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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáRealizadas las elecciones nacionales, ha quedado conformado el Parlamento sin mayorías propias para ningún partido y sin ningún candidato que supere el 50+1 para ser presidente en primera vuelta. Por lo tanto, como marcan nuestras leyes electorales, habrá una segunda instancia el domingo 24 de noviembre entre el candidato más votado, Daniel Martínez (FA), y el segundo, Luis Lacalle Pou (PN). La misma noche de las elecciones quedó planteado el panorama y la oposición marcó la cancha. Al 29% que obtuvo el Partido Nacional se le sumó un 24% producto de los votos del Partido Colorado, Cabildo Abierto, Partido Independiente y Partido de la Gente. Al casi 40% del Frente Amplio no se le sumó ningún partido. Si bien ya hemos dicho que las matemáticas no aplican en las elecciones, la historia de los balotajes muestra ciertas sumas ineludibles. El número al que debe aproximarse quien quiera ser presidente rondará el 47%. Ambos candidatos acuden a “la pecera” y mientras la actual oposición supera largamente esa cifra, el oficialismo debe recurrir a convencer a ciudadanos que no los apoyaron en la primera vuelta. Está más complicado para el FA que para la coalición, pero los partidos hay que jugarlos.
¿Qué caminos están recorriendo ambas fuerzas en busca del objetivo? La oposición multicolor mantuvo reuniones durante toda la semana y arribaron a un documento final donde todos metieron “cuchara”. A las ya manifestadas coincidencias de los programas se ajustaron otras propuestas con un poco de cada partido dando de esta forma una base mínima para la acción del futuro gobierno en los temas más trascendentales y más reclamados por la ciudadanía. A nadie debería sorprender esta alianza, de las internas para aquí el candidato nacionalista ha ido construyendo un ámbito de dialogo, buscando los puntos en común y limando las asperezas si las hubiere. Ninguno de los partidos de la coalición ha renunciado a sus principios ni a sus ideales y seguramente si llegan al gobierno, tengan que acordar muchos más temas en el Parlamento.
Por otro lado, el Frente Amplio ha salido despavorido a la caza de votos. Los hechos le han demostrado lo solo que quedó al no encontrar con quién dialogar, a quién invitar a su mesa. Las peores decisiones las tomamos cuando estamos nerviosos, molestos y desesperados. En estos casos es normal macanearla y es lo que le pasa al oficialismo. Cuando se toman medidas donde la gran mayoría hace una única lectura no se puede intentar cambiar el mensaje, lo que debe cambiar es la medida. El FA ha sido “intervenido” por el MPP, colocando a Yamandú Orsi al frente de la campaña por consejo de Mujica. Literalmente borraron de la foto a Graciela Villar y ahora la publicidad nos muestra solo a Martínez, sin compañera de fórmula. Los mismísimos ministros salen a golpear las puertas pidiendo votos, dando una triste imagen pública. Las redes se han inundado de mentiras, mentiras además de patas cortas, no de aquellas que de tanto repetirlas se convierten en verdad. Entre otras, desaparición de los Consejos de Salarios, aumento del IRPF, ajuste fiscal, aumento de tarifas, retiro de asignaciones familiares etcétera.
El temor a la pérdida de poder de las actuales autoridades lleva a declaraciones como la de Lucía Topolansky acerca de un posible estallido social si no gana el FA; Orsi, que parecía más serio en su análisis, compara actuales propuestas de reducir y reformar el Estado con las pretendidas privatizaciones de los años 90, fustigó el borrador preparado por la coalición y terminó reconociendo que no lo había leído; ante declaraciones de simpatía de Bolsonaro por Lacalle Pou ya se habla de un gobierno uruguayo bolsonarista. Los adjetivos para calificar a Manini Ríos se han superado día a día en variedad y cantidad, pero se olvidan de que el “inventor” de Guido Manini Ríos fue el Frente Amplio vía Huidobro y Vázquez. Primero lo fueron elevando en su carrera militar hasta que llegó a comandante en jefe, y luego intentando acusarlo de omitir denuncias realizadas en el Tribunal de Honor, que, en todo caso, serían compartidas con Miguel Toma y Tabaré Vázquez. Y el reparto sigue hasta último momento con el nombramiento de futuros ministros de Estado que se comienzan a comparar con los mencionados por el Partido Nacional en una especie de compulsa por saber cuál gol es más lindo, y aún no empezó el partido. Que pase todo esto es lo más natural cuando se reacciona por impulso, con mente caliente y sin pensar en argumentos sólidos.
Es muy difícil barrer para abajo de la alfombra tanta tierra y mucho más si todos barren juntos y con distintas escobas. Si bien es cierto que algunos dirigentes, los menos, han comenzado a reconocer errores, equivocan el lenguaje pues hablan de profundizar políticas y eso llevaría a profundizar errores.
Para que un partido político pueda renovar por cinco años su mandato tiene que presentar credenciales y logros muy positivos y no es el caso del Frente Amplio. Sus errores de comunicación vienen de vieja data, al punto que ni siquiera saben exponer las cosas bien hechas. Ahora el tiempo les juega en contra y pretenden resolverlo a puro centro y que aparezca una cabeza salvadora y terminan haciéndose un gol en contra.
Si seguimos con la metáfora futbolística, la que la gente entiende, la semana que viene hay penales (léase debate). El oficialismo depende a esta altura más de un error de la oposición que de un acierto propio. Las primeras encuestas lo muestran lejos del nuevo “número mágico 47%” y además con un condimento que parece irreversible: el interior y el interior profundo le dan la espalda a la coalición frenteamplista de casi 50 años. Quienes en su momento le dieron su apoyo, su confianza y pusieron su destino en manos del Frente, hoy le dicen basta y los 15 puntos de distancia con la oposición parecen indescontables.
¿Qué más harán los candidatos? Creemos que nada novedoso. La oposición mantiene su discurso y cierra filas; el oficialismo se defiende con ataques y tira golpes buscando acertar. Mientras tanto, todos nosotros esperamos que llegue el 24 de noviembre, se haga la noche y alguien empiece a trabajar en serio por Uruguay.
Sergio Barrenechea Grimaldi
Egresado de la Escuela de Periodismo de Búsqueda