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    La economía mundial se recupera, pero Europa y Estados Unidos  arrastran problemas que pueden llevarla otra vez a la crisis

    Tras los tumultuosos años de crisis que siguieron al estallido de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos (EEUU) en 2008, la economía mundial pareció retomar una senda de relativa mejoría en el año que termina. Pero persisten desajustes, lo que hace frágil la recuperación.

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    La más reciente crisis global se originó con el impago de préstamos para vivienda en EEUU, lo que paralizó la construcción y afectó al sistema financiero de ese país y de otros, sobre todo del hemisferio norte, que habían invertido en activos vinculados a esos créditos riesgosos. Las consecuencias fueron devastadoras y algunos la compararon con lo vivido en 1929 o incluso con situaciones más graves: muchas economías entraron en recesión, el desempleo aumentó y los gobiernos se endeudaron hasta niveles difíciles de sostener para intentar rescatar instituciones financieras y reactivar la producción.

    Sobre todo en las últimas semanas de 2012, EEUU fue uno de los centros de atención. A último minuto el gobierno del presidente Barack Obama logró negociar con los congresistas del Partido Republicano un aumento de los impuestos para los hogares con ingresos anuales superiores a los U$S 450.000, una medida que llevó meses de discusión, en los que ambas partes debieron hacer concesiones. Obama se alejó del aumento impositivo para los hogares con ingresos superiores a los U$S 250.000 anuales y los republicanos aceptaron suspender por dos meses recortes en el gasto público por U$S 109.000 millones.

    Lo acordado modifica un pacto presupuestal surgido en 2011, que fijaba una fuerte alza en los impuestos (que subiría la recaudación fiscal en U$S 110.000 millones solo en 2013 a causa del fin de las exenciones de la era de George W. Bush) y recortes por U$S 65.000 millones este año en el gasto público (al subsidio por desempleo, los seguros de salud, entre otros) con el fin de reducir el déficit presupuestal.

    Esas medidas integraban un denominado “abismo fiscal” que hubiera interrumpido la reactivación que mostró la economía estadounidense en los últimos meses. En julio-setiembre el Producto Bruto Interno (PBI) de ese país creció 3,1% respecto al mismo período de 2011, y en noviembre el desempleo se situó en 7,7% y el gasto de los hogares creció 0,4%. Para lograr el pacto que se selló este martes, Obama había decidido acortar sus vacaciones en Hawai y el Congreso sostuvo reuniones extraordinarias durante el fin de semana. Todo con el fin de lograr un acuerdo que ingresó al Congreso apenas una hora antes de que por ley comenzara el “abismo fiscal”, el 1º de enero.

    Analistas políticos ya hablan de que los vaivenes de estas negociaciones han dañado la imagen del Partido Republicano, que tiene mayoría en las cámaras. De hecho esta fue la primera vez en 40 años que la Cámara de Diputados debió reunirse en vísperas de Año Nuevo. “Este acuerdo es lo que hay que hacer por el bien de nuestro país”, dijo el presidente Obama durante la noche del martes. “Hay más trabajo aún por hacer para reducir nuestro déficit, y estoy dispuesto a hacerlo”.

    Es que incluso con este acuerdo sobre la mesa, la economía estadounidense despierta cautela. A inicios de diciembre la Reserva Federal anunció que mantendría las tasas de interés en niveles virtualmente nulos y revisó ligeramente a la baja algunas de sus perspectivas para 2013: proyectó un crecimiento de la economía de entre 1,7% y 1,8% (en vez de 2% que había estimado en setiembre) y pronosticó que el desempleo no bajará a 6,5% por lo menos hasta 2015. El Fondo Monetario Internacional (FMI) es algo más optimista sobre el desempeño que tendrá la mayor economía mundial y espera que crezca 2,1% en 2013.

    Y el año que comienza arrancó con nuevas preocupaciones a la vista. El pasado miércoles 26 el secretario del departamento del Tesoro, Timothy Giethner, anunció el inicio de “medidas extraordinarias”, ya que Estados Unidos alcanzó a fin de año su tope de deuda (que se calcula de U$S 16.394 billones). Las medidas darán un plazo de dos meses antes de que el país deba declararse en cesación de pagos.

    Para elevar el techo de la deuda Obama ya advirtió que no ingresará nuevamente en negociaciones con el Partido Republicano. “No voy a tener otro debate con este Congreso”, dijo. Es que el último ya le valió una mala nota por parte de las calificadoras de crédito: Standard and Poor’s rebajó la nota de la deuda estadounidense de AAA (la más alta) a AA+. Así advirtió: “Si (el Congreso) se niega a dar al gobierno la posibilidad de pagar sus cuentas a tiempo, las consecuencias para la economía mundial serían mucho peores que el impacto de un abismo fiscal”.

     

    Europa salva

    su moneda

    Pero fue Europa, y en concreto algunos países de la unión monetaria, los que generaron más incertidumbre. Quedaron malheridos a raíz de la crisis inmobiliaria en EEUU: severos desequilibrios fiscales, un importante endeudamiento, economías contrayéndose o muy débiles, y sistemas bancarios frágiles. Fue un año en que la moneda común —el euro— estuvo en riesgo.

    Tras pasar la mitad del año con fuertes dudas sobre su continuidad en la zona euro, Grecia terminó 2012 mejor que como lo empezó, pero con problemas pendientes. 

    En marzo concretó la mayor reestructuración de deuda de la historia. El 95,7% de los tenedores de bonos griegos aceptaron una pérdida de 75% de su capital y postergar el cobro en 30 años. 

