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    La fórmula para una democracia “autoritaria”

    Buenos Aires. Nicolás Maduro se autoproclamó presidente del Mercosur, pero los gobiernos de Argentina, Brasil y Paraguay le dijeron que no. Que las cosas no son ni se hacen así.

    La pelota se la había puesto en la cabeza Tabaré Vázquez. “Le dejó la pelota saltando (picando)”, como dijo el canciller de Paraguay, Eladio Loizaga.

    Y Maduro cabeceó. Se creyó que podía hacer como en Venezuela, donde amenaza con declarar en desacato a la Asamblea Nacional Legislativa, o indica a jueces y tribunales a quién se debe procesar y enviar a la prisión, y al mismo Supremo Tribunal de Justicia cuáles leyes son válidas o qué diputados tienen derecho a asumir.

    Maduro se enfureció; habló de otra Triple Alianza, de un nuevo Plan Cóndor y calificó como de “extrema derecha” a los actuales gobiernos argentino, brasileño y paraguayo. No economizó epítetos, como le es usual.

    Uruguay se salvó. ¿Se salvó?

    Decididamente, cualquiera sea el desenlace de todo este episodio, Uruguay no saldrá bien.

    Para el chileno José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch (HRW), la posición y conducta asumida por el gobierno uruguayo ha sido sorprendente. Siempre se cuidó de no “integrarse” en demasía al grupo bolivariano y chavista, pero ahora parece que cambió y justo en momentos en que en el continente cada vez son más los gobiernos que han “resuelto no seguir dando vuelta la cara y llamar a las cosas por su nombre”, me dijo. Vivanco estuvo varios días en Buenos Aires, donde se entrevistó con las más altas autoridades argentinas —incluidos el presidente y su canciller—, a quienes entregó un lapidario informe realizado por HRW sobre la situación imperante en Venezuela.

    Tanto Argentina como Brasil se han molestado con cómo procedió Uruguay. Hace unas horas, un alto funcionario del gobierno argentino me comentó en la Casa Rosada que Uruguay se equivocó. “Por más problemas que el tema pudiera generar a nivel interno en el partido de gobierno y por muy  importantes que puedan ser para el país las relaciones comerciales y los negocios con Venezuela, su gobierno le erró”, me dijo. “Además —añadió— lo de los fundamentos jurídicos y lo de la ‘democracia autoritaria’ no se lo cree nadie”. El funcionario admitió que hasta el propio gobierno argentino debió destacar un poco cuál es su posición, que en algún momento pareció como algo ambigua. El presidente Macri reiteró en Lima que en Venezuela se violan totalmente los derechos humanos y la Cancillería emitió un comunicado en el que cuestionó el procedimiento uruguayo-venezolano y advirtió que no se puede asumir la Presidencia pro témpore de la organización si no hay un traspaso de mando formal.

    Para Vivanco, “Venezuela no califica para presidir el Mercosur, viola todas sus normas y exigencias en materia de defensa de las libertadas y los derechos humanos y de la democracia, y sus miembros están obligados a defenderlas y hacerlas respetar”.

    Dijo, además, que no es necesario calificar qué tipo de democracia hay Venezuela. “Los hechos hablan por sí mismos” y cada uno puede llegar a sus propias conclusiones, indicó. Tras enumerar todas las violaciones comprobadas en Venezuela, Vivanco —citándolo como uno de los ejemplos más elocuentes sobre lo que pasa en dicho país— se refirió a “la fórmula” que manejó el diputado Diosdado Cabello respecto al referéndum revocatorio.

    La mentada “fórmula” de Cabello, efectivamente, habla por sí sola respecto a la “clase de democracia” que reina en Venezuela. La proclamó hace unas semanas ante una audiencia con muchos uniformes, que la festejó alborozada.

    Cabello, capitán y diputado, es uno de los hombres fuertes del régimen chavista, aunque para el senador de Estados Unidos, Marco Rubio, se trata del “ladrón más grande de Venezuela”. Y de una Venezuela que, según el secretario general de la OEA, nuestro compatriota Luis Almagro, es el país “más corrupto del continente”.

    Pero, concretamente, ¿cuál es la fórmula del capitán y diputado Cabello para el referendo revocatorio?

    Primero, Cabello ha afirmado repetidas veces que no puede hacerse el referéndum este año y que no lo van permitir. Si fuera en 2016 y el gobierno pierde, debe llamarse a elecciones. Pero cambia si es en el año próximo: ahí su efecto se limita a la salida del presidente y el traspaso al vicepresidente.

    A partir de esa postergación surge “la fórmula” de Cabello. Según este, se llama a referéndum en enero de 2017, en marzo se realiza y sacan a Nicolás (Maduro), “que es el objetivo”.

    “Entonces —explica Cabello—, siguiendo el ejercicio legal, corresponde que asuma el vicepresidente (Jorge Arreaza), quien ya en la Presidencia y en función de las normas legales, designa como su vicepresidente a Nicolás Maduro. A la semana, (Arreaza) renuncia y Nicolás nuevamente asume como presidente”. Impecable. “Y todo dentro de la Constitución; de lo que dice el articulo 233 y sin más chance de otro referéndum”, afirma el capitán-diputado.

    Una fórmula algo así o más o menos parecida, una especie de trampa autoritaria, sin el más mínimo espíritu democrático y sin ningún fundamento jurídico, es la que Nicolás Maduro ahora pretende aplicar en el Mercosur.