N° 1965 - 19 al 25 de Abril de 2018
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEn el marco de las reuniones de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial que se están llevando a cabo esta semana en Washington, se presentó una actualización de las proyecciones de crecimiento para la economía mundial, así como una evaluación de los potenciales riesgos a futuro.
En materia de crecimiento económico, el FMI volvió a ratificar el mayor optimismo que ya expresara en enero y reiteró su estimación de que el mundo crecerá 3,9% tanto este año como el que viene, frente al 3,8% de expansión que se observó el año pasado. Las mejores perspectivas de Estados Unidos en cuanto a los países desarrollados (básicamente como consecuencia del estímulo fiscal generado por la rebaja impositiva, así como por el aumento del gasto público), y de varios emergentes importantes —como India, Brasil y México— explican el relativo mayor optimismo en los próximos dos años.
Lamentablemente, los buenos tiempos en materia de crecimiento no durarán mucho, y las perspectivas a mediano y largo plazo lucen bastante más austeras. Como señaló el economista jefe del FMI, Maurice Obstfled, en las economías desarrolladas temas tales como el envejecimiento de la población, la caída en la tasa de actividad y el bajo crecimiento de la productividad, llevarán a que sea muy difícil que este conjunto de países puedan recuperar las tasas de crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) per cápita del período previo a la crisis internacional de 2008. La situación en las economías emergentes es mucho más variada, y en opinión del FMI, aquellas que no son exportadoras de materias primas podrán esperar volver a tener tasas de crecimiento similares a las del período previo a la última crisis global, mientras que los vendedores de commodities probablemente no serán tan afortunados, en general.
Además, mirando el panorama más allá de los próximos trimestres, aparecen varios riesgos significativos que podrían afectar la marcha de la economía mundial. En primer lugar, el FMI mencionó como un factor de riesgo el fuerte crecimiento de la deuda global, tanto pública como privada, lo que puede comenzar a generar problemas para su repago, especialmente teniendo en cuenta que la política monetaria está empezando a normalizarse y que las tasas de crecimiento de muchos países serán menores por los temas estructurales mencionados anteriormente.
Las vulnerabilidades que se han generado en los mercados financieros internacionales, como consecuencia de que los precios de los diferentes activos han subido mucho más allá de lo que justificaría la evolución de los fundamentos, es otro riesgo significativo a enfrentar en los próximos trimestres, especialmente en un contexto en que los principales bancos centrales del mundo (y en particular la Reserva Federal estadounidense) están comenzando a retirar los estímulos monetarios que se suministraron a partir de fines de 2008. A ello hay que sumar los riesgos geopolíticos que están siempre presentes, y más recientemente la posibilidad de que las tensiones comerciales desemboquen efectivamente en una escalada de proteccionismo abierto entre las principales economías del mundo.
Dado que los buenos tiempos actuales no van a durar para siempre, el FMI volvió a reiterar lo que ha venido diciendo desde hace un tiempo en el sentido de que se debe aprovechar la situación actual para tomar medidas que lleven a un crecimiento más fuerte a largo plazo, más “resiliente” y más inclusivo. Así se volvió a sugerir que los países utilicen los buenos tiempos actuales para mejorar las finanzas públicas, para realizar nuevas reformas estructurales, y para manejar la política monetaria de manera cautelosa en un contexto que es complejo y desafiante.
En el caso específico de Uruguay, el jefe de misión del FMI, Jan Kees Martijn, señaló en El País que a raíz de los últimos datos en materia de PBI y de empleo, el organismo va a corregir a la baja la previsión de crecimiento tanto para este año (a 3% en lugar de 3,4% previo) como para el que viene (a 3% en lugar de 3,1%), y al alza la de desempleo. Asimismo, el funcionario dijo que la meta gubernamental de abatir el déficit fiscal a 2,5% del PBI para 2019 es conseguible en la medida en que las autoridades logren controlar el crecimiento del gasto en términos reales (aunque ello no será fácil dado el ciclo electoral), al tiempo que proyectó que la inflación en 2018 se ubicará dentro del rango meta fijado por las autoridades, por debajo del 7% (aunque opinó que sería útil que se acercara al punto medio de 5%).
Lamentablemente, es difícil compartir el optimismo del FMI sobre las perspectivas para Uruguay en el corto plazo, especialmente por el ciclo político que se avecina, que llevará a que el gobierno sea mucho menos proclive de lo que ha sido hasta ahora (donde además ha hecho poco y nada) en promover e implementar reformas estructurales en temas tales como educación, infraestructura, inserción externa, reducción de costos de energía, combustibles y comunicaciones, rebaja de la carga tributaria, flexibilización de los mercados de bienes, servicios y factores productivos, etc. Hacer la plancha aprovechando los buenos tiempos mientras duren, hará que sea mucho más doloroso el ajuste cuando el contexto regional y externo ya no sea tan favorable. Pero eso probablemente será problema para el próximo gobierno, o quizás no.