su éxito deportivo, además —por supuesto— de su gran talento.

Adicionalmente, a pesar de ser la (única) cara visible, Usain Bolt no lo logró solo. Con él trabajan un sinfín de personas, como entrenadores, psicólogos, nutricionistas, doctores, deportólogos, inclusive colegas que lo motivan a ir más allá, que lo desafían, corrigen, alientan y estimulan para subir por encima de sus propios límites.

Por último, es importante señalar que el deporte en el que compite Usain Bolt también ha ido cambiando y mejorando. Hay más y mejores lugares para entrenar, las pistas han mejorado, la alimentación y el descanso se han hecho cada vez más importantes y la indumentaria es hoy por hoy más adecuada que cuando Bolt comenzó su trayectoria deportiva, elevando en términos generales el estado del arte en el mundo del atletismo.

Algo similar viene pasando en Uruguay, por ejemplo, en el mundo de los emprendimientos. Últimamente estamos muy acostumbrados a ver a los “Usain Bolt” en algunas industrias. Ese éxito se traduce muchas veces en la venta de una empresa, en la salida a bolsa de otra, en emprendedores “exitosos” que salen en prensa.

PedidosYa, DLocal, Infocorp, Memory, Genexus, Overactive, entre otros, son ejemplos de lo que muchos de nosotros quizás escuchamos o vimos en la prensa en los últimos años. Esos nombres representan a los “Usain Bolt” del mundo empresarial, que parecen ir más rápido que el resto, haberles ganado a todos y haber conseguido un éxito rotundo.

La realidad es que detrás de esas noticias, de esos nombres, de esas empresas, hay horas y horas de esfuerzo, preparación, noches sin dormir, sacrificios familiares, personales, cientos de fracasos previos. Detrás de ese momento de éxito que vemos, o que solemos aspirar a tener, está toda la vida del emprendedor y de su equipo de colaboradores que se prepararon para demostrarnos que el éxito es posible.

Este último ítem, del equipo alrededor del emprendedor, no es nada menor, al menos en etapas tempranas del ciclo de vida del emprendimiento. En una encuesta reciente de Endeavor, inversores latinoamericanos y fondos de inversión fueron consultados acerca del atributo más importante que analizan a la hora de invertir en una startup, y las respuestas fueron contundentes. La importancia del equipo es enorme: más del 80% atribuyó a esta variable la mayor relevancia por encima de otras que a priori podrían aparecer como primordiales. Los números son contundentes: 81% mencionó el equipo, 8%, la habilidad de aportar valor, 5%, el modelo de negocio, 4%, el producto y la tecnología, 1%, el mercado, y 1%, la valuación.

En Uruguay, el ecosistema alrededor del mundo emprendedor también ha mejorado y se ha potenciado. El desarrollo del sector público, la academia y el sector privado en materia de apoyo a emprendedores ha sido notorio en los últimos 12 años y se ha profundizado y acelerado en los últimos cinco.

Tanto la ANII (Agencia Nacional de Investigación e Innovación) como la Ande (Agencia Nacional de Desarrollo), siendo los dos buques insignia del sector público, han apoyado a más de 1.500 emprendedores en los últimos 10 años por un monto aproximado de 100 millones de pesos por año. Es cierto que en estos números hay casos de éxito y de fracaso, pero es indiscutible el apoyo directo que emprendedores de todo tipo de industria y localidad han recibido para validar, potenciar, escalar e internacionalizar su negocio.

La “ley de emprendedores” recientemente aprobada por el Parlamento, fruto del esfuerzo de varios actores del ecosistema, brinda hoy un marco legal que permite embarcarse en la aventura de emprender, contando con un marco jurídico regulado y pensado a medida para las necesidades y desafíos que ese tipo de empresas experimenta.

Por su parte, el mundo académico ha avanzado mucho en materia de innovación y emprendimiento. Tanto en la Universidad de la República como en las universidades privadas son cada vez más frecuentes los cursos transversales de emprendedurismo e innovación que involucran a varias facultades. Asimismo, todas las universidades cuentan hoy con centros de emprendimiento que fomentan y acogen a estudiantes que quieren validar o potenciar sus ideas de negocio.

Quizás el sector privado sea el que ha avanzado menos en materia de emprendimiento. Este sector es pilar fundamental por su aporte de capital y conocimiento. Es el que hace posible que luego del primer impulso, que es normalmente fondeado por ahorros propios o capitales semilla públicos, el emprendedor y su idea puedan continuar con su inercia y escalar a captar inversión de capitales privados de riesgo.

Existen numerosos ejemplos de países que han logrado exitosamente hacer funcionar esta colaboración y coordinación entre los diferentes actores del sistema emprendedor. Israel es, en ese sentido, un ícono mundial en materia de hitos comprobables, haciendo colaborar al sector público, el privado, la academia y los emprendedores. La base del milagro israelí está en la inversión del Estado en investigación para catapultar ideas que pueden convertirse en empresas. A modo de ejemplo, el Ejecutivo israelí creó la Israel Innovation Authority, una oficina para invertir en programas que desarrollen ecosistemas de innovación para crear empresas. Articulan la academia, los inversores privados y el sector público con los propios emprendedores.

En Uruguay debemos empezar por los que quizás sean los dos desafíos principales: educación a inversores y generación de espacios de colaboración mutua entre los distintos aportadores de capital de riesgo para emprendimientos.

Podemos ser la Jamaica del Cono Sur en materia de emprendedurismo. Las condiciones están dadas para ver cada vez más “Usain Bolts”. El desafío está en alinear estos esfuerzos entre los distintos actores y buscar cómo podemos hacer de esta materia un programa de interés nacional. Apostar a la educación y capacitación y por sobre todo a la colaboración coordinada entre todas las partes parecen ser las claves más relevantes para seguir avanzando.

No crecen “Usain Bolts” en solitario. Nadie emprende solo.