La defensa de la ley de urgencia, un inesperado catalizador para apurar los tiempos electorales en la interna del Partido Nacional

escribe Federico Castillo 

Hay una verdad ancestral que se repite invariablemente en la política uruguaya. Existe un momento, transcurrido largamente el primer año de gobierno, cuando ya bajó de volumen la luna de miel de la población con el presidente electo, en el que casi todos los actores políticos de primera línea dirán públicamente sin ningún tipo de complejos ni pudor que no es momento de pensar en las próximas elecciones. Pero lo dirán mientras por lo bajo van tejiendo alianzas y buscando posicionarse lo mejor posible para lo que se viene, para despegarse del pelotón, asomar la cabeza y quedar bien ubicados en la próxima discusión electoral. Es así. Pasa en todos los partidos y ocurre especialmente en el que está en el gobierno. Quizás allí haya más tensión y expectativa por ver cómo se rearma el tablero y cuáles son las piezas más importantes en ese rectángulo.

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