“Las cosas no están bien” en Brasil. Las perspectivas de crecimiento económico se vienen debilitando, y tanto el nivel del déficit fiscal como de la deuda pública es “muy alto” y en aumento, comentó el ministro de Economía, Danilo Astori, cuando fue este mes al Parlamento para presentar el proyecto de Rendición de Cuentas.
La situación de la economía brasileña es monitoreada con atención desde su cartera por la relevancia que tiene como socio comercial: Uruguay exportó mercaderías a ese destino por US$ 613 millones hasta el sábado 21, según datos oficiales.
El seguimiento incluye, además, un panorama político que agrega incertidumbre. A menos de tres meses de las elecciones generales, el político que mayor intención de voto recoge es el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva, pero está preso por corrupción y no está claro si podrá postularse a la presidencia. Y quien lo sigue en las encuestas, el ultraderechista Jair Bolsonaro, ha sido claro en sus ideas para combatir la corrupción y la delincuencia —con mano dura—, pero dice poco acerca de cómo manejaría la economía si le toca suceder a Michel Temer. Sin embargo, algunas pistas dio Paulo Guedes, un empresario y economista al que Bolsonaro ha señalado como referente en estos temas y su posible ministro de Hacienda: llevar adelante privatizaciones para pagar deuda pública; reducir de 15 a 10 los ministerios para bajar gastos, y reformar el sistema previsional para acotar su carga sobre el Estado.
Junto con el sillón presidencial, el ganador en las elecciones de octubre recibirá una economía con problemas.
Esta semana el Fondo Monetario Internacional informó que bajó en medio punto (de 2,3% a 1,8%) la proyección de crecimiento para Brasil este año, aunque mantuvo la estimación para 2019 (2,5%). Eso debido a los “persistentes efectos de las huelgas y la incertidumbre política”, explicó en su actualización del informe Panorama Económico Mundial.
El organismo agregó que el real brasileño se ha depreciado más de 10% este año como consecuencia de una recuperación económica que ha defraudado las expectativas y por la inquietud que trae el proceso electoral. En esa línea, una percepción más pesimista sobre la economía para los próximos meses captó una encuesta divulgada el viernes 20 por el Instituto Brasileño de Economía: para los consumidores la principal razón es la “falta de confianza en el gobierno” (77%), seguido por las “incertidumbres políticas” (64%); los empresarios mencionaron en primer lugar el “ritmo lento de la economía” (62%) y después el factor electoral (57%).
“Víctimas del socialismo”
Controversial por sus comentarios racistas, homófobos y antidemocráticos, Bolsonaro, diputado y exmilitar, fue proclamado como candidato presidencial el domingo 22. En la convención de su Partido Social Liberal efectuada en Río de Janeiro, Guedes tuvo una breve intervención en la que reafirmó su pensamiento a favor del libre mercado.
“Los gobiernos existen para preservar las vidas y las propiedades, para mantener el orden. Y evidentemente una economía de mercado ayuda a eso”, señaló.
Agregó que, en el mundo, las “víctimas del socialismo están yendo en dirección del progreso, y el progreso es traído exactamente por las ideas y las democracias liberales occidentales”.
En algunas economías de mercado, “como son hijos de la prosperidad, se dan el lujo de hacer excesos; cada americano que nace ya quiere una acción en la bolsa” y los “europeos ya nacen queriendo recibir una jubilación, son excesos también”, sostuvo. Mientras tanto, los europeos del Este, los indonesios, los indios, los chinos, “todos vienen en dirección del mercado” buscando el “progreso”, añadió Guedes, uno de los fundadores del banco de inversión brasileño BTG Pactual —del que se alejó hace poco— y del Instituto Millenium, un centro de análisis de corriente conservadora.
Las encuestas ubican la todavía incierta candidatura de Lula como favorita para el 7 de octubre con algo más de 30%, cerca del doble de la intención de voto que recoge Bolsonaro, mientras que tercera figura la exministra Marina Silva. Con esos porcentajes, habría una segunda vuelta tres semanas después.
