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    La economía mundial atraviesa una “transición”, mientras los políticos estadounidenses hacen su juego al borde del abismo

    Washington DC. (Ismael Grau, enviado). Todo es puro juego político entre republicanos y demócratas, y Estados Unidos (EEUU) reabrirá en poco tiempo las oficinas públicas cerradas por falta de presupuesto y también podrá emitir más deuda con un límite ampliado. Este es el consenso que hay por estos días entre los especialistas en Washington DC, si bien dejan lugar a una mínima duda en torno a un eventual descarrilamiento que, de ocurrir, generaría “trastornos potencialmente importantísimos” en la economía mundial.

    En el inicio del otoño boreal, esta capital albergará desde mañana viernes 11 y hasta el domingo 13 la Asamblea anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) en las que participan los ministros de Economía y presidentes de los bancos centrales de los 188 países miembros, aunque desde comienzos de esta semana se suceden conferencias, debates y encuentros en los edificios sede de estos organismos, de la Corporación Financiera Internacional y la Universidad George Washington. Invadido por delegaciones gubernamentales, académicos y periodistas, el headquarters 2 del FMI se pareció algunos días a una feria multicultural, con stands de publicaciones variopintas y para promocionar a países, o una degustación de té y comida japonesa instalada en el hall central ambientada con trajes típicos y música tocada con un instrumento llamado koto. También Josh Berer, un artista yemení veinteañero al que se le cansó la mano de escribir el nombre en caligrafía arábiga a una larga fila de personas que se formó en el mismo hall.

    De Washington DC, una ciudad que concentra buena parte de la vida administrativa de EEUU, se dice que es una de las más afectadas por la detención parcial de actividades en el sector público de este país decretada desde la semana pasada, luego que fracasara un acuerdo para aprobar en el Congreso el presupuesto para 2014. La semana que viene deberán ser postergados los pagos de salarios a miles de empleados de la NASA, de los Departamentos de Justicia y de Agricultura, y hasta del propio Tesoro, porque no hay dinero (pero estos trastornos no son notorios para quien se encuentra de paso por esta capital).

    Pocos días después, entre el 18 de este mes y el 1º de noviembre, EEUU entrará por primera vez en una cesación de pagos si antes los republicanos no prestan sus votos para elevar el tope de la deuda pública situado hoy en U$S 16.700 millones —entre otras cosas—a cambio de recortes en el nuevo sistema de salud con sesgo popular que impulsó el presidente Barack Obama. Es como un déjà vu de lo que pasó dos años atrás y que resolvieron los políticos cuando el plazo se agotaba mientras los mercados financieros mundiales mostraban escenas de pánico.

    La confianza de los consumidores estadounidenses medida por Gallup se derrumbó en estos días y la población en general está molesta con los políticos: el 70% desaprueba la actitud de los republicanos en el Congreso, según un sondeo publicado el martes 8 por “The Washington Post” y la cadena ABC News.

    Aunque la mayor economía mundial está afianzando lentamente su recuperación —tras la grave crisis que estalló en 2007-2008 con el impago de créditos hipotecarios—, las secuelas persisten. Frente a una obra en construcción sobre Pennsylvania Avenue, la principal de la ciudad, media docena de obreros vistiendo ropa de trabajo llevan colgando al cuello un cartel que indica que forman parte del 7,3% de desocupados, una tasa muy alta para EEUU.

    Por fuera de la situación estadounidense, el panorama para la economía mundial es relativamente optimista y “en transición”: las potencias están creciendo algo más rápido y Europa va resolviendo lentamente sus problemas fiscales, pero en contraste los emergentes se desaceleran. Y dentro de esta última categoría (en la que usualmente se coloca a Uruguay), aquellos con “posiciones fiscales más débiles” y “alta inflación”, están más expuestos”, advirtió el martes 8 Olivier Blanchard, director del Departamento de Investigaciones del organismo.

    Riesgo de

    descarrilamiento

    La incertidumbre en torno a EEUU centró la atención de los asistentes a estos foros en Washington DC. Se escucharon una y otra vez preguntas sobre la probabilidad efectiva de una cesación de pagos de ese país y sus derivaciones, y a continuación vinieron hipótesis ensayadas por académicos, economistas y funcionarios de los organismos. La respuesta real se encontraba a unas pocas cuadras: en el Capitolio y la Casa Blanca.

    Blanchard fue de lo primero que habló cuando presentó en una conferencia de prensa el Panorama Económico Mundial, un documento de análisis y con pronósticos actualizados del Fondo (ver cuadro). “No elevar el tope de la deuda constituiría un evento de gran envergadura” ya que “descarrilaría la recuperación de EEUU” y podría “transformarse en una recesión o aún peor”, alertó. Además, señaló, para el resto del mundo “tendría “trastornos potencialmente importantísimos”. Pero el funcionario de inmediato acotó que es “baja” la probabilidad de que se verifique tal situación y, de hecho, las proyecciones macroeconómicas mundiales ajustadas fueron hechas asumiendo que se aprobará el nuevo presupuesto y que se elevará el tope para emitir deuda.

    Como parte de esa confianza, Blanchard dijo además que no dentro de mucho EEUU deberá empezar a retirar los estímulos monetarios que aplica desde 2008, si bien una suba de la tasa de interés de referencia —situada hoy entre 0% y 0,25%— se aguarda para 2016. Mientras tanto, y debido a “problemas de comunicación” de la Reserva Federal de ese país (su banco central), “habrá volatilidad” en los mercados financieros, sostuvo.

