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    La pianista invisible

    Un libro y un fonograma ponen en valor el legado musical de Carmen Barradas

    Dice Fernando Cabrera en su canción Décimas de prueba: El tiempo, a mi parecer, va de remiendo en remiendo, / es un hilo que corriendo quiere arrimarse al futuro, / donde esperando en un muro, el pasado está riendo. Y dijo Carmen Barradas: “Escribo para las generaciones futuras, que me entenderán”. Mientras que en su tiempo, el Novecientos, la norma era imitar la música que se bailaba en los salones europeos, ella inventaba su propio método de notación y creaba una música adelantada medio siglo a sus contemporáneos.

    La compositora montevideana, que vivió entre 1888 y 1963, que nació como Carmen Pérez Giménez y que por decisión propia cambió su apellido por el de su abuela paterna (igual que su hermano el artista Rafael Barradas), que dejó Uruguay para vivir en Barcelona y en Madrid, que inventó y construyó juguetes como sustento para dedicarse a componer su música y tocar el piano, sigue siendo al día de hoy una figura poco conocida en el imaginario cultural uruguayo. Por eso, la publicación de Carmen Barradas. Obras para piano. Volumen 1 es todo un acontecimiento. Con el subtítulo Primera vanguardia de la música académica uruguaya, esta doble edición del sello Perro Andaluz es un aporte muy valioso para revertir el desconocimiento sobre esta verdadera pionera.

    Se trata de un álbum con 20 composiciones para piano de Barradas, registrado en el estudio Sondor, interpretado en forma exquisita por la pianista Patricia Mendoza Lluberas, y un libro de 56 páginas escrito por la musicóloga Adriana Santos Melgarejo. El texto, con explícita vocación de divulgación, contiene una vasta investigación sobre la vida y obra de Barradas y está ilustrado con varios retratos de Carmen pintados por su hermano Rafael, el célebre pintor, con quien la pianista entabló una intensa sociedad creativa. Financiado por los Fondos Concursables del MEC, el doble trabajo fue presentado el 28 de julio en un concierto comentado a cargo de las autoras en el Centro Cultural de España.

    La preservación de manuscritos y grabaciones de Barradas se debe en gran medida a la investigadora y pianista uruguaya Neffer Kröger (1925-1996), quien fue la primera en rastrear, estudiar y registrar su obra en el libro Carmen Barradas, una auténtica vanguardista (2014), de lectura obligada para quien se adentra en la obra de la artista. Gracias a Krögger es que ahora podemos escuchar el impecable registro en CD que trae adjunto el libro, y que también son audibles en Spotify y YouTube.

    La originalidad de la obra de Barradas se manifiesta en el primero de los dos prólogos, a cargo de la doctora en Musicología española Carmen Piñero Gil (el otro es del musicólogo uruguayo Gustavo Goldman), quien destaca la conmoción que sintió al escuchar Fabricación, una de las composiciones emblemáticas de Barradas, que este año cumple 100 años, y sintetiza con elocuencia las razones de su (hasta ahora) escasa trascendencia histórica. “Felizmente, hoy Carmen Barradas camina segura en la narración de la música latinoamericana del siglo XX”, dice, y define el trabajo de las uruguayas como “una valiosa labor de recuperación de patrimonio” y “un encomiable ejercicio de historia compensatoria y de visibilización de una creadora silenciada”.

    Además de dos completas reseñas, una biográfica y otra en tono analítico, el corazón de la investigación son las 15 páginas que describen, una por una, las 20 piezas musicales del álbum, desde Estudio rítmico tonal en si bemol menor antiguo a Taller mecánico (manuscrito inconcluso). Sobre el final, junto con el glosario de las fuentes bibliográficas, está el texto completo del libro traducido al inglés, lo cual favorece el acceso a la obra a investigadores de todo el mundo.

    Una sobreviviente

    El interés de Santos por Barradas surgió 10 años atrás, cuando la musicóloga buscaba quiénes eran las compositoras uruguayas de música académica. “Nunca me han convencido las categorizaciones dogmáticas, por ejemplo, cuando se dice ‘X’ es la primera o el primer, ‘Z’ es el mayor exponente o ‘Y’ el (único) o la única en tal cual cosa. Entonces, desconfiar de esas afirmaciones muchas veces te lleva a descubrir que lo que habías intuido no estaba tan alejado de la realidad”, dijo a Búsqueda la investigadora, consultada sobre la génesis del libro. Lo primero que encontró fue un artículo de El País Cultural basado en los escritos de Kröger. “¿Quién era Néffer?”, se preguntó Santos. “La recuerdo en los pasillos de la vieja Escuela Universitaria de Música como egresada cuando yo recién comenzaba a estudiar en la década de 1990. Fue una pianista y una investigadora que puso toda su energía en la obra de Carmen y su archivo es citado por todos los investigadores que en el mundo han realizado trabajos sobre los Barradas”.

