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Las manifestaciones de los productores rurales que en los últimos días se replicaron en distintos puntos del país —desviando de la playa al campo los análisis de costos y rentabilidad— y que pusieron al gobierno en la búsqueda de diálogo, pautan el arranque de un año que para el agro será más complicado del que acaba de terminar.
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Según proyecta Deloitte, la actividad de ese sector tuvo un crecimiento “modesto” en 2017, cercano a 1%, y su producción caerá entre 2% y 3% en 2018 en comparación con el año previo.
La mayoría de los rubros del agro tuvieron “retornos muy magros” en el ejercicio pasado y registrarán pérdidas en esta campaña, señaló a Búsqueda Florencia Carriquiry, gerenta senior del área de asesoramiento económico-financiero de esa consultora.
En su opinión, eventuales medidas de reducción de algunas tarifas o incluso de aportes patronales que reclaman los empresarios agropecuarios no generarían mejores condiciones de rentabilidad. A su juicio, más que la “presión de costos”, la “verdadera solución” para el agro pasa por una “corrección del valor del dólar”, que en su opinión tiene un “atraso importante”.
A continuación, una síntesis de la entrevista.
—¿Cómo analiza la situación del agro?
—El ejercicio agropecuario 2016/2017 —que cerró en julio pasado— tuvo niveles de actividad y de ventas buenos, porque hubo un clima excepcional, hubo una zafra agrícola de verano récord y buenos rindes en el invierno de 2016 que se comercializaron en 2017. Eso hace que a veces se pregunte ¿por qué se queja el agro, si las exportaciones primarias crecieron? Pero, pese a esos altos niveles de productividad, la gran mayoría de los rubros no están teniendo niveles de rentabilidad satisfactorios. Salvo la soja, en el último ejercicio el resto de los rubros tuvieron retornos muy magros, si no rojos. Y para este ejercicio que está en curso es probable que la gran mayoría dé pérdida, salvo la soja, que todavía tiene márgenes razonables.
El arrocero es de los sectores que están más complicados. La productividad es muy buena, pero los costos se mantienen muy altos y si bien hay cierta recuperación de los precios internacionales, los números son negativos para la última campaña. La ganadería también se vio beneficiada por el buen clima pero tampoco está teniendo buenos retornos.
—¿Una suba del precio internacional o el abatimiento de costos podría mejorar la situación?
—Desde el 2014 a la fecha los precios de los principales granos cayeron entre 30% y 40%, los de la carne bajaron cerca de 10%. Y los costos internos siguieron subiendo, en algunos casos, fuertemente. Por tanto, es cierto que el sector está enfrentando desde hace varios años caídas de rentabilidad importantes, la ecuación se apretó mucho y el endeudamiento aumentó.
—¿El gobierno tiene margen para rebajar la tarifa del combustible o reducir los aportes, como piden los productores?
—El problema es mucho más de fondo y tiene que ver con el dólar, que hoy está muy bajo. Y ese tipo de medidas no van a ser la solución. La verdadera solución para el agro es ir generando espacio para que el tipo de cambio real —que hoy a nuestro juicio tiene un atraso importante— vaya volviendo a niveles más razonables. Y para que eso no suponga más inflación, implica que desde la macro se logre mayor consistencia de las políticas: que haya moderación de los salarios y una política fiscal más contractiva. Este es un año clave, porque son los últimos dos hitos que le quedan a esta administración: la Rendición de Cuentas y la ronda salarial.
Es difícil pensar que en lo fiscal veamos una política mucho más contractiva porque se acerca un nuevo ciclo electoral. En lo salarial vemos un poquito más de intención de volver a proponer pautas que supongan una moderación adicional de los ajustes.
Se requiere menos gasto público, que es lo que está detrás del atraso cambiario. Y hasta tanto no veamos una corrección del valor del dólar, esas medidas más puntuales pueden aliviar muy transitoriamente alguna situación financiera, pero no van a generar mejores condiciones de rentabilidad. Este problema no tiene que ver con la presión fiscal del sector sino con la presión de costos que deriva de un dólar que está notoriamente desalineado.
—Los ruralistas reclaman un dólar a $ 36. Para usted, ¿qué cotización salvaría la ecuación del productor?
—Uruguay es de los países que se han quedado más caros en dólares. Si se comparan promedios, el tipo de cambio real actual está 30% por debajo de la media histórica. ¿Eso implica que tiene que subir 30%? No, porque también hay otros elementos, pero requiere de una corrección importante. Si es de 15%, 20% o 30% es discutible.