En un año que termina con un crecimiento modesto de las ventas de mercaderías y con la perspectiva de que en 2015 costará “mucho” mantener el nivel de los negocios, al presidente de la Unión de Exportadores (UEU), Álvaro Queijo, le inquieta saber si el futuro gobierno tendrá voluntad de poner la competitividad como un tema “central” en su agenda.
Las últimas cifras muestran un comercio exterior más débil. En noviembre las exportaciones aumentaron 3,2% respecto a un año atrás (también cayeron las importaciones) y la suba fue de 1,6% en los 11 primeros meses, informó el lunes 1º el Instituto Uruguay XXI.
Agregó que al deterioro del tipo de cambio real, en especial con la región, se suma la falta de acuerdos internacionales y los altos costos internos. “Competir así se hace difícil”, señaló. “(...) Está claro que existe un tema para trabajar, y la pregunta es ver qué ganas tiene el gobierno nuevo de tocar este tema como algo central o importante dentro del próximo quinquenio”, dijo el empresario.
Lo que sigue es un resumen de la entrevista que mantuvo con Búsqueda.
—Este “Día del exportador” los encuentra en una situación distinta a la de años anteriores, en que las ventas al exterior se mostraban pujantes. ¿Con qué cifras cerrará este 2014?
—Las exportaciones, que habían crecido tanto, esta vez van a estar más o menos en el mismo nivel que 2013, un 1% o 2% por arriba, o 1% por abajo.
La desaceleración ya está bien marcada. Ya no podemos decir que es una cosa del futuro sino que aconteció en este 2014.
También hay cosas que se acentúan, como la problemática de los sectores con mayor valor agregado, que la región no avanza y seguimos cayendo 15% en ventas a Argentina.
—Ante eso, ¿qué espera la UEU del próximo gobierno?
—Un pedido es que necesitamos una mirada profunda para que el Mercosur sirva como base para juntarnos con otros bloques y la necesidad imperiosa de tener acuerdos de libre comercio con la Unión Europea.
Nos va a pegar que Australia y Nueva Zelanda tienen un acuerdo de libre comercio con China, porque son países que compiten con nosotros directamente y van a entrar al mercado chino con ventajas arancelarias. A su vez, Estados Unidos y la Unión Europea van a firmar un acuerdo.
Nos estamos quedando solos y no hay margen, porque tenemos pérdida de competitividad también.
Tenemos un deterioro del tipo de cambio real, en lo regional bastante marcado con Brasil, en particular en los últimos meses. Si vemos un ciclo de tiempo prolongado, estamos en los peores momentos con Brasil. Esa es otra preocupación que existe.
La evolución del tipo de cambio por setiembre pintaba que iba a acompañar el aumento que tuvo en todo el mundo, pero en estos dos últimos meses, octubre y noviembre, la evolución fue más fuerte en Brasil que acá. Y eso es complicado.
Es necesario alinear la política monetaria con la fiscal y con la salarial.
Y por otro lado, el tema de los costos internos. En materia de energía, sobre todo, estamos muy desfasados respecto a la región. En electricidad somos de los más caros, y en fuel oil y gas también. En casi todos los rubros estamos en la zona más cara y competir así se hace difícil.
—Para los industriales, el dólar debería valer como mínimo $ 27 o $ 28 para lograr una situación razonable de competitividad. ¿Comparte ese número?
—No somos de hablar del valor nominal del dólar, hablamos de competitividad.
Quedar afuera de los grandes acuerdos o que otros países competidores los estén logrando nos perjudica. Y hay otros factores, y en esos no vamos mejor: cuando vemos la performance del índice de Competitividad Global (del Foro Económico Mundial) seguimos en un lugar no muy bueno, en el puesto 80.
Está claro que existe un tema para trabajar, y la pregunta es qué ganas tiene el nuevo gobierno de tocar este tema como algo central o importante dentro del próximo quinquenio.
No vislumbramos cambios grandes, pero sí entendemos que la política fiscal ya no tiene el margen de maniobra que tuvo en el pasado y que va a tener que haber más eficiencia en cuanto al gasto y, por otro lado, la política salarial deberá estar más vinculada a la productividad.
—¿Con qué medidas concretas podría mejorar la capacidad de competencia?
—Temas burocráticos, de relacionamiento internacional, tratar de que en esos factores no tan costosos se pueda hacer algo. Se tiene que dar una fuerte inversión privada para poder cubrir el déficit en infraestructura. Y por otro lado, empezar una situación más austera en el gasto, acompañar los movimientos que Brasil haga, tratar de limitar la entrada de capitales golondrina; tender a que el tipo de cambio acompañe al mundo y a la región. Antes teníamos una presión inflacionaria que a veces hacía que el dólar fuera una herramienta necesaria para contener la inflación, pero ahora hay otras herramientas —los precios internacionales han caído bastante— para bajar la inflación y que no sea peligroso un dólar más alto.
Ancap hoy no debería tener un problema si el dólar estuviera a $ 30 con el actual costo del barril de petróleo.
—¿Qué panorama prevé de cara a 2015?
—Va a ser complejo. Siendo realista debería suponer que va a haber algunas caídas; es cierto que vamos a tener a Montes del Plata trabajando a full, tenemos algunos factores que pueden ser buenos, pero todavía no vemos la actividad en la región o afuera con fuerte empuje. Manteniendo el nivel de exportaciones estaría muy contento; tampoco esperamos caídas traumáticas. Pero nos va a costar mucho, mucho, el nivel actual de volúmenes, mientras que los precios internacionales podrían mejorar un poco.
—El PIT-CNT anunció que en los próximos Consejos de Salarios reivindicará reducir la jornada laboral a seis horas. ¿Cómo evalúa eso en el marco de la realidad de costos y del clima de negocios que ofrece Uruguay?
—Siempre se pueden plantear cosas en la mesa, pero en los casos que se ha implantado ese sistema no ha andado.
En la eficiencia del mercado laboral estamos en el puesto 134 de 144, según el índice de Competitividad Global. Cuando uno está entre los peores de la clase debería hacer un esfuerzo grande para cambiar la tónica. Si estamos en ese lugar es porque estamos trabajando mal, tanto el gobierno como los empresarios y los trabajadores.
Debería ser un factor para sentarnos y entender que tiene que haber una productividad diferente. Si tenemos el nivel de salarios de los países desarrollados, deberíamos también tener el nivel de inversiones y el nivel de productividad que tienen los trabajadores de esas economías. Y si bien se ha recuperado mucho salario, para que se mantenga en el tiempo y pueda mejorarse debe haber unas bases mucho más sólidas que el conflicto.
Los márgenes, al menos del sector exportador, han disminuido. No hay posibilidades de que aumenten (los salarios) porque el mundo exterior no nos permite cobrar más por los productos. Si los aumentos no surgen de algo de ganar-ganar las mejoras son imposibles.