N° 2001 - 27 de Diciembre de 2018 al 02 de Enero de 2019
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáJusticia fue la palabra del año 2018 para Merriam-Webster, el diccionario online más consultado de Estados Unidos. Al parecer, la palabra se buscó 74% más que en 2017 y se mantuvo como una de las más buscadas durante todo el año. Para explicar los motivos de su elección, la compañía argumentó que el concepto de justicia estuvo en el centro de muchos debates durante 2018 y que la pregunta de “a qué nos referimos exactamente cuando usamos el término justicia” fue relevante durante el año.
Resulta esperanzador saber que hay cada vez más gente interesada en comprender qué significa la justicia, en especial en momentos en los que el término parece requerir algunas actualizaciones. Si la justicia es reflejo de la sociedad en la que vivimos, se vuelve urgente entonces que se asimilen de algún modo los cambios que la sociedad viene experimentando desde hace tiempo. Durante 2018 tuvieron lugar, a escala internacional, varios casos en los que la justicia se vio de hecho fuertemente cuestionada.
Un caso conocido es el de los integrantes del grupo La Manada, en España, quienes fueron condenados por abuso pero no por violación, a pesar de todo lo que aparece en la sentencia escrita como “hechos probados”. El 5 de diciembre, el tribunal español anunció que ratificaba la condena, por estimar que “no hubo violencia” en los hechos ocurridos. Sin embargo, dos de los cinco jueces tuvieron opiniones diferentes y consideraron que sí se trató de violación, dados los actos “degradantes” que los cinco hombres realizaron a la joven. Lo importante de la discrepancia es que deja en evidencia la subjetividad que subyace en una decisión judicial: unos piensan una cosa, otros piensan otra. El hecho de juzgar si un acto es violento o no, o si alguien es o no culpable de ejercer violencia estará teñido en última instancia de lo que cada quien entienda como agresión, así como también de cómo lo entienda la cultura en la que vive.
La reciente sentencia a los acusados por la muerte de Lucía Pérez, en Argentina, sacudió el concepto de justicia a escala regional. Un tribunal de Mar del Plata condenó a los hombres por “tenencia y comercialización de estupefacientes”, pero los absolvió por abuso sexual y femicidio, por entender que no existieron “asimetrías de poder” entre los hombres y la adolescente a quien le vendían drogas. Al leer la sentencia, sorprende el detalle con que se describe la vida privada de la joven. Toda su intimidad es expuesta durante el juicio y utilizada por los jueces para argumentar, por ejemplo, que la joven de 16 años “no se mostraba como una chica de su edad” y que había mantenido “relaciones con hombres de hasta 29 años”. Sin embargo, muy poco se habló de la vida privada o sexual de los acusados, y cuando el fiscal intentó hacer referencia al “sin número de páginas ‘porno’” en el historial web de uno de los imputados, los jueces alegaron que esa información debía quedar comprendida en el principio de reserva, ya que se trata de “situaciones de carácter íntimo”.
Las diferencias de criterio para juzgar a unos y a otra evidencian un “doble estándar” a la hora de analizar el caso. El fallo generó la indignación de la sociedad y fue criticado por la Organización de los Estados Americanos (OEA), que señaló que “el uso de estereotipos de género en la actuación de los operadores de Justicia representa una clara violación a los derechos humanos de las mujeres”.
Curiosamente, cuando la víctima es un hombre y la victimaria una mujer, como en el sonado caso (también en Argentina) de Fernando Pastorizzo y Nahir Galarza, la vida privada de la víctima deja de ser el centro de atención. Galarza fue condenada a prisión perpetua en julio de este año por el asesinato de Pastorizzo, pero esta vez de quien hablaron los medios fue de ella, no de él: si había sido modelo, si le gustaba el gimnasio, con cuántos hombres tenía sexo. El hecho de que haya trascendido en la prensa como “el caso Nahir Galarza” (cuando por lo general los casos se nombran a partir de la persona asesinada), habla también de una cultura en la que la mujer aparece indefectiblemente como “el espectáculo”, ocupe el rol que ocupe.
Hoy, el centro de atención está puesto en cómo resolverá la Justicia de Nicaragua la denuncia por violación de la actriz argentina Thelma Fardín contra Juan Darthés, quien después de reiteradas denuncias públicas y mediáticas por abuso, se enfrenta finalmente a una denuncia penal. Mientras tanto, la fuerza de las denuncias en la vecina orilla hizo resurgir en nuestro país las acusaciones de acoso y abuso contra el cantante Gustavo Serafini, el Gucci, que en abril de este año quedaron sin efecto por “falta de pruebas”.
Nuestras sociedades son cada vez más conscientes de los sesgos y la discriminación subyacentes en juicios y condenas, y están exigiendo cambios. Pero mientras el derecho no incorpore a conciencia estos avances, el 2019 nos encontrará todavía buscando tristemente por los diccionarios qué es lo que significa la palabra justicia.