    Por esos meses hubo elecciones y surgió, tras difíciles negociaciones, un nuevo Poder Ejecutivo encabezado por Andonis Samarás apoyado por tres agrupaciones. El gobierno anunció e implementó varias medidas de recorte de gasto público, entre ellas despidos de funcionarios públicos y cierre y fusión de oficinas públicas. La ciudadanía, agobiada por una recesión que lleva seis años, reaccionó con violentas protestas frente a ese ajuste, que fue negociado con los socios de la Unión Europea (UE) y el FMI a cambio de fondos frescos que le permitieran enfrentar pagos de la deuda.

    Los desembolsos se hicieron cuando misiones inspectivas que llegaron hasta Atenas comprobaron que el ajuste se estaba cumpliendo. El último giro, de casi 50.000 millones de euros, se desbloqueó en diciembre.

    En ese marco, la calificadora Standard & Poor’s subió seis escalones la nota de la deuda (de “default” a “B–”). 

    También España afrontó un año de ajustes en las cuentas del Estado (el recorte de su presupuesto fue de más de 27.000 millones de euros, el mayor en la historia democrática del país), suba del desempleo (llegó en octubre a la cifra histórica de 25,02%) y recesión.

    Muy endeudado y con un fuerte déficit fiscal (en noviembre el déficit del Estado central alcanzaba a 4,37% del PBI y varios analistas estiman que una vez que se agregue el déficit de las comunidades autonómicas, uno de los grandes problemas de la cuentas españolas, la cifra anual superará el 6,3%), el gobierno español vaciló si recurrir o no a un pedido de auxilio financiero, que por el momento desechó. En cambio, sí apeló a un nuevo fondo de rescate que creó la UE ante emergencias bancarias: el Mecanismo Europeo de Estabilidad. 

    “Si el gobierno no hubiera hecho antes los deberes, ayer se habría producido la intervención del Reino de España”, dijo en junio el jefe del Ejecutivo español, Mariano Rajoy. 

    Italia fue otro de los focos de preocupación, especialmente en el final del año.

    Tras la presentación de los presupuestos para 2013, el jefe de gobierno italiano, Mario Monti, renunció a la conducción del país luego de estar apenas un año en el cargo y habrá nuevas elecciones en febrero. 

    Los inversores temen que el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi regrese a la política, quien ha sido crítico de las medidas de ajuste que adoptó el gobierno de Monti buscando hacer pagable la deuda pública (126% del PBI según el instituto estadístico europeo).

    En noviembre el desempleo subió a 8,6%, el nivel más alto desde mayo de 2010.  

    A pesar de todo, el euro cierra 2012 íntegro, aunque con una cotización debilitada frente a otras monedas. 

    En diciembre los 17 países de la unión monetaria acordaron un sistema de supervisión bancaria común que abarcará a las 200 mayores instituciones europeas a partir de 2014. Su creación fue aplaudida por organismos internacionales como el FMI; su directora, Christine Lagarde, afirmó que 2013 será un buen año para Europa y que tras una contracción de 0,4% en 2012, logrará crecer 0,2% este año. “La economía en la zona euro mejora con relación al año pasado, pero con la condición de que se apliquen las medidas correctas”, remarcó. Un panorama muy lejano al de “apocalipsis próximo” que el economista ganador de un Nobel, Paul Krugman, anunciaba para el euro en el mes de julio. “Europa me ha sorprendido con su resiliencia política”, dijo Krugman en diciembre.

    Emergentes

    La economía de China se desaceleró el año pasado, si bien en los meses finales repuntaron las exportaciones y la actividad fabril. Bajo un nuevo gobierno, para 2013 el FMI proyecta que el PBI chino crezca 8%.

    Hasta ahora los principales organismos multilaterales han subrayado la capacidad de América Latina de mantenerse blindada ante la más reciente crisis mundial. De hecho, según datos del Banco Mundial, la región logró aumentar en 50% su clase media (que pasó de 103 millones de integrantes a 152 millones) durante la primera década del siglo, incluso a pesar de la crisis.

    Pero han comenzado las señales de advertencia. Recientemente el FMI revisó a la baja las perspectivas para la región y Lagarde instó a los gobiernos latinoamericanos a “construir un colchón” de ahorro y a “diversificar” sus economías ante posibles embates externos.  

    De todas formas, los pronósticos son de crecimiento para 2013, de 3,8% según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y 3,9% en el caso del FMI.

    Argentina y Brasil, con mayores cosechas y más inversión, serán los motores según la Cepal. Para Uruguay proyecta que el PBI se expandirá 4%.

    “Los momentos de crisis pueden convertirse en grandes oportunidades”, dijo la semana pasada la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. Con esa filosofía, y ante previsiones oficiales de que la economía crezca solo 1% este año, su gobierno anunció millonarias inversiones en infraestructura, bajó las tarifas de electricidad con el fin de abaratar los costos para las fábricas y mantuvo en mínimos históricos las tasas de interés de referencia para el mercado brasileño. “Nuestra receta para un Brasil más fuerte es invertir en mejorar la infraestructura y la competitividad de nuestras empresas”, alegó Rousseff. 

    La economía de Argentina está creciendo, favorecida por los altos precios de la soja y otros commodities agropecuarios. Pero enfrenta problemas de inflación alta (estimada para 2012 en torno a 10% por el gobierno y en torno a 25% por consultores privados) y presiones de acreedores de su deuda impaga. Además, algunas medidas tomadas por las autoridades intentando contener la fuga de capitales —como un control al cambio de dólares y los pagos con divisa en el exterior— provocaron distorsiones.