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    La situación venezolana

    Sr. Director:

    Ejercicio contrafactual. El Sr. Bergamino, en el programa de Teledoce, insistía en que hablar sobre adherirse o no a la denuncia en la Corte Penal Internacional era un ejercicio contrafactual. El análisis vacuo de la realidad que no fue.

    Los venezolanos vivimos la vida en un eterno ejercicio contrafactual, mientras vamos por las calles de las ciudades donde ahora vivimos, nos preguntamos qué habría sido de nuestras vidas si la dictadura no hubiera llegado a nuestro país, si la ruina no hubiera alcanzado todos los espacios de la vida corriente.

    En uno de mis primeros empleos acá, mientras supervisaba limpiadoras de un centro hospitalario, chequeando que las chatas no tuvieran olor a miseria humana, mi ejercicio contrafactual era preguntarme dónde estaría profesionalmente si las condiciones normales hubieran imperado en mi país. Recibida de abogada los 22 —laburando en el área desde los 19—, con estudios de cuarto nivel en Derecho Constitucional antes de los 30, desempeñándome en mi área cuando me fui. Compatriotas míos, ingenieros, abogados, médicos, economistas, todos hijos de la clase media pujante del otrora país más rico de Latinoamérica, hacen ejercicios parecidos en casi cualquier ciudad del mundo. Porque no crea el discurso de Maduro, la diáspora es real y empeora cada día.

    El paso siguiente a eso es que, concluimos igual que usted que aquel ejercicio es inútil, entre otras cosas porque no cambia la realidad y no nos deja mirar el futuro y avanzar en dirección a la superación. Quedarnos pensando en esa Venezuela que no fue, no nos dejaría dar lo mejor de nosotros a este país que ahora es el hogar de nuestros hijos, que ya gritan gol con la Celeste, que aman la milanesa tanto como a la arepa y que se han vuelto adictos a los bizcochos y al dulce de leche. Cada día nos enamoramos más de este país.

    Las preguntas que sí valen la pena y que nos seguimos haciendo a diario son: ¿Qué pasaría si no quedara una sola voz en política exterior que no condenara la barbarie de Maduro? ¿Podrían los tratados internacional relativos a la defensa de la democracia y de los derechos humanos que vinculan a los gobiernos regionales, ayudarnos a encontrar los caminos para una salida a la dictadura? La situación de Venezuela es también una prueba para el Derecho Internacional y especialmente para la región que se debate entre permitir el totalitarismo o convivir con él cargando con sus consecuencias (debería ir a Cúcuta o a Boa Vista y entendería a qué me refiero).

    Un país no es su gobierno, es su gente. Por eso, más allá de la postura de esta Administración ante las sistemáticas violaciones de derechos humanos que hoy perpetra cada día el gobierno de Maduro, su gente es maravillosa y no tendremos cómo pagarle tanta solidaridad, el uruguayo nos abraza todos los días —y hasta se disculpa porque no se siente representado con la postura de la Cancillería—, nos abre las puertas y nos anima a no rendirnos, nos entienden, porque aquí también pasaron horas muy oscuras y curiosamente mi país —gobernado entonces por un partido tradicional— no usó excusas ideológicas y condenó categóricamente la dictadura mientras recibía a miles de uruguayos, rompiendo incluso relaciones diplomáticas en el primer gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez —el mismo que años después intentó derrocar Chávez en el golpe de 1992—, ¿curioso no?

    María Eugenia Contreras