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Es harto sabido que doña Carolina consultó a la Facultad de Medicina para ver si los trihalometanos que el gobierno de coalición ha instalado insidiosamente en el agua (cada vez menos) corriente podrían causarle un daño a la población. De una complaciente y generosa interpretación de la respuesta de la facultad, doña Carolina sacó de la manga el drama de las embarazadas, a quienes los trihalometanos del agua que el gobierno envenena producirían desagradables y terribles consecuencias. Tuvo que salir la propia Facultad de Medicina a aclarar y desmentir que eso no era así, y lo de las lágrimas, el terrorismo político y todos los demás etcéteras ya los conocen ustedes.
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Lo que no saben (hasta que dieron con esta columna, que les trae jugosas novedades todas las semanas) es que se avecinan otros episodios similares que ya están a punto de tomar estado público.
La ingeniera C. C. también le ha solicitado a otro centro de investigación y formación científica, la Facultad de Química de la Universidad de la República, un informe sobre la incidencia de uno de los componentes de los trihalometanos, el clorodibromometano (CHBr2Cl), en la salud de la población expuesta al consumo de los venenos que el gobierno utiliza con alegría sin pensar en las terribles consecuencias que ello acarreará. La consulta de doña Carolina, en específico, consiste en averiguar si este componente de los trihalometanos, concretamente el clorodibromometano, ingerido en cantidades 10.000 más potentes que las que por lo habitual contiene el agua de OSE podrían tener algún efecto nocivo para la salud humana.
El informe de la Facultad de Química, al que hemos tenido acceso antes de que vea la luz pública a través de una conferencia de prensa que dará la ingeniera, expresa que “ingerido en una desproporcionada cantidad como la sugerida en la consulta, es decir, 10.000 veces más concentrado que el que habitualmente figura en el agua corriente actual, el clorodibromometano produciría una violenta descalcificación ósea, con el consiguiente riesgo de la transformación del esqueleto de la población en una frágil armazón que se quebraría al menor golpe, como si fuera de fino cristal”.
El discurso que pronunciará la ingeniera en la conferencia de prensa ulterior a este informe (que nos fue proporcionado por una fuente cercana a la intendenta, la que nos pidió la mayor reserva) expresa: “Agradecemos a la Facultad de Química de la Udelar haber respondido a nuestra inquietud en torno a la posible incidencia de determinados porcentajes de clorodibromometano en el agua, que el gobierno sigue insistiendo que es potable y que circula por nuestras cañerías. Pues bien, informamos a la población que, de darse las posibles concentraciones que evaluamos en consulta con los profesores grado 5 de la Facultad de Química, la ingesta de esta maldita agua, que tratan de convencernos de que es inofensiva, produciría terribles descalcificaciones óseas y a la gente se le quebrarían los huesos tan solo por tropezar con un escalón o resbalar en un piso húmedo. Hacemos absolutamente responsables a las autoridades uruguayas de este terrible flagelo que afectará sobremanera a los más humildes y desfavorecidos, que son los que más tropiezan y se resbalan porque las suelas de sus zapatos están gastadas de recorrer la ciudad en procura de ayuda y consuelo para su desesperación ante la arremetida disolvente de la derecha”.
Se sabe que una copia de este texto del discurso que piensa divulgar doña C. C. en su conferencia de prensa llegó subrepticiamente a manos del Decanato de la Facultad de Química, desde donde ya se le ha instruido al Ing. Q. Braulio Delapro Beta que, ni bien el disparate de Cosse se haga público, salga a desmentirlo aclarando que la ingeniera había hecho la consulta sobre la base de la hipótesis de una concentración de clorobromometano 10.000 veces más alta que la que por lo general presentan los trihalometanos del agua corriente, cosa que solo puede existir en un cálculo teórico de trabajo.
Pero, ni Cosse ni perezosa, digo, ni corta ni perezosa, la ingeniera contraatacará y ya tiene prevista una consulta a la Facultad de Ingeniería de la Udelar basada en otro terrible flagelo que los trihalometanos esconden en su siniestra estructura químico-física. Otro de los componentes de los trihalometanos es el metiltribromuro (CHBr3).
La consulta concreta de la IM dirigida al Departamento de Resistencia de Materiales de la Facultad de Ingeniería consiste en averiguar si una concentración de metiltribromuro 250.000 veces más potente que la que lleva el agua de OSE y aplicada en forma de apósitos embebidos en este compuesto alrededor de los pilotes del puente sobre el Santa Lucía podría tener alguna consecuencia sobre la estabilidad y la solidez de estos.
La respuesta de la facultad (de la que ya conseguimos una copia) expresa que “tal concentración produciría sin duda prácticamente una disolución del material en el que están construidos los pilotes, con la inevitable caída del puente, con todas las terribles consecuencias que ello implicaría”.
No necesito explicarles lo que vendría a continuación. Cosse diría que el agua de OSE va a hacer derretir los pilotes del puente y los escombros producidos por su caída envenenarían aún más las aguas salobres de las que se extrae el líquido turbio con el que se castiga a los montevideanos y habitantes de la zona metropolitana y, a continuación, la Facultad de Ingeniería saldría a aclarar los tantos, explicando que la conferencia de la intendenta se basaba en una interpretación desvirtuada de la consulta realizada en efecto.
Qué más les voy a decir. Apróntense porque la carga de la caballería ligera se viene con todo y no hay paraguas que pare esta lluvia de infundios tan ingeniosamente ingeniados por la ingeniera.
