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    Las ideas izquierdistas y la realidad

    Sr. Director:

    En la edición de Búsqueda del día 12 de mayo pasado se publica un reportaje a una politóloga frenteamplista. Que se descuelga con una prolongada parrafada llena de divagues. Los que van tomando tanta intensidad que, finalmente, logran que se le suelte el freno de mano y nos salga con un disparate de novela. Pues afirma con mucha soltura y gracejo que “en este país no puede llegar a ser presidente una persona pobre. Porque la estética de la pobreza es una estética que genera mucho ruido”.

    Así no más. Sin anestesia. Tratándose de una militante frenteamplista que, por la foto, aparenta tener más de 10 años, tal afirmación resulta un desatino que solamente puede mover a risa. No creo que sea necesario explicar el motivo.

    En una edición del mes de octubre del año pasado, un diputado comunista se despacha con esta categórica frase: “Al gobierno le molesta que haya trabajadores y trabajadoras frenteamplistas. No le molesta que haya empresarios que forman parte del gobierno. El gobierno defiende los intereses de un sector, de mi punto de vista, empresarial”.

    Parece que hay empresarios que integran el gobierno de Lacalle Pou (las empresarias quedan por fuera de la crítica) y eso le resulta deplorable y nefasto a este buen hombre. Paradigma de memoria y coherencia. Y eso porque, si yo no recuerdo mal, un tal Tabaré Vázquez fue dos veces presidente de la República como candidato del Frente Amplio. Del Frente Amplio, no del partido de Lacalle Pou. Y era un notorio e importante empresario del sector de la salud.

    En la sesión de la Cámara de Senadores realizada el 4 de diciembre de 1991, tratando la ley de privatización de buena parte de la operativa portuaria, el senador de Asamblea Uruguay, Danilo Astori afirmó que se ha reiterado desde filas oficialistas un planteo “sumamente ideologizado”, con “poca o ninguna conexión con las reales conveniencias del país”. Y agregó: “Debo decir que este no es el planteo que necesita el país ni en lo que tiene que ver con este servicio fundamental como es el puerto, ni con respecto a ningún otro servicio público”.

    Estamos averiguando si se trata del mismo Danilo Astori que, algunos años después, presidió la privatización de Pluna. Claro que lo de Pluna fue en el año 2007 y lo del puerto en 1991… Lapso suficiente para que la memoria y la coherencia dejen de funcionar.

    Cierto es que algunos no podemos olvidar, pese al transcurso de los años, algunas frases famosas: “El inversor está comprometido a aportar una contribución inicial de 15 millones de dólares, además de la línea de crédito de 15 y los 152 millones que en total financiarán la compra de una flota de 20 aviones nuevos, lo cual revela claramente la conveniencia de este acuerdo para el país” y “este es un proceso profesional y por eso tenemos que sentirnos muy tranquilos de que se va a ver coronado por el éxito: las cosas que empiezan bien culminan bien”.

    La diputada comunista Micaela Melgar, durante la pasada interpelación, salió muy pancha diciendo que los actuales administradores de la ANEP (oligarcas feroces, claro está) “han prohibido el plato de repetición a los escolares, lo que es una decisión nefasta y esa es la posición de la ANEP frente a la situación de hambre que están padeciendo estos chiquilines”.

    Se olvidó (¿se olvidó?) de que tan nefasta decisión fue tomada hace 10 años por la administración frenteamplista. Pequeño detalle. ¿O no?

    Algunos puedan pensar que esta mescolanza es algo desatinada. No lo es. Yo creo que es otra cosa. Ya que se trata de una actitud mental muy propia de la izquierda (o de la mayor parte de ella). Bien definida por un ensayista prestigioso (Jean François Revel). Quien decía, con mucho acierto: “Un izquierdista es un hombre que tiene ideas, ama sus ideas y vive de sus ideas. Por eso, cuando sus ideas están en contra de la realidad, pues ¡peor para la realidad!”

    Ese sutil mecanismo sicológico es lo que permite que la politóloga desbocada afirme que en nuestro país no puede ser presidente una persona pobre. Y menos con la correspondiente estética. Olvidando convenientemente que José Mujica fue presidente (con una estética no demasiado admirable). Y satanizamos a los empresarios del gobierno de Lacalle Pou (las empresarias quedan exentas) y nos olvidamos de hacer lo mismo cuando llevamos a un empresario de presidente de la República (por dos veces).

    El inefable Danilo Astori puede perfectamente privatizar Pluna cuando es integrante del gobierno y rechazar tajantemente cualquier tipo de privatización cuando era oposición. Y la diputada comunista puede perfectamente olvidarse que la decisión de hambrear a los niños fue tomada hace 10 años por el gobierno del Frente Amplio. Dijo además que omitía mencionar los nombres, porque ella solamente los divulga cuando hacen las cosas bien. Supongo que estaría pensando en su gran ministro Danilo Astori.

