N° 1989 - 04 al 10 de Octubre de 2018
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáQuienes han tenido la tolerancia y fidelidad de seguir estas columnas, tienen claro que lo que se ha dado en llamar el “Proceso Tabárez”, ha sido objeto de varios comentarios. Desde una primera, aludiendo al singular hecho de que el Maestro hubiera figurado —por el voto popular en un programa televisivo— entre las deportistas más relevantes de la historia de nuestro país, hasta un análisis más detenido de su específica labor al frente de la Selección que disputara el último Campeonato del Mundo. Incluso, hace aún menos tiempo, me permití analizar (aunque planteándolo como una simple interrogante) la pertinencia o conveniencia de darle continuidad a un trabajo que —en su segundo y actual ciclo— se había iniciado, insólitamente para nuestro fútbol…, ¡hace una docena de años!
En esas entregas expresamos nuestra opinión favorable a que ello aconteciera, e incluso lamentamos que la preocupante crisis por la que estaba atravesando la Asociación Uruguaya de Fútbol no hubiera permitido asegurar la renovación de su contrato, apenas culminado el Mundial de Rusia. Más aún, cuando el propio técnico ya había manifestado su predisposición a continuar al frente de la Selección, de existir una proposición formal a tal respecto. Así las cosas, en una de sus primeras medidas, la Comisión “Regularizadora” de la FIFA, presidida por Pedro Bordaberry, dio pronta y favorable solución al tema, alegando la proximidad de varios eventos internacionales de importancia. Pero con la novedad —explícitamente señalada en el respectivo “comunicado de prensa”— que la tarea de Tabárez comprenderá no solo la habitual conducción de todas las selecciones nacionales, sino también la realización de “tareas de extensión y asesoramiento en otras áreas del fútbol, a nivel de todo el país”.
Cabe congratularse de la formalización de ese acuerdo, resultante de la inusual diligencia de las actuales transitorias autoridades de la AUF, así como de la predisposición del técnico para aceptar términos económicos que pudieron ser aun superiores, en comparación con los que perciben otros colegas menos exitosos (ocupaba el décimo lugar en el ranking de los mejor pagos, antes del inicio del Mundial de Rusia). Debe tenerse en cuenta, además, que existen un par de compromisos ya pactados para la Selección mayor (ya el 12 de octubre ante Corea del Sur y cuatro días después ante Japón; y luego otros dos, antes de fin de año) y que es bueno que, cuanto antes, Tabárez pueda retomar la imprescindible renovación del plantel, ya insinuada en el último tramo de aquel reciente magno torneo.
Sin perjuicio de ocuparnos, más adelante, de esta continuidad de la que venía siendo su tarea habitual, vale detenerse en el alcance de este nuevo cometido, que se incorpora a su función, el que puede tener un beneficio incalculable en el futuro. Y, lejos de suponerse que este se haya debido al aumento en la retribución finalmente pactada, quiero pensar que no es sino la expresa concreción de una idea o proyecto, que el Maestro ya tenía in mente desde hace mucho tiempo, y que por distintas razones aún no había podido concretar. Tanto es así, que ya en el Proyecto de Institucionalización que presentara a la AUF en el año 2006, había destinado un capítulo íntegro al Fútbol juvenil del interior del país. En este, entre otras varias cuestiones, señalaba su gran preocupación de que, en la mayoría de los departamentos del país, los futbolistas menores de 15 años disputaban un número de partidos sensiblemente menor, que los chicos de la misma franja etaria en la capital. Lo que les colocaba en una clara situación de desventaja cuando venían a probarse en algún equipo de Montevideo; y, por lógica, también para acceder directa e inmediatamente a las selecciones juveniles nacionales. Con el agravante de que ese inevitable período de nivelación con sus pares capitalinos, debían hacerlo alejados de su entorno habitual (familia, formación escolar, relaciones sociales, y otros valores afectivos).
Aunque, de alguna manera, en los últimos años, el cuerpo técnico encabezado por Tabárez había intentado superar esa deficitaria situación (no debe olvidarse que las distintas selecciones nacionales se nutren, casi en un 50%, de futbolistas provenientes del interior del país) es claro que aún resta mucho por hacer en este punto. Por ello, la suscripción de este nuevo contrato (con esa concreta previsión adicional) permitirá poner en funcionamiento, en su integralidad, lo que el Maestro había proyectado con tanta antelación; ya sea mediante una coordinación y asesoramiento con técnicos locales, o incluso con las visitas o recorridas que Tabárez, o sus inmediatos colaboradores, puedan hacer por los distintos departamentos del país.
En cuanto hace a la actividad futura de nuestra selección mayor, estos próximos compromisos ya pactados pueden ser propicios para que el técnico pueda consolidar el proceso de renovación del plantel, ya iniciado en Rusia, y que incluso se viera ratificado en el último cotejo frente a México, bien que sin su presencia. La nómina que Tabárez elaborara —apenas renovado su vínculo con la AUF— parece clara en ese sentido. Al tiempo que se confirman algunas ausencias de jugadores con un extenso recorrido (como Maxi Pereira, Fucile y el propio Gastón Ramírez), aparecen ratificados aquellos que fueron incorporados más recientemente (como De Arrascaeta, Nández, Laxalt, Torreira, Bentancur, Valverde, Gómez y Pereiro). ¿Las novedades? Se les otorga una nueva oportunidad, tras bastante tiempo, a Jonathan Rodríguez y a Camilo Mayada, y se convoca por primera vez a Marcelo Saracchi, aunque este ya tiene un destacado pasado celeste en distintas selecciones juveniles (no figuran en esta citación Guillermo Varela, presuntamente por su actual falta de actividad, y Jonathan Urretavizcaya, por haberse lesionado en los días previos a la confección de la lista).
Como puede apreciarse, a la bien consolidada base tradicional (con Muslera, Giménez, Godín, Cáceres, Vecino, Suárez y Cavani) se le suman muchos futbolistas jóvenes muy bien dotados técnicamente, aunque sin mayor fogueo internacional. Le corresponderá entonces a Tabárez lograr la adecuada complementación entre todos ellos, con una nueva línea futbolística que, sin abdicar de los atributos tradicionales de este núcleo, incluya un mejor trato del balón y una superior generación del fútbol ofensivo. Quiso intentarlo en Rusia, pero no lo logró, quizás por la falta de más ensayos previos. Y allí quedó harto comprobado que sin un radical cambio en nuestro estilo de juego, no podemos aspirar a mejores resultados que los logrados últimamente. Con la mira puesta en la obtención de la Copa América de Brasil, del próximo año, esta nueva fecha FIFA puede ser, pues, un excelente banco de pruebas para que Tabárez pueda dar ese impostergable golpe de timón que se le reclama. Para que no sea solo su contrato lo que se vea renovado, sino también la futura forma de encarar los partidos de la selección mayor.