    “Es un tema (a resolver) por los políticos”, pero “estamos preocupados”, admitió Luis Miguel Castilla, ministro de Economía de Perú, en un foro efectuado el martes 8. Otro de los panelistas, el presidente del Instituto para las Finanzas Internacionales, Timothy Adams, se refirió a los desencuentros dentro del Congreso de EEUU como uno más de una “serie de accidentes” peligrosos para la recuperación económica de ese país —que definió como “frágil”— y estimó que finalmente habrá un acuerdo.

    “Este problema se va a solucionar. (...) Es difícil describir cómo se vería el mundo si no se eleva el techo de la deuda. Sería peor que la caída de Lehman Brothers... A esto de alguna manera el sistema político le tiene que encontrar una solución; si eso es así no habrá mayores efectos”, opinó el miércoles 9 Augusto de la Torre, economista jefe del BM para América Latina y el Caribe.

    ¿Crisis otra vez?

    Aún con un posible repliegue de los capitales que en los últimos años llegaron en abundancia hasta América Latina, y con materias primas ya no tan valorizadas como antes, la ocurrencia ahora de una crisis como las que se vivieron en los años setenta y ochenta no está en los pronósticos del FMI. Pero no todos los países se encuentran a salvo.

    “(...) Nuestra región ha enfrentado un panorama externo muy favorable en la última década, con altos precios de las materias primas y fuerte entrada de capitales. Una reversión de estas condiciones externas claramente representan riesgos para la región, y puede haber accidentes puntuales, pero no creo que se repita la historia de los ochenta”, dijo por estos días Alejandro Werner, director del Departamento para el Hemisferio Occidental de ese organismo.

    En su opinión, la “diferencia clave” con el pasado es que, “esta vez, la mayoría de los países han hecho un manejo macroeconómico prudente” y por ello se encuentran mejor preparados para “afrontar un deterioro drástico en el contexto internacional”. De todos modos, aconsejó a los gobiernos latinoamericanos que permanezcan “atentos a los riesgos”, que “sigan fortaleciendo sus marcos de política macroeconómica” y que empiecen a “generar espacio fiscal” para, entre otras cosas, acomodarse a mayores cargas de intereses de la deuda, cuando EEUU empiece a retraer la política monetaria expansiva.

    Aludiendo en forma genérica a los países emergentes (entre los que Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica son los más representativos), Blanchard se preguntó si lo que registran ahora es una “desaceleración cíclica o una disminución del crecimiento potencial. Lo sabremos con el tiempo”. El FMI prevé que el Producto Bruto Interno (PBI) de ese grupo de economías y las llamadas en desarrollo crecerá 4,5% este año y 5,1% el próximo. La economía de Uruguay se expandirá 3,5% en 2013.

    Esa misma pregunta le fue lanzada a las más de 300 personas que desbordaron el auditorio Jack Morton de la Universidad George Washington el martes y tuvieron que contestar usando un pequeño aparato que recibió cada uno al entrar. El 41% opinó que el menor crecimiento llegó para quedarse y 59% piensa que la desaceleración es pasajera.

    En ese foro, Nouriel Roubini, a quien se le atribuye haber vaticinado la crisis que explotó cinco años atrás en EEUU y dirige la firma Roubini Global Economics, se refirió al menor crecimiento de China —que según su pronóstico será de 7% este año y cerca de 6% en 2014— y al probable fin del “superciclo” de precios altos de los commodities. Pero observó que la flexibilidad cambiaria, la mayor disponibilidad de reservas y la relativa solidez de los sistemas financieros pone a las economías emergentes a resguardo. Los procesos electorales en Brasil, Turquía y otros emergentes podrían ser factores de inestabilidad, matizó.

    Casi 80% del público que asistió a esa charla interactiva —mayormente jóvenes universitarios— opinó que fueron factores externos “favorables” los que explicaron el fuerte crecimiento que registraron las economías emergentes en los años recientes y solo 18% lo atribuyó a la aplicación de “buenas políticas” por parte de sus gobiernos. Y también desde sus asientos, casi cuatro de cada diez recomendó implementar reformas que permitan mejorar la productividad en estos países en el futuro.

    En una conferencia de prensa, De la Torre, del BM, auguró para América Latina una “desaceleración importante” y se definió como “cautelosamente optimista” sobre las perspectivas para esta región porque construyó un “sistema inmunológico macroeconómico y financiero más fuerte” que el que tenía en los años noventa. Los países disponen hoy de “un instrumental anticíclico más completo” y la “depreciación de las monedas es un amortiguador que permitirá absorber los shocks externos” sin que eso provoque las consecuencias “dolorosas” del pasado, señaló. Acotó que no todos los países están en igual posición y aludió a Uruguay: destacó que redujo la dolarización de su economía y “el rango de maniobra ha aumentado”, pero “no es tan amplio como uno quisiera”. Hablando también de Perú, sostuvo que son procesos que llevan “décadas”, añadió.

    Según este funcionario del BM, “la agenda de América Latina para los próximos 20 años gira en torno a la productividad. Ya no es tanto la conversación sobre los problemas fiscales” como en el pasado.

    Eso, claro está, si el juego de los políticos de Washington no termina en el abismo.