Pero los sondeos se hacen también quitando a Lula de la lista de opciones; en ese caso, Bolsonaro ganaría, también en un balotaje.
Junto con la elección del presidente, los brasileños votarán por gobernadores, asambleas legislativas estaduales, así como los integrantes del Congreso Nacional.
Margen y ajuste
Astori se refirió en su visita al Parlamento para exponer sobre la Rendición de Cuentas al déficit fiscal de Brasil de 8% del Producto Bruto Interno (PBI) y a una deuda pública que equivalía a 76%.
Los documentos de contexto que preparó su cartera enviados junto al proyecto presupuestal hablan también de cómo se visualiza la situación de ese país. Alude a la “gran incertidumbre política en torno a las elecciones presidenciales y de los grandes desequilibrios macroeconómicos” que enfrenta Brasil, con la situación fiscal como la mayor vulnerabilidad. Para el Ministerio de Economía, si bien el desequilibrio en las cuentas públicas cedió desde los máximos que alcanzó en 2016 (10,7% del PBI), “resulta poco probable que esta tendencia se consolide sin que se realicen reformas profundas del gasto público, como la de la seguridad social, que está en suspenso”.
Varios analistas internacionales comparten la idea de que el gigante sudamericano enfrenta desafíos significativos.
“Brasil se acerca a las elecciones en una situación de mercado compleja y sufre de vulnerabilidades fiscales de larga data”, señaló el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por su sigla en inglés) en un análisis publicado el miércoles 18 que hace foco en la perspectiva fiscal.
¿Qué esperar en lo económico de un eventual gobierno de Bolsonaro?, le preguntó Búsqueda a Martín Castellano, uno de sus autores y jefe de investigación sobre América Latina de esa asociación de bancos y otras entidades financieras privadas con sede en Washington. “La percepción es que no hay mucho margen para una política económica populista ni para apartarse significativamente del marco macroeconómico actual. Por lo pronto, sus asesores económicos se han mostrado pragmáticos, respaldando la consolidación fiscal”, contestó. Para ese analista, Brasil precisa “implementar una profunda reforma del Estado como respuesta a la debilidad que muestran las finanzas públicas y como mecanismo para apuntalar a la economía”.
La votación de octubre arroja “incertidumbre” sobre el ajuste futuro, señala el IIF en su análisis, que pone foco en la cuestión fiscal. “Bajo la continuidad de las políticas después de las elecciones, se produciría un ajuste fiscal sustancial en los próximos tres años. Combinado con un repunte de crecimiento desde un débil 1,3% este año y una reducción en los costos de endeudamiento, este ajuste desacelerará el aumento en la deuda pública. Sin embargo, estos esfuerzos serían muy inferiores a los necesarios para estabilizar o reducir la deuda pública. El bajo crecimiento a mediano plazo (alrededor del 2,3%) y las altas tasas de interés debido a la elevada deuda pública se encuentran en el centro de la lucha de Brasil por reducir el riesgo fiscal. En un escenario en el que un gobierno promercado implemente reformas para elevar el crecimiento potencial y acelerar el ajuste fiscal, la deuda estaría en un camino decreciente, pero se mantendría en niveles altos hasta 2023.
“La raíz de la actual agitación es el desequilibrio fiscal en el gobierno, lo que significa que no tiene espacio para recortar impuestos o evitar, por ejemplo, el drástico” aumento en los precios de los combustibles que desencadenó la huelga de los camioneros el mes pasado, analizó el banco de inversión UBS en un reciente informe para sus clientes. En su opinión, esta situación solo se resolverá cuando la legislatura apruebe el proyecto de reforma de las pensiones, que probablemente no se someterá a votación hasta principios de 2019.
Con tal escenario, las posibilidades de tener un verdadero candidato reformista en la segunda vuelta ahora son menores de lo que eran antes de la huelga. Y si el balotaje fuera una competencia entre un “cuasi” y un “anti” reformista, el primero prevalecerá, estima.