    Si la realidad indica que, contra nuestras creencias, una persona pobre puede ser presidente en Uruguay, no tiene importancia. Lo olvidamos. Si los empresarios están en el gobierno del Partido Nacional y por eso este gobierno es malo, no importa nada que el presidente del Frente Amplio fuera también empresario. Nos olvidamos de tal condición empresarial.

    Si ayer decíamos que no aceptaríamos nunca la privatización de servicios fundamentales y luego, cuando ingresamos al gobierno, privatizamos lo que venga (¡y en qué forma!), borramos aquello de la memoria colectiva y nos olvidamos de todo lo que decíamos antes (cuando estábamos en la oposición). Y si fueron las autoridades frenteamplistas las que tomaron la “nefasta decisión”, pues nos olvidamos de tan nimio detalle y denostamos a los actuales oligarcas del gobierno hambreador de chiquilines.

    ¡Nuestras ideas están por encima de la realidad! Por mucho que esta se obstine en contrariarlas, si está en contra de nuestras ideas, las mantenemos a rajatabla y ¡peor para la realidad!

    Traduciendo del español al castellano, tenemos claro que la cuestión está entre la oligarquía y el pueblo. Y por eso tenemos que olvidar que un hombre pobre —¿oligarca, él?— llegó a la presidencia, y todavía con una estética deplorable. Y también tenemos que olvidar que un empresario de primer nivel fue presidente por el Frente Amplio y por dos veces consecutivas. Y nos olvidaremos de todo lo que decía nuestro gran ministro de economía sobre las privatizaciones cuando aún no había llegado al gobierno. Y de quiénes fueron los que tomaron la decisión sobre las bandejas de comida escolar.

    Lo único que existe son nuestras ideas. La realidad es irreal. Solamente existe cuando está de acuerdo con nuestras ideas.

    La escueta fórmula de Revel es muy precisa. Pero anduvo por ahí otro intelectual —también muy célebre— que escudriñó aún más profundo en estos complejos procesos mentales y lingüísticos de la izquierda. Obviamente, se trata de George Orwell.

    Describiendo con precisión ese sistema mental, explicaba: “Si todos los testimonios decían lo mismo, entonces la entira pasaba a la historia y se convertía en verdad. Todo lo que ahora era verdad había sido verdad eternamente y lo seguiría siendo” (obviamente, esta es una transcripción parcial de 1984).

    Como se puede apreciar, algo muy descriptivo de la actitud mental de los cuatro izquierdistas citados.

    Pero Orwell seguía adelante con feroz precisión, lanzándose sobre ese sistema mental que él denominó doblepensar:

    “Saber y no saber, hallarse consciente de lo que es realmente verdad mientras se dicen mentiras cuidadosamente elaboradas, sostener simultáneamente dos opiniones sabiendo que son contradictorias y creer sin embargo en ambas; emplear la lógica contra la lógica, repudiar la moralidad mientras se recurre a ella, creer que la democracia es imposible y que el Partido es el guardián de la democracia; olvidar cuanto fuere necesario olvidar y, no obstante, recurrir a ello, volver a traerlo a la memoria en cuanto se necesitara, y luego olvidarlo de nuevo. Y, sobre todo, aplicar el mismo proceso al procedimiento mismo. Lo que era la más refinada sutileza del sistema: inducir conscientemente a la inconsciencia, y luego hacerse inconsciente para no reconocer que se había realizado un acto de autosugestión”.

    En verdad, una maravillosa descripción del proceso mental que caracteriza a la mayor parte de la izquierda. Del cual tenemos cuatro perlas de mucho brillo en párrafos anteriores. Gracias al doblepensar pueden mentir y contradecirse sin pudor. Y sin siquiera parpadear. No dudo de que los cuatro sean capaces de repetir sus contradicciones y mentiras todas las veces que lo estimen necesario. Tan tranquilos.

    Y quien no lo crea puede observar en Internet los pétreos rostros de Danilo Astori y Micaela Melgar cuando mienten y se contradicen sin pudor, creyendo, a la vez, que pueden mentir y decir la verdad en forma simultánea y sin la menor contradicción.

    O puede repasar algunas de las cataratas verbales del Boca Andrade. Un gran bocón que las dice a mil kilómetros por hora para que nadie pueda percatarse de los disparates que acumula a velocidades casi supersónicas.

    Hasta parece que Revel y Orwell los hubieran conocido… Pero, si no los conocieron, los previeron y los anunciaron.

    Enrique Sayagues