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Luiz Inácio Lula Da Silva había anunciado el encuentro horas antes de que la Justicia brasileña le ratificara la condena a prisión en su contra. Ese 24 de enero su amigo José Mujica confirmó a Búsqueda que estaría a las órdenes para cuando su colega del norte quisiera. Al final fueron unos mates o chimarrão entre los expresidentes de Brasil y Uruguay en la plaza internacional que une al departamento de Rivera con la localidad brasileña Santana do Livramento, para intentar reflotar la unidad de la izquierda en Latinoamérica.
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El lunes 19 por la tarde ambos se sentaron mesa de por medio a charlar durante horas. A la reunión se sumaron otros exmandatarios progresistas, la brasileña Dilma Rousseff y el ecuatoriano Rafael Correa. Los mensajes fueron todos en la misma línea. Darle un nuevo impulso a la izquierda regional, criticar a la derecha y cuestionar a los medios de comunicación. Y en especial, los pedidos para que Lula y Mujica sean presidentes una vez más y así poder generar gobiernos aliados.
Lula atraviesa una compleja situación. Mientras todas las encuestas de Brasil lo dan como el candidato con más votos de cara a las próximas elecciones presidenciales, el fallo ratificado por el Tribunal Supremo Federal lo deja cada vez con menos recursos para poder representar al Partido de los Trabajadores, ya que para poder postularse debe tener la “ficha limpia”, como le llaman en Brasil. Y la condena de 12 años por corrupción lo deja fuera de carrera una vez que se agoten todos los recursos de la defensa del expresidente.
Mientras llegan los comicios de octubre, Lula intenta ganar tiempo que le permita presentarse y volver a la presidencia. Y en ese marco se dio el multitudinario acto en la frontera. A unos metros de la plaza internacional un reducido grupo de manifestantes contrarios a Lula también realizaron un acto en el cual rechazaron la presencia del expresidente y enfatizaron en que no quieren “más corruptos” en Brasil, señalándolo.
El exsindicalista de 72 años no evitó hablar de su situación judicial acusando directamente a Estados Unidos como el responsable. “Están las huellas del gobierno estadounidense en todo este proceso mentiroso que está ocurriendo en Brasil”, dijo.
“Querido Mujica, usted sabe que estoy siendo amenazado con prisión. Estoy aquí en la frontera y podría dar un saltito a Uruguay, pero no voy a hacerlo. ¿Sabe por qué? Porque estoy tranquilo con mi inocencia y quienes tendrán que salir del país un día son ellos”, agregó Lula.
Los líderes de la izquierda en los últimos años apuntaron sus municiones a la oposición. “La derecha nos quiere débiles y desunidos”, dijo Mujica.
Luego, el expresidente uruguayo hizo autocrítica por la imposibilidad de lograr la “integración” en Latinoamérica. El senador dijo que pese a que hubo varios gobiernos de izquierda, se tomaron fotos los presidentes, pero no se pudo lograr unir la inteligencia y las universidades “para construir una auténtica y verdadera integración”.
Poco después de que Mujica comenzó su oratoria se cortó la luz y se debió detener el acto. Para los presentes nada fue casual y no tardó en instalarse la idea de que el corte fue hecho a propósito por las autoridades para intentar callar las voces de Lula y Mujica.
Luego fue el turno de la expresidenta Rousseff, que atacó “el golpe” que dieron en su país para derrocarla. En su opinión, “crearon un monstruo de extrema derecha” para instalar “el peor y más duro neoliberalismo”. Y agregó que de cara a las elecciones “la única persona capaz de oponerse a ese monstruo y devolver al pueblo su lugar en elecciones libres y soberanas se llama Lula Da Silva”.
El tema elecciones y candidaturas también fue tema de los discursos de cara al 2019 y los comicios en Uruguay. Lula le pidió expresamente a su amigo que sea candidato nuevamente. “Y usted, señor Mujica, también tiene que ayudarnos. La forma de que nos ayudes es que aceptes ser candidato a la presidencia de Uruguay, y si es candidato es muy probable que triunfe en las elecciones”, dijo.
En privado Lula le transmitió a Mujica que si logra evitar que la Justicia aplique su condena y le prohíba ser candidato, está convencido de que ganará las elecciones en su país. Y le volvió a pedir a Mujica que para ayudarlo a apuntalar su gobierno fuera candidato en 2019.
Por último, se sumó a la mateada el ecuatoriano Correa. El expresidente llegó ya empezado el acto y siguió la charla cerca del escenario hasta que Lula lo invitó a subir. Correa dijo que se está viviendo un momento de “judicialización de la política”, donde se involucra a los líderes que “la nueva derecha” no puede vencer en las urnas.
