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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáSe me dirá: “Obvio, la culpa la tiene la naturaleza. No llueve. La represa de Paso Severino se ha venido secando y hoy por hoy de sus existencias de agua dulce no queda nada”.
Es cierto. En parte. Porque no se viene considerando la otra punta de la madeja. ¿Cuál? La de los políticos. La de los gobiernos. No de este gobierno en exclusivo, porque de este tema se viene hablando, según mi información, al menos desde 1970. Es desde entonces que sucesivos gobiernos han tenido encima de la mesa el problema de cómo hincarle el diente y realizar una obra que prepare una fuente de agua potable alternativa a la del río Santa Lucía para abastecer la creciente demanda de dicho elemento, que obviamente, en un futuro, se dará, en la zona metropolitana.
Para empezar, estamos sobre la fecha de la finalización del gobierno de Jorge Pacheco Areco, el comienzo del gobierno de José Bordaberry y todo el período que desde junio de 1973 hasta el 28 de febrero de 1985 abarcó la dictadura militar (y no cívico-militar, a mi criterio) y la obra no se encaminó. Después vinieron los sucesivos gobiernos democráticos hasta el presente y la obra no se encaminó. Parecería que todos los gobiernos gobernaran para lo inmediato y no en forma estratégica, pensando en el futuro; es decir, lo que va más allá de cada mandato. Sin desmerecer el uruguayísimo “eso nunca va a suceder”. En este punto cabe recordar un hecho muy importante que se dio durante el último gobierno de Tabaré Vázquez (Frente Amplio). En ese momento la hoy intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, le planteó al presidente de la República la idea de levantar lo que hoy conocemos como el Antel Arena (que otros muchos debates ha suscitado, aunque por otras razones), planteo al que se opuso el economista Danilo Astori, en razón de entender que se debía priorizar la obra del embalse en Casupá como forma de respaldar la represa de Paso Severino; hoy en cuestión. Ya sabemos lo que pasó después. Lavándose las manos, tal cual Poncio Pilatos, al asumir el actual presidente, Luis Lacalle Pou, Tabaré Vázquez le entregó en manos una carpeta con todos los detalles relativos al levantamiento de la represa en Paso Casupá. Eso sucedió a comienzos de 2020. ¿Qué pasó entonces? Hasta el momento, nada. Priorizándose otro proyecto en ciernes (hoy en etapa de licitación de la obra), denominado Plan Neptuno, sobre el cual la oposición tiene severas reservas. Claramente este proyecto no finalizará en menos de cuatro años y pasará para el próximo gobierno, lo que quiere decir que el desastre está consumado y para el mes de julio no sabemos qué va a beber la población. Empero, parece que nadie se percata de la tragedia.
La clase política en tanto se encuentra en un ring de boxeo. Dardos envenenados vuelan desde la oposición al gobierno y viceversa. A veces con argumentos sólidos, a veces a pura demagogia, como pasó con la discusión respecto de la reforma jubilatoria. No estoy hablando en términos absolutos (porque la naturaleza, la falta de lluvias, claro que juega el rol más importante, por no decir clave), pero esa clase política, reitero, en gran parte es la responsable y la que tiene la culpa de lo que está pasando.
Al respecto del tema que estamos tratando fueron interpelados recientemente los ministros de Ambiente y de Salud Pública, defendiéndose el gobierno en el sentido de que, aunque las obras (tanto la propuesta por el expresidente Tabaré Vázquez a Luis Lacalle Pou, cuando el cambio de mando, en Casupá, como la que emprenderá, seguramente a partir del año que viene, el gobierno, a través del denominado Proyecto Neptuno) se hubieran iniciado a partir de 2020, al día de hoy ellas no estarían finalizadas, por lo que es la naturaleza la que nos jugó a todos una mala pasada. El argumento, en cierto sentido, es valedero, empero no justifica el hecho de que, en verdad, las obras nunca se iniciaron.
Pero estamos en tiempos electorales. Es en eso en lo que estamos. Y, lamentablemente, es la primera vez en la historia de nuestro país que se habla de elecciones y se larga la campaña electoral casi un año y medio antes de las elecciones, en octubre de 2024. Ni en Argentina es como estamos viendo. Una cosa inaudita. Algo que nunca sucedió en la historia de nuestro país. Por supuesto: el asunto del agua es tema de campaña.
Ah. Sigan haciendo política. La historia los juzgará.
Dr. Luis Alberto Acuña