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Hace siete años me encontraba en Chile, cumpliendo actividades como Agregado de Defensa.
En tal misión, coordiné requerimientos de las cuatro Fuerzas que integran su Defensa Nacional (Fuerza Aérea, Ejército, Armada y Carabineros), así como del propio Ministerio de Defensa.
Pero, más allá de las actividades formales, debí —y quise— abrazar la responsabilidad por los problemas que presentara cualquier compatriota, y que así lo requiriese.
Hoy sigue sacudiendo mi conciencia el recuerdo de tres colegas que recibí en el 2006 (18 de abril), a quienes mi país extraditó a Chile, para que un Poder Judicial (que debió reformar su procedimiento penal por poco garantista) los juzgara aplicando su anterior sistema (!!), en una causa que —aquí— fue abierta y archivada en cinco oportunidades, por la que fueron testigos pero nunca acusados.
Aun contrariado por el hecho, me sentí en la obligación de reconocer la decisión de quien había sido elegido por nuestro soberano para administrar y representarnos políticamente… desconociendo si aquel asunto tenía alguna otra connotación.
Hoy, después de siete años del voluntario olvido de mis tres camaradas por parte de mi país… (del entonces presidente y autoridades involucradas), he vuelto a ver a la madre de uno de ellos: del Cnel. (R) Tomás Cassella, la que nada espera de los gobernantes y cree difícil volver a ver a su hijo en esta vida.
Para ella, él seguirá siendo su heroico y amado hijo, que siempre supo cumplir lo que su Patria le ordenó.
Al principio fue su estudio y el trabajo, en los que destacó por su esfuerzo.
Después, su “deber mayor” como Oficial del Ejército lo llevó a relegar horas de familia, no conociendo el descanso mientras su misión no acabara.
Más adelante también tuvo una tarea importante introduciendo una nueva técnica —que exige además valentía— siendo uno de los fundadores del Cuerpo de Paracaidistas de nuestro Ejército.
Y así fue forjándose como un Oficial ejemplar, reconocido por sus pares, sus superiores y —sobre todo— por sus subordinados, quienes nunca lo olvidarán.
Así priorizó las tareas que el mando superior le impuso, dejando de lado en más de una ocasión a sus seres queridos —porque “así nos educaron” — y así fue que un día se encontró soltero por segunda vez, siendo de nuevo recibido en el hogar de su dignísima madre.
Construyó más adelante una nueva familia, cuando creyó que el Servicio le dejaría más tiempo… no se podía esperar que a más de diez años de su archivo se reflotara este caso, acusándolos por sospecha de apoyo a Pinochet… pretexto de un sector de la política chilena para concretar ciertas prebendas.
Y de nuevo fue enviado a una última misión, extraditado, con otros dos oficiales en actividad (lo que dio lugar a muchas aclaraciones solicitadas por todos los extranjeros), entregados por nuestro Estado a resistir las intrigas de otro sistema judicial, en que se presumía su culpa y la prioridad solo fue la venganza, donde un juez con pretensiones de fama y ostensibles prejuicios (declarados por él a la prensa) se encargó de ejecutarla.
Y hacia allí por fin se alejó y —finalmente— perdió también su segundo vínculo matrimonial.
Nuevamente esta preciosa y gentil dama, que hoy hace brillar sus noventa años, lo espera como el primer día cuando lo trajo al mundo… hace ya sesenta y seis.
Junto a la de él, también se escribe la historia de otros dos compatriotas… tres hermanos uruguayos que en pleno siglo XXI nuestro país condenó al destierro.
