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    La doctrina Lacalle Pou

    Sr. Director:

    El pasado lunes 29 de junio, en ocasión de la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del Mercosur (y estados asociados), Uruguay recibió del presidente paraguayo la presidencia pro tempore del bloque.

    En esa oportunidad, el presidente Lacalle Pou, en una breve intervención, formuló un marco de trabajo para el bloque, fundado en una sólida perspectiva de política internacional.

    En la perspectiva de Lacalle Pou, “el Mercosur ha avanzado, en distintas etapas y épocas, con distintas velocidades y profundidad”.

    Por eso, lejos de optimismo o pesimismo infundados, el presidente llama a un nuevo realismo relacional (debemos ser “mercorealistas”) y ello requiere sincerar las relaciones entre los estados, en un ejercicio “puertas adentro”.

    Lacalle Pou identifica los déficits de la zona de libre comercio y llama a mejorarla, trabajando en consolidar el trato nacional de nuestros productos.

    Pese a que existe un discurso hegemónico respecto a abandonar la unión aduanera (como un diseño exótico) y a “recuperar soberanía” (que nunca perdimos, pues lo que hemos hecho es aplicarla a un proceso ambicioso regional e interregional), el presidente ha sido tremendamente claro: hay que “perfeccionar la unión aduanera”. Aunque no lo mencionó así, dicho perfeccionamiento, además de otros avances institucionales y de coordinación macroeconómica, requiere ajustar a la baja el arancel externo común, con el fin de ganar atractivo frente a los eventuales socios comerciales, lo que pondrá a prueba el tradicional hiperproteccionismo de Brasil y, en parte, de Argentina.

    El presidente recupera el sentido de “comunidad”, de relevancia universal que observa en el combate a la pandemia, instancia en la que se ha constatado “la vocación humanitaria de las naciones”, y en la que el Mercosur ha estado a la altura de las circunstancias.

    El presidente reivindicó asimismo el Mercosur social, el de la gente (en educación, salud, políticas de frontera), señalando que esta, la frontera, en lugar de una amenaza resultó una oportunidad para el trabajo en común.

    En un relevante pasaje de su breve pero sustantivo discurso, el presidente apuntó a “profundizar la interconexión logística” y puso de relieve la vocación uruguaya respecto a la hidrovía, en especial, la del río Uruguay, momento de su alocución en la que mencionó a los dos presidentes de Argentina y Brasil, ofertando un trabajo en conjunto en torno a la creación de bienes públicos regionales (una lúcida perspectiva neofuncionalista de valor instrumental respecto a la política que diseñaba en su discurso). “Tenemos allí un río esperándonos para poder hacer más efectivos el traslado de gente y productos”.

    Mencionó asimismo la comunicación por vías férreas y la interconexión energética.

    También reservó un lugar especial a la conservación del medio ambiente, como una “región bendecida” en su naturaleza, que tiene un deber ético respecto de las nuevas generaciones.

    La intervención del presidente, siendo altamente relevante para el bloque, contiene sin embargo definiciones más amplias de política internacional, que resultan claves en este contexto mundial, y no solo para el Mercosur y sus estados asociados, sino para la comunidad internacional como tal.

    Lacalle Pou encaró este nivel sistémico con la noción de “sinceramiento internacional” del bloque, que le impone el deber de “terminar lo que ha empezado”, evitando así una pésima señal en el sentido de una eventual no concreción de los trabajos interregionales desarrollados junto con la Unión Europea y con la European Free Trade Association (EFTA). Así, comprometió los esfuerzos de la presidencia pro tempore, junto con Alemania, nueva presidenta del Consejo Europeo desde el 1° de julio, relevando a Croacia.

    Además de sincerar el relacionamiento externo con esas regiones, planteó la conveniencia de avanzar en un acuerdo con Corea del Sur, señalando la visión positiva de Uruguay al respecto y su conveniencia para el bloque. Pero advirtió que es mejor no avanzar, si la voluntad de los estados no está presente, que quedar a medio camino.

