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    Los Alur boys y los Wall Street boys

    N° 1884 - 15 al 21 de Setiembre de 2016

    , regenerado3

    “Es vergonzoso”, sentenció Barack Obama en 2008, cuando se enteró que los mismos ejecutivos de Wall Street que habían sido parte de la “crisis de las hipotecas”, querían cobrar sus bonus con dinero salido del bolsillo de los sufridos contribuyentes americanos.

    Esas empresas —fundidas— estaban siendo “rescatadas” porque eran too big to fail (demasiado grandes para fracasar). Por eso el presidente Obama les dijo a los Wall Street Boys en sus rostros: “Ya habrá tiempo para que tengan ganancias y para que cobren sus bonus. Pero ahora no es ese tiempo. Y ese mensaje es el que quiero darles directamente”.

    Las izquierdas del mundo (frenteamplistas incluidos), celebraban la “crisis del capitalismo salvaje” y apuntaban sus dardos a la avaricia e inmoralidad de Wall Street, porque les indignaba que los millonarios estafadores seguían siendo más millonarios, mientras los pobres trabajadores perdían sus viviendas.

    Pero los frenteamplistas de hoy no se ven tan conmovidos ni indignados cuando Alur, ese absurdo, ridículo, inviable y fracasado proyecto desde su inicio, les pague cientos de miles de pesos a su gerente general, al gerente comercial, al gerente de Gestión Humana, al de Oleaginosos y Derivados y al de Caña de Azúcar, Sorgo y Derivados.

    Alur es la “hija boba” de Ancap. Al igual que un hijo inútil, que no consigue empleo en ningún lado y no sabe ganarse la vida por sí mismo, el padre lo coloca en la empresa de un amigo, pero se encarga él de pagarle el sueldo. El pibe no vale nada, pero le hacen creer que sí.

    Alur es incapaz de producir combustible a precios competitivos. Alur pierde dinero todos los días, como lo perdía Wall Street; pero sus gerentes y empleados siguen cobrando los sueldos como si ganaran plata, mostrando balances positivos, gracias a los falsos precios que Alur le vende a Ancap.

    Alur no tiene clientes. Alur, el hijo bobo, le vende todo a su padre Ancap, quien se lo paga más caro que si lo comprara en el libre mercado. Luego Ancap nos traslada ese sobreprecio a los ciudadanos, esclavos del monopolio, que terminamos pagando el combustible más caro de la región. Una engañifa similar a la que hacían en Wall Street: disfrazar balances.

    Muchos indicadores nos están mostrando hoy que el fracaso socialista golpea a nuestras puertas: cae el índice de actividad industrial, aumenta el desempleo, sigue la inflación y cada vez más uruguayos renuevan su pasaporte. Ante este panorama, Obama les diría a los frenteamplistas que dirigen Alur: “No es tiempo de cobrar esos sueldos. Cuando ganen dinero legítimo y luego que devuelvan todos los subsidios recibidos, tal vez los merezcan”.

    Sería bueno darle un giro lógico al ridículo proyecto presentado por un diputado del MPP para delatar a los “arrepentidos” que utilizan UBER y se comience a premiar a los “arrepentidos” por hacer nombrar ineptos que fundieron empresas públicas monopólicas, a los que manejan negocios turbios con Venezuela o a quienes cobran fortunas en empresas que pierden dinero del pueblo.

    Si fuéramos un país de primera, debería de haber muchos de estos arrepentidos. Y, parafraseando a Obama, sería “vergonzoso” que no los hubiera.