Nº 2244 - 28 de Setiembre al 4 de Octubre de 2023
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáCuesta entre tres y cinco dólares, es 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más potente que la morfina. Algunos dicen que provoca sedación y aletargamiento, otros lo relacionan con potentísimos orgasmos, todos dicen sentir una felicidad extrema. Se consigue en ampollas, en polvo, en pastillas e incluso en cristales que se derriten en las zonas húmedas como los ojos, la lengua, el ano o la vagina. Da más rush, más adrenalina, pega por más tiempo y cuesta menos que otras drogas. Saca el hambre y proporciona la energía necesaria para realizar las actividades que permitan volver a comprarla. ¿Qué más se le puede pedir al fentanilo? Aunque después de la cascada de placer vienen el dolor extremo y la adicción, casi inmediata.
El fentanilo es un opioide sintético, la droga más potente en la historia de las drogas, siempre involucrada en muertes por sobredosis. De hecho, puede ser mortal hasta en pequeñas cantidades: solo dos miligramos pueden ser letales. De 1.000 personas que consumen fentanilo solo tres sobreviven. No hay adictos crónicos porque nadie consume más de dos años: antes de que se cumpla ese plazo, estarán muertos. Porque el uso del fentanilo causa cambios cerebrales conocidos como neuroadaptaciones, que hacen que el adicto requiera cada vez una dosis mayor para obtener el mismo placer. Empiezan con una pastilla al día y en dos semanas ya son cinco. En tres meses son 30 o 40 diarias. Se sabe que en cuanto una persona empieza con esto en tres meses va a ser tu mejor cliente. Hasta que se muera, que no será mucho después. Porque el riesgo de sobredosis una vez enganchado es prácticamente del 100%.
Postrados en posición fetal, encorvados y caminando como simios, arrastrándose por el suelo o sufriendo convulsiones en plena calle, los adictos exhiben sus reacciones, los síntomas asociados al sistema nervioso. Después llegarán los temblores, el sudor, los vómitos o la taquicardia, el síndrome de la abstinencia que se desencadenará cuando cese el efecto de la droga. Así se ven las víctimas del fentanilo que kimgary (@kimgary2051), nombre por el que se conoce su cuenta de YouTube, sale a grabar por las calles del barrio de Kensington, en Filadelfia, y sus cámaras captan las imágenes sobrecogedoras que muestran con extrema crudeza el devastador efecto del opiáceo. No hace comentarios, solo enfoca a los miles de drogadictos que ocupan las aceras, algunos recién colocados, otros simplemente están a la espera de su dosis.
Un químico belga, Paul Janssen, fue el padre de la criatura: un invento para ser usado en cirugías cardíacas y para reducir los dolores de los pacientes con cáncer que rápidamente revolucionó la medicina. Pero, claro, una cosa es el fentanilo farmacológico, recetado por especialistas para tratar dolores intensos, y otra es el que se fabrica irregularmente para consumo ilegal, que en manos de las mafias se convierte en una pesadilla. Es sintético, resulta muy barato en relación con otras drogas, es relativamente sencillo de fabricar a base de los precursores y se produce rápido porque no depende de plantas, sol, agua o de cosechas; apenas depende del control de los puertos. Porque es en China y México donde empieza la cadena de suministro de los componentes básicos.
A menudo esta droga entró en la vida de los adictos sin que ellos lo supieran. Los dealers empezaron a cortar otras sustancias con fentanilo para abaratarlas y potenciarlas, y así miles de personas que pensaban estar comprando y consumiendo heroína, cocaína o metanfetamina acabaron enganchadas con algo que ni siquiera sabían que estaban tomando. Negocio redondo: tanto productores como traficantes obtienen una mayor ganancia en menos tiempo y con menos trabajo que otras sustancias. En Estados Unidos, en 2022, esta droga provocó las tres cuartas partes de las muertes por sobredosis y, según han publicado las autoridades, se espera que este año marque un récord con cerca de 110.000 decesos. Esto sería más de 2.000 muertos a la semana.
Después de ver cualquiera de los videos de @kimgary2051, de ver la devastación y la muerte que causa, de saber que la semana pasada murió un bebé en una guardería donde habrían procesado el opioide, la amenaza de epidemia de este asesino silencioso se vuelve gráfica, comprensible y alarmante para la humanidad. No queda duda de que esta es la peor crisis de drogas de la historia de Estados Unidos. ¿Y en Uruguay, qué? Aunque las autoridades dicen que están alertas y aseguran que hasta la fecha no hay registros de consumo recreativo de la sustancia, es fácil imaginar que no tardará mucho en llegar desde los países vecinos. “Todavía Uruguay está lejos de que exista ‘un problema’”, dijo a Búsqueda Héctor Suárez, director de la oficina de Drogas. No me parece que estemos lejos del problema, la amenaza está aquí, los datos son contundentes, la cantidad de muertos es contundente. ¿La razón de esta alarma? El traslado de la droga es fácil porque está muy concentrada y el precio es muy económico: el paraíso para los narcos, la puerta de entrada al infierno para la población. Entonces, la respuesta institucional, la prevención, la actuación rápida de las autoridades, un debate público y multisectorial a nivel nacional sobre las políticas aplicables en la lucha contra las drogas y, muy especialmente, la información y la educación son las únicas herramientas para evitar el terrible potencial destructivo que tiene el fentanilo en nuestro futuro.