    Santos también contaba con escritos periodísticos y académicos que había recopilado en el Centro de Documentación de Música y Danza de Madrid, producto de una beca a la que accedió en 2010. “En España comprendí la dimensión de la obra de Rafael Barradas y al hurgar en ella hizo que surgieran tantas interrogantes sobre él y su hermana mayor, sobre la familia, sobre los tres hermanos —cada uno desarrollando su disciplina— y el alcance de su relación artística. Me fue envolviendo el saber de su vida difícil en cuanto a las penurias económicas, en cuanto a la falta de reconocimiento y en cuanto a su lucha para que el trabajo de su hermano, luego de fallecido Rafael en 1929, no quedara olvidado. También me intrigó la relación de Néffer con Carmen, cómo se conocieron trabajando juntas, cómo luego pasó a ser su discípula y quien conservó la obra de Carmen para que no desapareciera”.

    Sobre las causas de que la figura de Barradas haya pasado por debajo del radar durante tantas décadas, Santos cree, con base en sus estudios, que es “un problema multicausal”. “Es evidente que no despertó el interés de sus pares, y eso tal vez tuvo que ver con su lejanía de los círculos de poder de la época. La creación musical, como las otras artes, estuvo y está inmersa dentro del vaivén de las elecciones políticas. Es decir, lo que se legitima o no, lo que conviene a un proyecto político cultural y donde se sustentan las distintas concepciones de arte, cultura e identidad. Hay que tener en cuenta que en la década de 1920 ella estaba experimentando, por ejemplo, con la multiplicidad de planos sonoros, con la disonancia, mientras que sus colegas estaban trabajando en obras enmarcadas dentro de la corriente nacionalista”.

    Santos también menciona, como causa de su invisibilización, “el hecho de ser una mujer en un ámbito absolutamente masculinizado, en su época y hasta ayer”. Y fundamenta: “Ella nació en 1888 y murió en 1963. Lo que se esperaba de una mujer música era diferente de lo que ella desarrolló. No solo en cuanto a su obra compositiva, también en cuanto a sus aportes didácticos. Hay documentos que muestran la incomprensión que sufrió del entorno, por ejemplo, en el Instituto Normal, donde trabajó como profesora de música. Por otra parte, su originalidad tal vez ponga en vista la no tan novedosa obra de sus contemporáneos y la de sus posteriores. Y esto sí que es una cuestión idiosincrática que sigue vigente. Salvando las grandes distancias, y si se me permite la comparación, sigue sucediendo que proyectás y llevás a cabo trabajos serios, originales, de buena calidad y sin embargo siguen pasando inadvertidos. En el caso de Carmen Barradas creo que no es inocente haberla invisibilizado”.

    Para la académica, Barradas siempre tuvo una vida de sobrevivencia. “Lo que tenemos de su obra también lo es. Las últimas que se conocen son de la década de 1940, por lo que se infiere que deja de crear dos décadas antes de su muerte. Se abocó a sobrevivir con lo que el medio le permitía hacer, que fue dar clases de música y crear un coro en el Instituto Normal. Pero también sus energías estuvieron enfocadas, junto con su hermano poeta Antonio de Ignacios, en que la obra de su hermano Rafael no cayera en el olvido. Todo eso, seguramente, le restó tiempo a su propio desarrollo como artista. Estamos hablando de una compositora que solo tomó clases de piano y no siguió formándose, como compositora fue prácticamente autodidacta. Este hecho también juega en contra cuando se trata de legitimación”.

    Para llevar adelante la investigación, las autoras se centraron en las partituras manuscritas y en la decodificación de su particular caligrafía musical: “Desciframos sus signos originales y transformamos en sonido lo escrito en el papel, ya que se estrenaron siete obras y se grabaron tres por primera vez. Fue parte del desafío también utilizar nuestro tiempo en un legado de música impopular, como llamó peculiarmente Héctor Tosar a la música académica. Es que, con el correr de los años fui tomando conciencia de que había que continuar el trabajo de Kröger y que la obra de Carmen merecía un lugar en la historia de la música. Para eso creí imprescindible analizar sus piezas y también interpretarlas, para que las personas tuvieran la oportunidad de escucharlas, y de apropiarse. Y para eso era necesario encontrar a alguien que tuviera interés en hacer un trabajo minucioso y especializado de interpretación, algo que yo no podía hacer, ya que mi instrumento es la flauta y no el piano”. Así fue que en 2017 Santos comenzó a trabajar con Mendoza Lluberas, pianista salteña, especialista en música contemporánea.

    Para Santos “es indisociable” el contexto y la historia de los hermanos Barradas con la emoción que siente cuando escucha la música de Carmen. “Es intensidad y potencia. También es un juego de sencillez y sorpresa, y parece mostrarte la claridad y la frescura, en piezas que son pruebas o ‘hilvanes’, como ella las llamaba. En otras piezas parece mostrarte el lugar, el paisaje sonoro en el que estuvo inmersa, y escuchás reminiscencias de música andaluza, o de una vidalita o de música circense. Sus piezas y ella me acompañan. Su música es el universo Barradas”.