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    La difícil convivencia

    Montevideo, 21 de junio de 2013 (De nuestras agencias). Al cumplirse ayer un año de la presentación por parte del gobierno de la llamada “Estrategia por la Vida y la Convivencia”, se llevó a cabo una ceremonia recordatoria del trascendente evento.

    Como nuestros lectores sin duda recuerdan, el 20 de junio del año pasado los ministros Bonomi, Fernández Huidobro y Olesker, y el secretario de la Presidencia Alberto Breccia presentaron a la opinión pública en nombre del Poder Ejecutivo una lista de 15 medidas tendientes a mejorar las condiciones de vida y de convivencia de todos los orientales.

    El acto celebratorio, marcado por la emisión de un sello conmemorativo en el que aparecen la efigie de Artigas, de Mujica y de los cuatro jerarcas que presentaron el Plan, (llamados popularmente desde entonces “los cuatro jinetes de la poca lipsis”), se llevó a cabo en el edificio del Correo Central, en Misiones y Buenos Aires, el cual se abrió especialmente a efectos de celebrar este acto, ya que el Correo se encuentra cerrado desde hace un año por un conflicto gremial aún sin resolver.

    La maestra de Ceremonias en esta ocasión fue la vicepresidenta del Correo, la Sra. Solange Moreira, quien cobró notoriedad hace casi un año en ocasión del discurso que pronunció en el acto de los 75 años de Cutcsa, logrando la tasa de abucheos y retiros de sala más grande de la historia uruguaya desde los discursos de Aparicio Méndez, en tiempos de la dictadura.

    El discurso de la Sra. Solange Moreira comenzó anoche pasadas las 19.30, y culminó de manera inesperada a las 22.10, cuando tuvo lugar un hecho sorpresivo que relataremos más adelante.

    Tras dirigirse protocolarmente a los asistentes (entre los que se contaban el presidente Mujica, varios ministros y jerarcas de la actual administración, pero entre los que no estaban los ex presidentes Tabaré Vázquez, Jorge Batlle y Lacalle, quienes han jurado públicamente no asistir nunca más a ningún acto en el que hable esta señora) la oradora enumeró una por una las 15 medidas que integran la Estrategia Para la Vida y la Convivencia, deteniéndose en varios de sus detalles, en particular en algunas de las más controvertidas medidas contenidas en ese plan, agregando una serie de comentarios y profundizaciones que enriquecieron filosófica y sociopolíticamente a la concurrencia, la cual la aplaudió con frescura y espontaneidad.

    —“Miren ustedes lo que dice la medida número dos” —dijo doña Solange— “agravamiento de penas por corrupción policial y tráfico de pasta base’, medidas de gran trascendencia, pero profundicemos como lo hicieron los jerarcas encargados de la seguridad pública, y aquí saludo con alegría y enorme respeto al ministro Bonomi, ‘Bicho’, si él me lo permite, como cariñosamente le llamamos quienes lo conocemos en la intimidad de su compromiso por la seguridad del pueblo, y en particular de los que menos tienen, que —como dijo Artigas, otro Pepe famoso como el presidente Mujica, ‘Pepe’, si él me lo permite, porque así es como lo llamamos ya no solo quienes lo conocemos íntimamente sino todo el pueblo oriental, que cuando entona ‘a Don José’ ya no sabe a qué don José se está refiriendo, porque ambos han sido gloriosos y benéficos para este país, para esta nación, como decía antes— como decía Artigas, que los más pobres serán los más privilegiados, y así pensaron el Bicho Bonomi, el ministro Bonomi, y sus asesores, por lo que después que se presentó esta medida empezaron a analizarla a ver si estaba bien así, y llegaron a la conclusión de que era injusto agravar las penas de los traficantes de pasta base, porque entre ellos hay padres y madres de familia, gente humilde y a veces menesterosa, ubicada en un contexto social difícil, por lo que ellos, con la inteligencia y la capacidad que los caracteriza, fueron mejorando y modificando la medida inicial, que culminó, como todos ustedes saben, en la llamada Ley Palmada, que dispuso que a los traficantes de pasta base que prueben tener hijos menores a su cargo se les eximirá de pena, para que puedan seguir llevándole un pan a la mesa a sus hijitos, y se les castigará solamente con un chas chas en la colita, bueno, ustedes comprenden, esta es una expresión popular para simbolizar que no se les aplicarán penas porque no corresponde castigar a los pobres, y este gobierno a los pobres no los castiga sino que los promueve y los protege, sí señor” —dijo la oradora en una sola frase sin puntos, arrancando furiosos aplausos de los asistentes al acto.

    —“Y ni qué hablar de la medida número siete, ‘legalización y control de la venta de marihuana así como producción del Estado de esta droga’ así es como está escrito en el plan, medio mal redactado, querido Alberto Breccia, que me imagino que fuiste tú quien redactó esta Estrategia” —arrancó de nuevo la oradora, esta vez dirigiéndose directamente al Secretario de la Presidencia, quien escuchaba pacientemente desde la primera fila, —“un tironcito de orejas, no lo tomes a mal, pero la redacción de este documento es bastante mala en muchos pasajes, pero ojo que me refiero solamente al aspecto formal de la sintaxis, sin emitir ningún juicio de valor negativo, sino todo lo contrario, respecto al contenido de esta estrategia para la vida y la convivencia, que, debemos decirlo en honor a sus autores intelectuales, se trata de un documento que rivaliza en profundidad, alcance y contenido con la Instrucciones del Año XIII del prócer José Artigas, deberíamos llamar a la Estrategia ‘Las Instrucciones del Año XII del prócer José Mujica’, si tú estás de acuerdo, Pepe, señor presidente, te llamo así porque así, tuteándote es como el pueblo se comunica contigo” —parrafeó doña Solange, quien respiró hondo, tomo aire en sus pulmones y arrancó de nuevo. “¿De qué otra manera podemos no ya combatir, sino derrotar al narcotráfico, sino legalizando y estatizando la marihuana?” —se preguntó la oradora, quien prosiguió diciendo —“¡pobres de ustedes, los zares de la droga, los caciques de los carteles de Medellín, de Ciudad Juárez, los aniquiladores de la juventud, sangrientos adalides de la destrucción de la moral y la integridad de nuestros muchachos y nuestras muchachas! ¡Apróntense, que el Uruguay marihuanero del Pepe Mujica los va a borrar de la faz de la tierra! Eso sí, y aquí me dirijo a todos los jerarcas que un año después siguen discutiendo cómo se va a implementar esta trascendental medida, que una empresa pública, que una privada, ¡pónganse de acuerdo!” —decía doña Solange cuando cayó exánime como fulminada por un rayo.

    Mientras varios de los asistentes se acercaban a atenderla, entre gritos de “le dio un infarto”, “murió de verborragia”, “de alguna manera tenía que terminar”, se oyó una voz gruesa y varonil desde el fondo de la sala.

    —“No está muerta, le disparé un dardo con somnífero, no le va a pasar nada…¡pero nadie puede hablar más tiempo que yo!”.

    Era Diego Cánepa.