Sr. Director:
Sr. Director:
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáHace unas semanas, en las generosas páginas de esta sección de Búsqueda, a propósito de las elecciones en Argentina, compartí una serie de ideas sobre el tenor de las alianzas electorales en la vecina orilla.
Los resultados de la primera vuelta confirmaron que si las alianzas son bien estructuradas, dan resultado y potencian a las diferentes fuerzas políticas. El PRO consiguió su objetivo ya que su líder participó del balotaje, el grupo de Elisa Carrió salió fortalecido a través del posicionamiento en el gran escenario nacional de su principal dirigente y la Unión Cívica Radical mejoró notoriamente su representación parlamentaria y territorial ganando gobernaciones e intendencias en todo el país. El balotaje lo reafirmó y Macri alcanzó la Presidencia.
Argentina no es el único ejemplo, por cierto. Podríamos detenernos en el caso chileno como en tantos otros.
Pero parece que en Uruguay todo es lento. Es cierto que nuestra cultura política es peculiar. Que nuestro sistema de partidos es más sólido que en otros países. Que las identidades partidarias son más fuertes.
Aunque también es cierto que nunca se había visto una fuerza política ser tan hegemónica en aspectos políticos, sociales y culturales, que ejerza el poder con el corporativismo sindical como aliado protagonizando permanentemente una notoria erosión del talante republicano de nuestro país.
Y debe no solamente llamar la atención del bloque opositor, sino aglutinarlo.
La oposición política consta en Uruguay de tres partidos con una marcada matriz republicana. Dos de ellos fundacionales que forjaron el país y otro de trayectoria reciente. Cada uno con sus tradiciones, sus identidades, sus posturas ideológicas. Cada uno con sus historias y sus pesos políticos y de representación según el tiempo histórico. Pero lo cierto es que hoy integran el bloque opositor.
La existencia del balotaje lleva naturalmente a que cada partido marque su perfil para la primera vuelta y luego, si se llega a la segunda instancia, se busquen acuerdos o respaldos políticos y electorales.
Pero me temo que eso no es suficiente para que la ciudadanía vea que el bloque opositor puede ser una alternativa real al poder hegemónico que sustenta el gobernante Frente Amplio.
Hubo un primer intento de coordinación opositora con la creación del Partido de la Concertación para competir en Montevideo. El reclamo de gran parte de la ciudadanía y la ausencia de balotaje convencieron a blancos y colorados de sumar esfuerzos. Lamentablemente el Partido Independiente no lo entendió como una buena cosa por cuestiones aparentemente estratégicas.
Esa es una experiencia y hay que estudiarla. Ya he opinado sobre los resultados. Creo que es un camino a evaluar definitivamente a nivel de las elecciones departamentales si no cambian las reglas electorales para dicha instancia.
Pero no es el único camino necesariamente para el ámbito nacional y se debería estudiar el tema, a pesar de que no se ve a los dirigentes más representativos de los partidos fundacionales con mucho interés en atacar el tema.
El único que en su reaparición con tintes electorales algo expresó fue Jorge Larrañaga en el último editorial que escribió para la página web de Alianza Nacional y su última participación en ADM. Por ahí apareció una luz. Otra luz o señal fue el seminario organizado por el Partido Independiente sobre el espacio socialdemócrata en el Uruguay (aunque no veo viable que existan desprendimientos de los partidos y hasta poco plausible). Por su lado Novick, luego de la muy buena irrupción electoral, juega su partido, aunque siempre es bueno en esos casos ir despacio, ya que el sostén de estructuras partidarias sólidas siempre es una buena compañía.
No es mucho pero no está mal. Son pasos. Más claro sería que los tres partidos del bloque opositor formalicen una coordinación política desde el Parlamento y se lo comuniquen a la ciudadanía fuerte y claramente.
Luego siempre hay tiempo para estudiar estrategias electorales.
Lo importante es no estar cerrados a trabajar el tema ni anclarse en diferencias de otrora. Es otro mundo, otra sociedad, con otras problemáticas. La ciudadanía, hoy cada día más independiente de tradiciones, identidades y líderes, reclama acuerdos entre los políticos, se aleja de las posiciones fundamentalistas y ortodoxas de dirigentes que viven con la cabeza en el pasado y aspira, en el caso de terminar de convencerse de que es la hora de una alternativa al Frente Amplio, encontrar una oposición seria, madura, convencida y con grandeza que, como tal, genere una esperanza de cambio.
Luis Hierro Freigedo