    Citó al propio Alberto Fernández, indicando que no deben existir alineamientos políticos del bloque, pues no es posible cambiar cada cinco años la orientación del Mercosur según vaivenes ideológico-políticos domésticos.

    El discurso presidencial incluyó un tema que no suele ser objeto de pronunciamientos explícitos en cumbres presidenciales, por lo que su significado cobra un valor especial: la relación de la región con China y los Estados Unidos.

    Es notorio que, en los últimos años, China se ha convertido en un socio estratégico de la región y es constatable el desagrado de los Estados Unidos ante esto, y sus presiones para evitar que la potencia asiática, con la que mantiene una suerte de guerra comercial, mejore sus posiciones relativas en América Latina.

    Por ello resultó particularmente relevante que el presidente Lacalle Pou, al tiempo que señaló que no ha habido respuesta de los Estados Unidos al planteamiento de avanzar en un acuerdo comercial con el bloque, indicó con claridad que “no podemos caer en la falsa dicotomía de estar más cerca de uno u otro”.

    La regla debe ser: “Cerca de EEUU y cerca de China” (en una especie de trasposición al mundo global del concepto herreriano de balance entre Buenos Aires y Río de Janeiro).

    Al mismo tiempo, realizó un señalamiento propio de un estadista, como lo es el de “reimpulsar el diálogo con China”, entre otras cosas, por razones de índole política, ya que, en efecto, como lo indicó textualmente, “hay una omisión de nuestro bloque” (indicando la falta de respuesta a la propuesta realizada oportunamente, en 2012) por el ex primer ministro chino Wen Jiabao, en ocasión de su visita al Mercosur). Además, Lacalle Pou expresó su convicción de que ello será en beneficio de la región.

    El presidente invita a un ejercicio de prospectiva al 2050 para imaginar la demanda de Asia y de China, en cuanto a la cantidad y calidad de alimentos que puede proveer la gran productora que es nuestra región.

    Lacalle Pou indica que la exportación de alimentos no debe confundirse con una primarización forzosa, en la medida en que ya hoy hay una “enorme carga” de I+D en la producción alimenticia. Nuestra región, que tiene vocación de alimentar, encuentra allí una preciosa oportunidad para hacerlo. En un mundo tan “vertiginoso la demanda se satisface inmediatamente”, y si bien el diseño del Mercosur está basado en los consensos, el presidente entiende que debe construirse un “consenso pragmático”, que permita “la capacidad de analizar, de prever, de reaccionar y de avanzar en los tiempos del mundo”, evitando discusiones “cuasi académicas”. Sin ser su primera opción, si fuera necesario, Uruguay está dispuesto a avanzar en un esquema de distintas velocidades apostando al Mercosur real, y no al Mercosur de papel.

    Siendo significativos cada uno de los componentes del discurso presidencial en la cumbre, resulta de alta relevancia la perspectiva geopolítica que implica promover un diseño de inserción externa basada en acuerdos interregionales y en la cooperación estrecha con las dos potencias hegemónicas, Estados Unidos y China, anticipando y neutralizando los efectos indeseables de una eventual “nueva guerra fría”, un realineamiento dependiente en el marco de la guerra comercial global.

    Se trata de evitar una instrumentalización de la región por parte de proyectos hegemónicos en competencia, preservar nuestra biodiversidad y nuestro medio ambiente y de fomentar una articulación cooperativa de la región con los Estados Unidos y con la China, apuntando a nuestro rol en la industria agroalimentaria del futuro, con proyecciones al Asia del Pacífico, sobre la base de una fuerte interconexión logística al interior del Mercosur.

    Desde este punto de vista, no es exagerado ni injusto denominar como “Doctrina Lacalle Pou” a esta lúcida formulación de política internacional del presidente uruguayo, que concibe la autonomía estratégica de la región, articulada en torno a cooperación y a acuerdos interregionales, sobre la base de un fuerte consenso comunitario.

    Enrique Martínez Larrechea